El jurado no tendrá en cuenta el último testimonio. El jurado no tomará en consideración lo que ha escuchado. Aunque el jurado ha oído con nitidez lo que ha oído y ha observado con claridad lo que ha observado, el jurado hará como que no lo ha hecho y su criterio no se verá por ello afectado. El jurado tomará en adelante sus decisiones usando de forma selectiva su conocimiento y establecerá conexiones neuronales nuevas que le permitan sacar las mismas conclusiones que habría sacado si no hubiera conocido lo que ha conocido por ser miembro del jurado. Que, a todos los efectos no habrá conocido. Aunque forme parte del jurado. El jurado obviará sus prejuicios, ideas y particular experiencia, obviará sus desengaños, cuál es su equipo, su música predilecta y sus pasiones, obviará sus inclinaciones y debilidades, sus rencores conscientes e inconscientes. Obviará sus fobias y sus filias, confesas e íntimas, racionales e irracionales. Obviará cuanto de él sea o parezca propio, resulte privativo, sobresalga o se distinga de cualquier modo como individual o personal. El jurado no será singular en ningún aspecto. El jurado será objetivo. El jurado obviará sus sueños. Obviará sus deseos. Obviará sus aspiraciones. Obviará, si está a su alcance, que forma parte del jurado.
El jurado evitará familiarizarse en demasía con las generalidades formales del procedimiento y olvidará cuanto las anteceda. El jurado ignorará el objeto de la causa, las alegaciones de parte, el material probatorio, el propio lenguaje legal y el contenido mismo de las resoluciones, a las que se mostrará en todo momento ajeno en cuanto no sea razón estricta de su labor particular en este juicio. El jurado negará la expresión plena de los principios básicos procesales de inmediación y de la prueba formada con fundamento en la libre convicción. El jurado excluirá de su recuerdo la presentación —de producirse— de pruebas de carácter problemático dudoso y de toda argumentación apasionada contraria a sensibilidad o derecho. El jurado se mantendrá alejado de toda publicidad y oralidad de cualquier clase. El jurado vivirá en reclusión y aislamiento e ignorará cualquier forma de vida social, afectiva o comunicacional de carácter real o simbólico. El jurado vivirá en el desierto, rigurosamente aislado, y se abstendrá de entrar en contacto con otros semovientes, incluidos seres irracionales, hasta el inicio mismo del juicio.
El jurado borrará de su mente la última declaración y valorará en adelante cuanta información le sea presentada sólo si se desarrolla en los términos que la ley prevé y no viola, dirige o condiciona la voluntad del jurado. Si el jurado es informado por accidente de algo que no deba saber o que simplemente resulte inadecuado para él o no haya sido debidamente justificado, el jurado interceptará la información a la altura del cuello, antes de que alcance el cerebro, y la devolverá de inmediato a su origen sin reparar en sus pormenores. El jurado dará la declaración por no recibida y por no comprendida.
El jurado será imparcial. El jurado será desapasionado. El jurado será neutral y ecuánime. El jurado no tendrá meta, finalidad o propósito, intención o fin, deseo, noción o destino. El jurado no tendrá ideales que expresar, compartir o sentir. El jurado será virgen, cualquiera que sea su edad. El jurado será analfabeto, cualquiera que sea su discernimiento. El jurado será inmune a la tentación, sean cuales sean sus flaquezas y anhelos. El jurado será mudo. El jurado será sordo. El jurado será ciego. El jurado carecerá de pecado original y no tendrá ombligo. El jurado no tendrá sexo. El jurado trazará autopistas neuronales actualizadas, tan hondas como le sea posible, que eviten todo eventual desvío e inutilicen cualquier conocimiento adquirido con anterioridad. El jurado sorteará en todo momento el pensamiento lateral. El jurado ignorará la identidad de aquel a quien juzga. El jurado no sabrá quiénes son los demás miembros del jurado.
El jurado será voluntariamente sometido a una operación quirúrgica que trepane su corteza frontal y destruya, sin extirparlas, sus células nerviosas. Al jurado se le seccionará uno o más fascículos nerviosos de su lóbulo cerebral. Al jurado le será limada con una hoja de afeitar la superficie del hipocampo. El jurado será sometido a hipnosis. Al jurado se le practicará la ablación completa de los lóbulos temporal, parietal, frontal y prefrontal. El jurado será afligido y/o angustiado hasta ver confundidos y/o alterados sus sentimientos y percepciones. Será sometido a tortura. Será abrumado de forma impersonal. Verá destruida su conciencia. Será lobotomizado. El jurado aceptará una terapia regresiva a cargo del Estado que elimine de su mente recuerdos superfluos y convierta su inteligencia en un lienzo en blanco. El jurado recibirá duchas frías. Al jurado le será denegado el sueño y dormirá en un jergón de dimensiones reducidas en una habitación de dimensiones reducidas, con la luz siempre encendida.
El jurado ingerirá aceite de mostaza, materia fecal o salmuera hasta que admita no haber visto u oído nada. El jurado será entregado al Departamento de Seguridad Pública para que su idoneidad sea o no reconocida y su competencia evaluada antes de seguir adelante en su misión como miembro del jurado. Al jurado se le prohibirá sentarse. El jurado será cuidadosamente atormentado. El jurado será privado de alimento y bebida. El jurado recibirá instrucciones en lenguas desconocidas y códigos indiscernibles a cualquier hora del día y de la noche. El jurado será golpeado en el cuerpo con puños, pies, porras y palos. El jurado ingerirá drogas psicotrópicas que faciliten su labor cívica y garanticen el impecable desarrollo de su función de jurado.
El jurado empeñará su voluntad en asegurar el bien del proceso en todo momento. El jurado recibirá la instrucción de morir sacrificado como aval último de discreción. El jurado obedecerá de buen grado.
Rodrigo Cortés es cineasta y escritor.