El laberinto alemán

Una cita electoral en Alemania es complicada tanto por la oferta existente de partidos como por lo enrevesado del sistema electoral. En estos comicios intervienen 47 partidos, de ellos 40 con listas a nivel de Land (Estado federado); solo siete candidaturas se mueven en el espacio federal.

La CDU viene de sufrir derrotas históricas en los Länder de Renania-Palatinado y Baden-Württemberg (elecciones celebradas el 14 de marzo de 2021). Su candidato es Armin Laschet, presidente del Land de Renania del Norte-Westfalia. Formará grupo parlamentario con los bávaros de la CSU. Por su parte, el SPD ha vivido momentos turbulentos en el pasado inmediato, con cambios de rumbo significados. Triunfó claramente en Renania-Palatinado y fue derrotado con igual claridad en Baden-Württemberg. Su candidato es Olaf Scholz, actual vicecanciller. Es muy significativo el hecho de que en los medios de comunicación se haya hablado de su merkelización.

El laberinto alemánEn cuanto a los Verdes, empezaron la campaña con posibilidades de ganar la cita de este domingo, pero la acusación de plagio a su candidata, Annalena Baerbock, ha rebajado sus expectativas. Buen respaldo de los electores tuvieron en las elecciones regionales citadas de marzo pasado.

En los debates que hemos podido ver por la televisión entre los aspirantes de estos tres partidos, la tónica general ha sido la del respeto mutuo aunque Laschet ha usado su ironía frente a un Scholz hierático, si bien convincente, a juzgar por los sondeos. Baerbock ha vendido su mercancía con dignidad y ha sonreído viendo cómo se trataban sus dos oponentes. En los encuentros con ciudadanos en el programa Wahl-Arena estuvieron más ágiles aunque, en ellos, a la líder verde se le han imputado errores de bulto por parte de alguna prensa (Der Spiegel, por ejemplo). Nos ha llamado la atención lo poco -o nada- que se ha hablado sobre política europea o internacional cuando Alemania es un actor principal en ambos espacios.

Los liberales (FDP), que conocen la amargura reciente de estar fuera del Bundestag, tienen ahora algunas posibilidades de integrar un Gobierno de coalición. Sus resultados en Renania Palatinado fueron aseados y buenos en Baden-Württemberg.

La Alternativa para Alemania representa la extrema derecha y tiene encima a los órganos federales que se encargan de vigilar la adhesión de las formaciones políticas a la Constitución (un asunto clave en Alemania donde no se permiten las deslealtades). En las elecciones citadas de marzo de este año sufrieron una considerable pérdida de votos. La izquierda (Die Linke) recibió un varapalo tanto en Renania Palatinado como en Baden Württemberg, las dos citas de marzo antes mencionadas. Menos conocidos son los electores libres (Freie Wähler), que son fuertes en Baviera donde gobiernan en coalición con la CSU.

Fuera de la lista de estos partidos establecidos se encuentran otros que ya han concurrido a elecciones como Die Partei, los Piratas, el NPD (derecha), el ÖDP (ecologista), los animalistas, el Partido de Baviera, el de la investigación médica, etcétera. Y hay los que se estrenan el domingo: Die Basis, Volt, Familia, Progreso... La oferta, como se ve, no se restringe a las siglas más conocidas.

Estas elecciones apuntan una novedad pues las encuestas vaticinan innumerables combinaciones a la hora de imaginar las alianzas. La formación del nuevo Gobierno será un camino tortuoso de reuniones y cesiones antes de que vea la luz un mamotreto que, bajo la rúbrica de acuerdo de coalición, abordará infinidad de detalles de la política de los próximos años (nada que ver con España donde se teje un Gobierno de coalición en 24 horas). La complejidad adicional de la tarea se deriva de que es probable que hagan falta tres partidos para llegar a una mayoría estable.

Fijémonos en las posibilidades que tendrá el candidato más aventajado, Olaf Scholz. Aunque la división izquierda/derecha no es irrelevante en la política alemana, no constituye un abismo donde se acumulan odios y sectarismos. Scholz no ha descartado opción alguna por lo que no es imposible que continúe una gran coalición con las tornas cambiadas y en la que la política alemana seguiría fluyendo por los mismos cauces (Scholz pondría de manifiesto su merkelización). No es esa sin embargo la predilección del candidato, quien ha manifestado su interés en gobernar con los Verdes, reverdeciendo una coalición que ya dio sus frutos con Gerhard Schröder.

Pero los guarimos mandan y un tercer partido se avizora en el horizonte. Y aquí es donde las opciones divergen. Una primera apunta a los renacidos liberales de Lindner, quienes ya rechazaron hace cuatro años un Gobierno con verdes y democristianos. Se trataría de un trío con sus aristas pero probablemente duradero. Una segunda opción adentraría a los socialdemócratas alemanes en un terreno menos conocido: la izquierda de Die Linke. Además de convivir con un partido aquejado de una cierta crisis ideológica, los socialdemócratas (y los Verdes) habrían de cohonestar sus posturas europeas y pro-atlantistas con las posiciones numantinas de sus socios.

Oportuno es añadir algo menos divulgado en España y es que el domingo también se vota en Berlín la composición de su Parlamento (Abgeordnetenhaus) y además un referéndum sobre la vivienda que incluye la posibilidad de socializar empresas inmobiliarias. Una fórmula que respalda Die Linke pero que no comparte el resto de los partidos, empezando por los socialdemócratas que recomendarán el voto negativo. Los Verdes tampoco son entusiastas pero se pronuncian por el sí para utilizarlo como medio de presión. El asunto de la vivienda y de los alquileres es central en la actual sociedad berlinesa.

En la contienda electoral de la capital alemana aparecen como partidos en cabeza los verdes, el SPD y la CDU. Los liberales albergan esperanzas de alcanzar posiciones de poder y Die Linke, al contrario de lo que ocurre en el espacio federal, se muestra relativamente fuerte. Ha de saberse que en Berlín desde hace cinco años gobierna una coalición de SPD, Verdes y Linke.

A nivel federal, en estos momentos está en marcha una nueva reforma del sistema electoral -los alemanes no le tienen miedo, al contrario de lo que ocurre en España- que tiende a reducir el número de los distritos electorales y, en general, a limitar el número de diputados. También a hacer más eficaz el trabajo parlamentario. Contra ella ha acudido la oposición sin éxito ante el Tribunal Constitucional. Se discute asimismo la fijación en 16 años de la edad para ostentar el derecho al voto.

Hay debates candentes en el panorama institucional alemán. El Bundestag está en el centro de las preocupaciones como demuestra el hecho de que su presidente, Wolfgang Schäuble, ha enfatizado, en un documento por él propiciado, la necesidad de reforzar sus funciones y también las de los Parlamentos de los Länder que han padecido una erosión constante con ocasión de la pandemia.

Precisamente el Frankfurter Allgemeine Zeitung recogía el pasado jueves una interesante entrevista con dos ex magistrados del Tribunal Constitucional donde se pronunciaban a favor del fortalecimiento de los Parlamentos y donde se felicitaban porque Alemania no haya tenido que recurrir a los estados de alarma para la gestión de la pandemia. Lo que se debe al hecho de disponer de una ley de Infecciones.

Desde España se observa con melancolía a un país donde no se pierde el tiempo discutiendo sobre el derecho a decidir ni sobre otras logomaquias a las que nos obligan los movimientos separatistas.

Francisco Sosa Wagner es catedrático e Igor Sosa Mayor es doctor por el Instituto Europeo de Florencia y por la Universidad de Erlangen (Alemania), actualmente investigador en la Universidad de Valladolid.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *