¿El libre comercio enfermará a los africanos?

A comienzos de este mes, Gambia se convirtió en el vigésimo segundo país en ratificar el acuerdo que establece el Área Continental Africana de Libre Comercio (AfCFTA por su sigla en inglés). Se espera que el acuerdo entre en vigencia pronto, una vez que los 22 países hayan depositado sus documentos de ratificación ante la Unión Africana (lo han hecho 19 hasta el momento).

Al eliminar las barreras comerciales y permitir el libre movimiento de bienes, servicios y personas en toda África, el AfCFTA podría ayudar a aumentar el consumo y el gasto empresarial combinados en el continente a 6,7 billones de dólares en 2030. Pero el posible impacto del nuevo bloque comercial en la salud de más de mil millones de africanos prácticamente no se ha discutido. Se trata de un descuido alarmante.

La Unión Africana considera el AfCFTA como un paso importante hacia la integración del continente y la promoción del comercio regional. Sin embargo, dada la experiencia de otros bloques de libre comercio, el pacto plantea temores respecto del debilitamiento de los sistemas de salud pública financiados por el gobierno, de un acceso cada vez más desigual a la atención sanitaria, de una fuga de cerebros médicos, de precios más altos de los medicamentos, de un mayor consumo de productos poco saludables y de la difusión de enfermedades. Los gobiernos africanos deberían actuar de inmediato para evaluar estas amenazas y contrarrestar las potenciales implicancias negativas del AfCFTA para la salud.

Como sucede con otros pactos comerciales, las reglas de movimiento libre del AfCFTA le permitirán a la gente acceder a servicios médicos financiados por el gobierno en cualquier país miembro. Esto aumentará la cantidad de pacientes extranjeros que busquen tratamiento en países con sistemas de atención médica relativamente fuertes, como Kenia y Uganda. Pero los ciudadanos de estos países de destino pasarán dificultades en tanto más gente utilice los servicios médicos que ya están insuficientemente financiados. Y como ningún país quiere subsidiar los sistemas de salud de sus vecinos, también podrían surgir tensiones políticas.

También se espera que la nueva zona de libre comercio impulse el crecimiento en la atención médica privada, incluido el turismo médico. Por ejemplo, en tanto aumente la demanda de tratamientos contra el cáncer, el turismo sin visado le permitirá a la gente en 15 países africanos sin servicios de radioterapia buscar atención en otra parte.

Pero este crecimiento tiene un lado negativo. Los servicios de salud privados y el turismo médico inducen a los médicos clínicos a migrar de países más pobres a países más ricos, y de la atención médica pública a la privada. Esto resulta en sistemas de salud pública más débiles y faltos de personal, especialmente en los países más pobres. Es más, la afluencia de clínicos extranjeros irritará a los profesionales médicos locales ya que aumentará la competencia para conseguir empleos.

También hay temores de que las grandes compañías farmacéuticas presionen para que se impongan restricciones a las importaciones de drogas genéricas en el AfCFTA, como sucedió en Guatemala después de que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de Centroamérica. Ese tipo de restricciones hacen subir el costo de estos medicamentos y perjudican más a los pobres.

El libre movimiento de personas también aumenta el riesgo de que las enfermedades atraviesen las fronteras, especialmente si se tienen en cuenta los sistemas débiles de control de enfermedades y la inestabilidad de algunos países africanos. La continua epidemia del Ébola en la República Democrática del Congo es una preocupación apremiante. Otras enfermedades infecciosas peligrosas, como el cólera, también pueden propagarse más lejos y más rápido.

Las tasas de enfermedades crónicas también podrían aumentar. Los epidemiólogos han observado incrementos en la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardíacas luego de otros acuerdos comerciales. En varios países de las islas del Pacífico, por ejemplo, el consumo de alimentos procesados y bebidas azucaradas aumentó después de que se eliminaran los impuestos a las exportaciones de esos productos. De la misma manera, el consumo de tabaco y alcohol podría aumentar si las grandes compañías multinacionales utilizan las reglas existentes para obligar a los países a elimina las restricciones publicitarias sobre esos productos.

Los gobiernos africanos deberían aprender de la experiencia de otros bloques comerciales, y actuar ahora para proteger a los pobres de las consecuencias no intencionadas para la salud que tienen las políticas de comercio abierto. Los países del AfCFTA también deberían aplicar exenciones legales que respalden las políticas gubernamentales legítimas que protegen el bienestar público, como las destinadas a reducir el consumo de tabaco.

Para aliviar la presión que los pacientes extranjeros ejercen en los presupuestos de salud pública de los países, los gobiernos deberían considerar la introducción de una tarjeta de seguro de salud africana similar a la utilizada en la Unión Europea. Un sistema de esas características compensaría a los países anfitriones por los servicios de salud provistos por el gobierno que utilizan los extranjeros.

Es más, los países africanos deberían desarrollar políticas sobre turismo médico que incluyan las visas médicas de largo plazo y permitan el uso transfronterizo del seguro de salud. Y en lugar de aumentar las barreras de entrada, los grupos profesionales deberían presionar para que haya exámenes médicos estandarizados en todo el continente a fin de terminar con los charlatanes y mejorar la calidad de la atención. Finalmente, se necesitan inversiones adicionales en servicios de salud fronterizos y en centros de respuesta de emergencia que sirvan de protección contra la propagación de enfermedades.

Los países africanos deberían hacer lobby por estas medidas ahora, antes de que el AfCFTA entre en vigencia, porque renegociar acuerdos comerciales una vez que han sido implementados es difícil. Es más, los bloques comerciales son vulnerables al fracaso si los gobiernos no encaran las cuestiones importantes de antemano.

El AfCFTA podría arrojar enormes beneficios económicos para África. Pero no debería ignorarse su posible impacto negativo en la salud de los africanos.

Walter Ochieng, a doctor and health economist, is an Aspen New Voices Fellow who has worked in government, humanitarian, and non-profit health services in several African countries.

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