El llamado «Pacto de El Pardo»

<em>Jura de la Constitución por S.M. la Reina Regente Doña María Cristina</em>, de Francisco Jover y Joaquín Sorolla. 1897 (Palacio del Senado de España).
Jura de la Constitución por S.M. la Reina Regente Doña María Cristina, de Francisco Jover y Joaquín Sorolla. 1897 (Palacio del Senado de España).

En el año de 1885, los acontecimientos que se sucedieron en España fueron de enorme gravedad: la epidemia de cólera que afectó a la mayor parte de España, cuyo exponente más relevante fue la visita inesperada, el día 2 de julio del mencionado año, del Rey Alfonso XII a los coléricos de Aranjuez; el terremoto del 25 de diciembre de 1884 en Andalucía y sus secuelas, sobre todo, en Málaga y Granada; el conflicto con Alemania, por las islas Carolinas, resuelto por la mediación del Papa León XIII, el día 22 de octubre de dicho año; el temor latente a las conspiraciones republicanas de Ruiz Zorrilla desde París; pero, sobre todo, fue la muerte de un Rey joven y animoso, dotado de un espíritu conciliador, tan necesario para España, el día 25 de noviembre de 1885. Alfonso XII tenía veintiocho años y su muerte, causada por la tuberculosis, rompió las esperanzas de muchos españoles, dejando una Reina encinta y dos niñas de corta edad, María de las Mercedes, Princesa de Asturias, y María Teresa, Infanta de España.

La solución política, a la difícil situación que se planteaba en España, vino dada por el llamado «Pacto de El Pardo», que supuso la llegada al poder de Sagasta y del Partido Liberal. Las negociaciones de Cánovas con Sagasta no fueron fruto de la improvisación y tuvieron lugar gracias a la prudencia y sentido de Estado de los dos protagonistas. El acuerdo entre ambos políticos, del que luego sería llamado de forma impropia el «Pacto de El Pardo», establecerá la sucesión política en el Gobierno de la Nación. Melchor Fernández Almagro, en su «Historia Política de la España Contemporánea» (Vol. I, pags. 441 y ss.; Vol. II págs. 10-11), señalaba cómo la víspera de la muerte de Alfonso XII tuvo lugar una entrevista en la sede de la Presidencia del Gobierno entre Cánovas y Sagasta, gracias a la mediación del general Martínez Campos. Por su parte, el conde de Romanones, en su biografía de Sagasta («Sagasta o el político», pág. 157) ponía de manifiesto cómo el fallecimiento del Monarca sorprendió a los dos políticos «en el momento en que en el despacho de la Presidencia del Consejo de Ministros, en la calle de Alcalá, daban la última mano a su patriótico acuerdo», asegurando de esta forma el futuro de la Monarquía, mediante la alternancia de sus partidos, el Conservador y el Liberal, en el Gobierno de la Nación, apoyando con su absoluta lealtad a la Reina Regente.

El día 27 de noviembre, a los dos días del fallecimiento de Alfonso XII, la «Gaceta» daba a conocer, en cumplimiento de lo pactado, la dimisión de Cánovas y el nombramiento de Sagasta como presidente del Consejo de Ministros. Por otra parte, en esta misma edición de la «Gaceta» aparecían, por un lado, la dimisión de los ministros de Cánovas, que con generosidad y altruismo dejaban sus carteras ministeriales secundando a su jefe; por otro, el nombramiento de los nuevos ministros, lo más selecto del Partido Liberal, escogidos por Sagasta para formar su equipo de Gobierno y que le siguieron con no menos altruismo y generosidad.

El acuerdo de Estado, suscrito entre Cánovas y Sagasta, conocido como ya sabemos como el «Pacto de El Pardo», constituye una página ejemplar de la Historia de España, debido al patriotismo y desinterés de sus dos protagonistas. Uno cediendo el poder y el otro aceptándolo en tan difíciles circunstancias. Su sentido de responsabilidad y prudencia política aseguró la Regencia de Doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, luego Austria, y la estabilidad política de España durante muchos años.

En estos momentos tan críticos que atravesamos en España, se necesitan en todos los partidos políticos muchos Cánovas y muchos Sagastas. Solo el acuerdo y el buen sentido de unos y otros hará posible salir adelante si pensamos únicamente en el bien de España y de los españoles.

Valentina Gómez Mampaso, exdecana de la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Comillas, ICAI-ICADE

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