El mantenimiento del crecimiento en la India

La India no se ha librado de la desaceleración de la economía mundial. Para mantener el crecimiento que necesita a fin de seguir sacando de la pobreza a millones de personas, tendrá que replantearse su política económica. Para tener éxito, la India tendrá que intensificar la demanda interior y regional, fortalecer sus instituciones macroeconómicas e incorporarse a la lucha por un sistema mundial abierto. Unas perspectivas menos favorables en el exterior no deben hacer que la India reduzca sus ambiciones.

Para la realización de dichas ambiciones, harán falta inversiones que aumenten la eficiencia, en particular en materia de infraestructuras. Se deben conectar todos los rincones del país con los mercados interno e internacional mediante carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos. Se deben poner a disposición de los ciudadanos insumos como la energía, los minerales y el agua a precios competitivos. Se debe conectar el país con los mercados mediante aparatos portátiles y banda ancha y se debe facilitar más el acceso a la financiación, en particular para quienes han estado tradicionalmente excluidos de ella. Se están formulando los planes para la consecución de esos objetivos; ahora se debe aplicarlos.

Además, se debe mejorar el capital humano, lo que presupone una mayor inversión en atención de salud, nutrición y saneamiento, a fin de que los ciudadanos de la India estén sanos y aptos; una educación adaptada al desarrollo de las aptitudes que se valoran en el mercado laboral; y la creación de puestos de trabajo en empresas que tengan un incentivo para invertir en capacitación. Para lograr todo eso, es necesario que la burocracia se centre en servir a la economía, en lugar de –como ha ocurrido con demasiada frecuencia– en lo contrario. Resulta prometedor que los dirigentes políticos hayan afirmado su creencia en un “gobierno mínimo y una máxima gestión idónea”.

El impulso del crecimiento mediante la demanda interna deberá estar gestionado cuidadosamente. Como país que no pertenece a ningún bloque de poder, la India no puede permitirse el lujo de situarse en la posición de necesitar un apoyo multilateral, trampa en la que incluso países desarrollados, como Portugal y España, han caído. Existe el riesgo de una estimulación excesiva, con déficits fiscales que alimenten grandes déficits por cuenta corriente y deudas, que de repente resulte insostenible cuando escasee el dinero. Las pocas economías en ascenso que han evitado los auges y las quiebras lo han logrado ateniéndose a marcos normativos racionales.

La prudencia fiscal es esencial. Vale la pena peguntarse si la India necesita más instituciones para controlar los déficits y supervisar la calidad de sus presupuestos. Varios países tienen órganos independientes que se pronuncian sobre los presupuestos. Dichos órganos son particularmente importantes para hacer cálculos presupuestarios, en particular las obligaciones a largo plazo no financiadas. Como ha mostrado la experiencia de los países desarrollados, los compromisos fiscales a largo plazo, como, por ejemplo, las pensiones y la atención de salud universales pueden ser fáciles de formular, pero difíciles de cumplir.

En el aspecto monetario, el Banco de la Reserva de la India debe centrarse en mantener baja y estable la inflación y garantizar las condiciones óptimas para el crecimiento. Sin embargo, al centrarse en la inflación el BRI debe reconocer que los mercados en ascenso no tienen tanta capacidad de resistencia como las economías industriales. Son más frágiles y los colchones económicos de sus hogares y sus redes de seguridad son menos sólidos. La desinflación, cuando sea necesaria, no puede ser tan pronunciada.

El BRI tendrá que prestar atención también a la estabilidad financiera. Normalmente, se trata de un objetivo secundario, pero puede llegar a ser fundamental, si la economía entra en un auge de precios de los créditos y los activos con inflación baja. Será importante recordar que el papel del banco central no es el de impulsar los precios de los valores, sino el de velar por que los fundamentos subyacentes de la economía y su sistema financiero permitan un crecimiento sostenible.

La India va a acumular un déficit por cuenta corriente en el futuro previsible, lo que significa que necesitará una financiación extranjera neta. La forma más estable de financiación, la inversión extranjera directa, entraña el beneficio suplementario de aportar nuevos métodos y tecnologías, pero la India no debe comprometer precipitadamente sus intereses para atraer dicha financiación. Por ejemplo, los requisitos de la India para patentar un medicamento son totalmente racionales, independientemente de lo que las empresas internacionales de medicamentos digan, pero debe velar por que sus políticas sean transparentes y se resuelvan rápidamente las controversias contractuales, en particular sobre la fiscalidad. Ya se ha empezado a adoptar medidas para lograrlo.

Por último, como país que no exporta recursos naturales decisivos y depende de importantes importaciones de productos básicos, la India necesita un sistema abierto, competitivo y vivo de comercio y financiación internacionales. La seguridad energética de la India, por ejemplo, no depende de poseer activos de petróleo en países remotos y frágiles, sino de velar por que el mercado mundial del petróleo funcione bien y no resulte perturbado. Unas instituciones fuertes, independientes y multilaterales que puedan desempeñar el papel de árbitros imparciales para facilitar las transacciones internacionales redundarán en provecho de la India.

De momento, el sistema monetario internacional sigue dominado por los marcos aplicados por los países desarrollados. Aunque esa situación está empezando a cambiar lentamente, existe la necesidad cada vez mayor de una rápida revisión. Cuando los países desarrollados padecen un crecimiento lento y grandes cargas de deuda, ya no se puede dar por sentado su interés por un sistema mundial abierto. De hecho, es probable que la atención de sus autoridades se vuelva hacia dentro, entre peticiones cada vez mayores de medidas proteccionistas.

Así, pues, la responsabilidad de mantener abierta la economía mundial puede recaer en países en ascenso como la India. Ésa es la razón por la que esos países deben instar a que se reformen las cuotas y la dirección de las instituciones internacionales y se presenten nuevos programas, nuevas ideas y nuevas concepciones en la escena mundial. La India ya no puede limitarse a poner objeciones a las propuestas de los países desarrollados; debe poner sus propias propuestas sobre la mesa. Nuestros departamentos de investigación, universidades y grupos de estudios deben engendrar ideas que puedan utilizar los representantes de la India.

La India puede seguir prosperando, si invierte en capital físico y humano y aplica políticas fiscales y monetarias prudentes, pero esa estrategia requiere también que desempeñe el papel que le corresponde en la escena internacional.

Raghuram Rajan is Governor of the Reserve Bank of India. Traducido del inglés por Carlos Manzano.

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