El mercado laboral muestra agotamiento

Se han publicado los datos de paro registrado y de afiliación a la Seguridad Social del mes de junio y podemos observar cómo se reduce el número de parados en 42.409 personas y aumenta el número de cotizantes a la Seguridad Social en 115.607 personas. Obviamente, siempre que el paro baja y aumenta el empleo es una buena noticia.

Ahora bien, eso es la superficie de los datos, de las notas publicadas por los ministerios de Trabajo y de Seguridad Social, pero si profundizamos en el análisis de dichos datos, la realidad es bien distinta: al hacer ese análisis profundo vemos que, desgraciadamente, el mercado laboral da signos de agotamiento, que es la relación directa posterior con el estancamiento y empeoramiento generalizado que está sufriendo la actividad económica -recordemos que el empleo actúa siempre con un cierto decalaje, como un indicador retrasado de la actividad-.

Así, vemos que ese descenso del paro en poco más de 40.000 personas se debe, única y exclusivamente, al período veraniego, de manera que si le quitamos el efecto estacional, el paro sube en 3.720 personas. Adicionalmente, aun sin desestacionalizar podemos ver que el dato es muy modesto, puesto que, salvo en 2020, cuando la economía estaba todavía prácticamente cerrada derivado de las restricciones impuestas por la pandemia, es el peor dato de paro registrado de un mes de junio desde 2011. Es decir, incluso ese descenso del paro motivado por la temporada de verano es mucho más limitado respecto a los ejercicios de la última década.

Es tan modesto el dato de este mes de junio (42.409 parados menos), que si tomamos el mes de junio de 2011 o de 2012, en lo peor de la anterior crisis, el paro registrado descendía más que en junio de este año: así, en 2011 descendía en 67.858 personas y en 2012 lo hacía en 98.853 parados. Por tanto, queda poco espacio para la alegría.

Del mismo modo, si el dato de este año no es peor se debe a que tres regiones importantes no gobernadas por los socialistas -Madrid, Galicia y Castilla y León- son la segunda, tercera y cuarta regiones, respectivamente, donde más baja el paro en el mes, y, al mismo tiempo, Andalucía y Madrid son la primera y segunda región donde más baja el paro en interanual. Es decir, ni siquiera el Gobierno puede presumir del exiguo dato de descenso del paro, ya que una parte importante de la bajada se da donde no gestiona.

Para completar el dato de paro, comprobamos que, aunque poco, sube el paro juvenil, y lo hace en 1.289 personas, elemento que suele ser sintomático de un empeoramiento del mercado laboral, pues cuando éste empieza a deteriorarse en España, el segmento de población que más sufre es el de los menores de veinticinco años.

Por otra parte, tampoco puede presumir de la evolución de la contratación, ni siquiera con todos los trucos de prestidigitación que el Gobierno ha puesto en marcha con la reforma laboral. De esa forma, vemos cómo el número de contratos registrados baja en 29.059 contratos en tasa interanual.

Adicionalmente, el aumento de la contratación indefinida en tasa interanual sigue distorsionada por el cambio habido en la contrarreforma laboral, que obliga a la conversión en indefinidos, no porque se produzca, realmente, tal incremento. De hecho, de todos los indefinidos del mes (783.595), 178.092 son a tiempo parcial y 292.679 son fijos discontinuos.

Y es aquí, en los fijos discontinuos donde el Gobierno despliega la nueva legislación que le permitirá no considerar como parados a los temporales, convertidos ahora en fijos discontinuos, cuando cesen su actividad. Antes, como temporales, al terminar su actividad pasaban a ser considerados parados. Sin embargo, la figura de fijo discontinuo está excluida de la consideración de parado, siendo "otros no ocupados" dentro de los demandantes de empleo no ocupados (DENO's). Por tanto, la distorsión en cuanto al paro no se produce ahora, sino que llegará cuando cesen su actividad. Si analizamos el incremento de los fijos discontinuos este año se sitúa, en el acumulado a junio, en 870.301 en tasa interanual. Es decir, hay un artificio de más de tres cuartos de millón de contratos indefinidos que no lo son, que serán más de tres cuartos de millón de parados menos contabilizados cuando cesen su actividad. Si eso sucede, habrá una clara divergencia con la EPA, que sí que los considerará como parados.

Y tampoco puede presumir el Gobierno de una gran calidad en el empleo, porque aunque por ley cambie los temporales a indefinidos, el incremento de los indefinidos a tiempo parcial muestra el empeoramiento de las condiciones de trabajo en el mercado laboral español.

En cuanto a los datos de afiliación a la Seguridad Social, como he dicho antes aumenta en el mes en 115.607 personas. Ahora bien, si se desestacionaliza ese aumento se queda sólo en 76.948 afiliados.

Adicionalmente, el último día de junio se destruyeron 235.948 empleos respecto al dato de inicio del mes, al medirlo como afiliados diarios y no medios, con una variación

negativa en el último día del mes respecto al día previo de 244.134 afiliados. Es decir, se pierden a final de mes casi un cuarto de millón de empleos.

Sin embargo, tristemente, el Gobierno se instala en un erróneo triunfalismo, porque el problema del empleo no se arregla cambiando de nombre por ley los contratos temporales para llamarlos ahora fijos discontinuos, ni repitiendo mil veces que la economía va mejor. Como hemos visto, los datos son meramente estacionales, muy modestos, con muestras de agotamiento.

El problema es que tras los datos propios del verano, que, como hemos visto, no han sido tan buenos en su inicio de junio, vendrá el otoño, con todos los problemas que está enquistando el Gobierno, que no hace nada por remediar la asfixia de la inflación de las familias, al negarse a deflactar el IRPF y a bajar impuestos, provocando que los ciudadanos, especialmente los de rentas más débiles, ya no puedan llegar a fin de mes porque el impuesto que supone la inflación los arruina, al tiempo que la industria pierde competitividad por el aumento de costes energéticos, llegando, incluso, a disminuir la producción, de manera que mientras ciudadanos y empresas sufren, el Gobierno aumenta la recaudación a costa de su sufrimiento, en lugar de bajar impuestos para aliviarlos.

Esos problemas que el Gobierno está intensificando con su equivocada política económica, van a estallar en el otoño, al que habrá que unir la subida de las cuotas hipotecarias, además de la inseguridad jurídica que genera el Gobierno con el asalto a empresas e instituciones, que merma la Marca España y ahuyenta inversiones, actividad y puestos de trabajo.

El Gobierno, más que celebrar, debería trabajar para evitar el desastre al que lleva a la economía española, pero está distraído con las peleas entre ellos mismos y su nerviosismo electoral, mientras disimula con el espejismo de estos datos que, al analizarlos en profundidad, no sólo no son buenos, sino que marcan, desgraciadamente, el inicio del declive de la economía española al que nos lleva el actual Ejecutivo.

José María Rotellar, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, del CES Cardenal Cisneros y del Trinity College.

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