¿Nos va a matar a todos el submarino nuclear ruso 'Belgorod' y el torpedo 'Poseidón'? Ésa ha sido la pregunta de la semana. Los medios de comunicación de Europa han dado la voz de alarma con esas dos supuestas armas, a las que algunas informaciones han atribuido propiedades mágicas.
Las informaciones serían ciertamente terroríficas si no fuera porque el 'Belgorod' no tiene, que se sepa, nada de excepcional, y el 'Poseidón' no existe, y probablemente no vaya a existir nunca, porque es un arma que no se puede fabricar (y, desde luego, visto el desastre de la tecnología militar de Rusia, si algún país lo lograra, no sería ése). De hecho, ambos sistemas son, más bien, un ejemplo del catastrófico estado de las Fuerzas Armadas rusas. Nadie se ha dado cuenta de la ironía de que Belgorod es una ciudad del Oeste de Rusia, a solo 40 kilómetros de la frontera con Ucrania, en la que los ucranianos han llevado a cabo acciones de sabotaje y posiblemente bombardeos, y que está recibiendo a miles de refugiados a medida que las tropas rusas se retiran del país vecino. Así que, a día de hoy, la palabra 'Belgorod' es sinónimo del fracaso de Rusia, no de su capacidad en ingeniería o en tecnología militar.
El diseño del 'Belgorod', de hecho, data de 1975, cuando Leonid Breznev era secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Gerald Ford presidente de Estados Unidos, no existía Apple, y Elon Musk tenía cuatro años. Eso indica que no se trata de algo especialmente moderno.
La nave empezó a ser construida en julio de 1992, o sea, seis meses después de que la URSS dejara de existir. Pero no fue botada hasta nada menos que 27 años después, en 2010. En 2020 fue entregado a la Marina rusa. Y en julio pasado, 30 años después de que empezaran los trabajos, entró finalmente en servicio. El 'Belgorod' tal vez será el submarino más terrible del Universo. Eso no lo sabemos. Pero lo que sí podemos afirmar es que a los egipcios les llevó menos tiempo acabar las Pirámides.
Ese retraso gigantesco se debe a una razón: Rusia no tiene dinero para hacer ese barco. De hecho, Moscú estuvo a punto de vender el 'Belgorod' a la Marina de India, a ver si así sacaba unas perras. Es cierto que en 30 años Rusia ha tenido tiempo de mejorar el diseño del submarino. Por ejemplo, el 'Belgorod' mide 30 metros más que los demás submarinos de su clase (denominada 'Oscar II' por la OTAN), lo que lo hace el sumergible más largo del mundo.
Pero ser más grande no significa necesariamente ser más peligroso. De hecho, el 'Belgorod' mide más que los demás 'Oscar II' porque en 2012, cuando llevaba 20 años en construcción, fue transformado en un submarino para 'misiones especiales'. Eso en sí mismo tampoco implica un mayor peligro. EEUU, por ejemplo, tiene el submarino nuclear 'Jimmy Carter', de la clase 'Seawolf', para ese tipo de actividades, que suele ser un eufemismo para referirse a espionaje. Normalmente, las unidades destinadas a misiones especiales son bastante diferentes de las demás de cada clase. Los 'Oscar II' suelen lanzar misiles nucleares de crucero; éste podría dedicarse a otro tipo de misiones.
Ser más largo puede servir al 'Belgorod' para servir como base de lanzamiento de otros submarinos. Rusia tiene en servicio dos submarinos de bolsillo de la clase 'Paltus' que, tal vez, podrían adecuarse a esa misión. También tiene otro, de propulsión nuclear, el 'Losharik', que se incendió en 2019 y estará en reparación, como poco, hasta 2025. Porque hay que tener en cuenta que la mayor amenaza de los submarinos rusos es para sus propias tripulaciones, dada su propensión a sufrir accidentes y a no salir a la superficie jamás después de hacer la inmersión, lo que ha dejado el fondo de los océanos (y también la superficie, en especial en la costa rusa del Ártico) regado de estas naves, con sus reactores nucleares siendo corroídos por el agua del mar y abriendo nuevas fuentes de contaminación en el mundo.
Y ahí, en el hecho de que el 'Belgorod' está hecho para llevar otras naves, entra el 'Poseidón', un torpedo ciertamente temible si no fuera por dos razones. Una: no existe. Y dos: es posible que jamás exista. El 'Poseidón' -cuyo nombre oficial es Sistema Multitarea Oceánico Estatus 6- fue anunciado por Vladimir Putin en 2018, en un discurso en el que comunicó al plantea Tierra seis sistemas de armas con las que vino a decir, básicamente, que nos va a matar todos si no nos portamos bien. Desde entonces, Rusia ha divulgado algunos vídeos del torpedo, y animaciones por ordenador. Con semejante base, Moscú podría haber anunciado que está a punto de fabricar el 'Halcón Milenario' de la 'Guerra de las Galaxias' o un robot 'Cybertronian' como 'Optimus', de 'Transformers'. Por falta de imaginación, que no quede.
El 'Poseidón' será, en teoría, un vehículo submarino autónomo, o sea, que no tendrá tripulación, con una autonomía de casi 20.000 kilómetros, lo que le permitirá prácticamente golpear cualquier lugar del mundo, que funcione con un reactor nuclear, y cuya cabeza de guerra será una bomba atómica de cien megatones, o sea, unas 7.000 veces la bomba de Hiroshima.
Según Rusia, el sistema ya está en fase de pruebas. Pero eso, al margen de Rusia, no se lo cree nadie. El 'Poseidón' presenta tantas dificultades técnicas que es casi un chiste. La más obvia es meter un reactor nuclear -que suele ser grande- en un torpedo que mide 20 metros de largo por 2,5 de ancho. Si eso es posible, queda por ver cómo se va a mover el torpedo, dado que los reactores, por su propio diseño y para evitar fugas radioactivas, son pesadísimos.
En el caso de que los ingenieros rusos hubieran conseguido tamaña proeza, queda la cuestión de por dónde se va a mover el torpedo autónomo. Porque sabemos más de la superficie de Marte que del fondo del mar, con lo que tener una nave autónoma, guiada por un señor en, pongamos por caso, Moscú, por un océano en el que, literalmente los submarinos nucleares chocan a veces con montañas que no están en los mapas, sería un hito más. Pero no hemos acabado aún: dar órdenes al 'Poseidón' sería casi imposible, porque, a día de hoy, la tecnología disponible hace más fácil comunicarse con el espacio exteriores que con las profundidades del mar.
Y, por último, está el absurdo militar de la utilidad del Sistema Multitarea Oceánico Estatus 6: ¿para qué hay que atacar un puerto con una bomba atómica? ¿No tiene más lógica volar por los aires, pongamos por caso, Washington, o los centros de mando y control de Estados Unidos? Por último, la bomba de cien megatones que el 'Poseidón' usaría sería, probablemente, una bomba de cobalto. Esos dispositivos no se han ensayado nunca, porque generarían tanta radiación que probablemente causarían la muerte de cientos de millones de personas cada uno. Si Putin usara el 'Poseidón' que no existe, no sería una catástrofe, sino el fin del mundo. La respuesta de la OTAN, o de quien fuera atacado, supondría la aniquilación de Rusia. Y eso es algo que el propio Putin no quiere porque, incluso aunque saliera con vida de esa guerra, no le quedaría a nadie para darle órdenes. Por fortuna, ése no será le caso. Más que si lanza o no el 'Poseidón', Rusia tendrá que pensar en cómo impedir que los ucranianos le sigan vapuleando en el frente en Ucrania.
Pablo Pardo