El misterio de los precios del petróleo

Desde junio del 2014 a febrero de este año, esto es, en los últimos 20 meses, los precios del crudo de petróleo disminuyeron en un 75%, al pasar de 108 dólares a 26 dólares el barril.

Las razones que se alegan para que este fenómeno haya ocurrido son que, por un lado, actualmente hay una sobreproducción del crudo que conlleva a una saturación del mercado; y por el otro, que debido a la desaceleración del crecimiento de la economía en China, hay una disminución de la demanda.

En otras palabras: de conformidad con los criterios esgrimidos, lo que viene a explicar, en los últimos tiempos, el brutal colapso experimentado por los precios del petróleo es el clásico concepto de la relación entre oferta y demanda que rige el comportamiento de los mercados en una economía de libre competencia.

En parte, es así. La sobreproducción ha generado que los países miembros de la OPEP tengan cerca de 32 millones de barriles diarios colocados en el mercado, y que después del levantamiento de las sanciones, Irán haya incrementado su producción a tres millones diarios de barriles e Irak disponga, en adición, de 4,3 millones de barriles cada día.

En Estados Unidos, como consecuencia de la llamada revolución del shale gas, o gas de esquisto, se ha pasado de 4,6 millones de barriles diarios en 2005 a 9,6 millones en la actualidad.

Más aún, en estos momentos, Estados Unidos tiene 508 millones de barriles de petróleo en almacenamiento, lo que representa su mayor capacidad de suministro en los últimos 80 años.

Por el lado de la demanda, es incuestionable que al pasar China de un nivel de crecimiento del 12% del PIB al 6,5%, y al cambiar de un modelo de exportación a otro de desarrollo interno, su capacidad de demanda de petróleo ha disminuido.

Pero si los fundamentos de la economía, esto es, oferta y demanda, son las causas determinantes de la drástica caída de los precios del petróleo, ¿por qué frente a la sobreoferta o la disminución de la demanda los países productores del crudo no han tomado medidas para reducir la producción?

Lo que se sostiene es que Arabia Saudí, con la finalidad de proteger sus cuotas de mercado, ha preferido mantener sus actuales niveles de producción. Con eso, impulsa hacia la baja los precios del crudo y saca de la competencia a los nuevos productores norteamericanos del gas de esquisto.

Aunque debido a esa política Arabia Saudí ha visto mermar sus ingresos, han disminuido sus reservas, se ha incrementado su déficit y ha subido su deuda, no es menos cierto que también ha provocado la quiebra de numerosas nuevas empresas petroleras estadounidenses.

La quiebra de esas empresas norteamericanas ha generado serias preocupaciones en el sector financiero. Los bancos se han visto expuestos al riesgo de no poder cobrar préstamos concedidos en la época en que los precios del crudo estaban por encima de los 100 dólares el barril.

Además, por efectos de correlación, el desplome de los precios del petróleo ha tenido impacto en los mercados bursátiles, que han visto disminuir el valor de las acciones empresariales en los mercados de Shanghái, Nueva York, Londres, Hong Kong y Fráncfort.

Pero si esa es la situación de los nuevos productores, del sector financiero y de los mercados bursátiles, ¿por qué el Gobierno de Estados Unidos no ha intervenido a su favor, presionando a Arabia Saudí y a otros miembros de la OPEP para que disminuyan la producción y, por consecuencia, hacer subir los precios?

Tal vez porque, hasta ahora, la prioridad de Estados Unidos ha sido otra. Ha sido, más bien, de carácter geopolítico, orientada, por la vía de la disminución de los precios del crudo, a provocar el debilitamiento del Gobierno de Putin, en Rusia, después de la crisis de Ucrania, como actualmente acontece; a obligar a Irán a negociar su programa nuclear, como efectivamente se logró; y a desgastar el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, en Venezuela, como está sucediendo.

Es probable, también, que otras variables hayan sido tomadas en consideración para no tomar medidas favorables a un incremento de los precios del crudo.

Por ejemplo, es posible que frente al débil crecimiento de la economía global, originada desde la crisis financiera desatada a fines del 2007, se haya considerado que una bajada en los precios del petróleo podría constituir un estímulo para su reactivación.

Sea como fuere, lo cierto es que frente al sombrío panorama que ha creado la caída de los precios del petróleo, países como Nigeria y Venezuela han presionado tanto a Arabia Saudí como a la OPEP para que bajen la producción e incentiven un aumento de los precios del crudo.

Pero a lo más que se ha llegado es a un congelamiento de la producción. De esa manera, los factores de mercado que han determinado el colapso de los precios del crudo, oferta y demanda, se mantienen invariables, con lo cual no habría motivos para un alza de los precios.

Sin embargo, después de haber caído, en febrero, a su nivel más bajo desde 2003, durante las últimas dos semanas el precio del petróleo ha subido en un 32%, para llegar a cotizarse por encima de los 34 dólares el barril.

Lo único que realmente podría explicar esa nueva situación es el fortalecimiento del dólar estadounidense y la participación de fondos de alto riesgo (hedge funds), bancos de inversiones y compañías de seguros en la compra de contratos a futuro de petróleo, mediante la especulación financiera.

Eso fue lo que ocurrió en 2008, cuando los precios del petróleo pasaron de 147 dólares el barril en junio de ese año a tan solo 30 dólares seis meses después, sin que hubiese cambio alguno en los mecanismos de mercado.

Ahora ya sabemos que las fluctuaciones de precios no se corresponden exclusivamente a las leyes de la oferta y la demanda. También intervienen otros factores, como la nueva modalidad de la especulación financiera sobre contratos a futuro.

Ahí radica el misterio sobre los precios del petróleo.

Leonel Fernández fue presidente de la República Dominicana entre 2004 y 2012.

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