El mito de la austeridad

El debate, académico y en los medios, acerca de lo que nos sucede se ha centrado últimamente en el negativo impacto de la austeridad sobre el crecimiento. Se argumenta que la caída de la actividad es la responsable de la contracción del ingreso y de la emergencia del déficit. Por ello, si se pretende reducir el déficit hay que dar un carácter expansivo a la política fiscal, rompiendo el círculo vicioso de mayores recortes, más recesión y mayores déficits. Es difícil no estar de acuerdo con argumentos tan genéricos. Pero, cuando se analiza con más detalle, el olvido de aspectos claves deja en papel mojado las conclusiones. Por ello, me permitirá el lector que me extienda sobre algunas cifras que demasiada gente parece desconocer.

Comencemos por la relación entre recortes y recesión, que parece una verdad incontrovertible. Los Presupuestos que han intentado controlar el déficit seriamente han sido los del 2010 (Zapatero) y del 2012 y 2013 (Rajoy). En mayo del 2010, Zapatero subió el IVA, congeló pensiones y redujo el 5% de los salarios de la función pública, entre otras medidas. ¿Cuál fue la respuesta del PIB? Pues un avance intersemestral anualizado del 1% en el primer semestre del 2011. ¿Milagro? En absoluto. La economía europea iba lanzada, con Alemania y Francia creciendo en tasa anualizada en los seis primeros meses del 2011 cerca del 3,3% y del 2,0%.

¿Qué sucede en la segunda mitad del 2011, cuando el crecimiento colapsa y España contempla una caída anualizada del -0,3%? Pues que se puso en cuestión la supervivencia del euro. Y comenzó el pandemonio, con importantes salidas de capital (300.000 millones dejaron España entre junio del 2011 y del 2012). Lógicamente, el gasto de empresas y particulares en el área se congeló. Por ejemplo, Alemania pasó de crecer al 4,9% intertrimestral anualizado en el primer trimestre del 2011 a caer al -0,7% en el cuarto. ¿Era la austeridad alemana, o europea, la que golpeaba su economía? De ninguna manera. Era la desconfianza en el futuro de la moneda. Esta es la razón última de la recesión dentro de la crisis que se inició en verano del 2011.

La segunda afirmación es que España ha hecho una drástica política de recortes. Simplemente, falso. En el 2007, la deuda pública se situaba en el 35% del PIB. La acumulación de pasivos a partir del 2008 la situarán, a finales del 2012, cerca del 85% y en el 90%, o más allá, en el 2013. En euros, eso significa un aumento de la deuda próximo a los 600.000 millones, a razón de 100.000 millones/año. ¿Austeridad? ¿Qué austeridad? ¿Qué habría que haber hecho? ¿Expandir el gasto y aumentar la deuda por encima de ese 9% de media anual?

Lo que no se quiere entender, lo que se niega, es la diabólica relación entre el colapso de la demanda privada y la explosión del endeudamiento público. En el 2007, el sector privado necesitó cerca del 13% del PIB para financiar una inversión del 27% del PIB, mientras las administraciones públicas presumían de un ahorro de casi el 7% del PIB, y de un superávit próximo al 2%. A partir del 2008, el colapso de la demanda privada (reflejo de su endeudamiento y la reducción del crédito) se tradujo en una muy severa contracción del gasto. Así, de necesitar financiación por aquel 13% del PIB, en el 2011 al sector privado le sobraron importantes recursos, en el entorno del 5% del PIB. Esta corrección, que implica un espectacular aumento del ahorro (del 14% al 23% en cuatro años) y, en especial, una intensa caída de la inversión (desde el 27% al 18% del PIB en el mismo plazo), significa menos actividad y, por ello, menos ingresos públicos. Por su parte, en las administraciones, y aunque la inversión retrocedió (del 4% al 2,9% entre el 2007 y el 2011), su ahorro ha colapsado, desde aquel 7% del PIB a un desahorro por un elevado -5,2% entre los mismos años, lo que se tradujo en pasar del superávit del 2007 al déficit cercano al 9% del 2011.

La contracción del ahorro de las administraciones refleja el hundimiento de sus ingresos. Los impositivos se han desplomado entre el 2007 y el 2012, desde los 264.000 millones a unos 215.000 millones. Al mismo tiempo, solo el subsidio de desempleo y los pagos por intereses aumentaron desde los 30.000 millones a los 56.000. Ahí tienen la explicación de nuestros problemas: el automatismo de la contracción de ingresos vinculada al ajuste del sector privado y el aumento, también automático, del gasto, explican directamente casi 80.000 millones de desajuste fiscal en el 2012.

Podemos autoengañarnos. Pero nuestros problemas, hasta hoy, no los ha generado una severa austeridad, sino el tremendo reajuste en el comportamiento de un sector privado ultraapalancado. Y la respuesta automática del sector público a la caída de la demanda privada. Lastimosamente, no hay más cera que la que arde.

Josep Oliver Alonso, catedrático de Economía Aplicada (UAB).

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