El mito del modelo español de trasplantes

Celebrado y adulado a granel durante décadas, el modelo español de trasplantes es ya un mito popular arraigado de tal modo que sólo admite elogios y mentiras complacientes. Cualquier comentario sobre el mismo que no incluya el aplauso incondicional supone para la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y los gestores de la sanidad pública un desaire y si el comentario es crítico, un agravio. Hay, sin embargo, en una larga serie de 28 años —desde 1989, año en que España aparece en las estadísticas internacionales, hasta 2016— datos y hechos relevantes y probados, aunque interesadamente muy poco aireados, que revocan el mito y que ordenados por asuntos y avalados con referencias bibliográficas permiten contrastarlos.

Tasa de trasplantes por millón de personas

Solamente en tres años (1998, 2015 y 2016) de los 28 de la serie, España ha sido líder mundial en la tasa de trasplantes. En los 25 restantes fueron: Austria, 11 años (ocho más que España), Estados Unidos, 9 (seis más que España), Bélgica, tres y Noruega, dos (Newsletter Transplant, vol 1,1996 y vol 22, 2017). Datos esclarecedores (y demoledores) jamás presentados por la ONT a los ciudadanos españoles. Al contrario, se afirma oficialmente que en esos 25 años en que fue gregaria, España ostentaba la primacía en todo: España, líder mundial en donación y trasplantes durante 25 años consecutivos, se podía leer en la nota de prensa del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, del 11 de enero de 2017. Naturalmente este titular oficial fue recogido y difundido por todos los medios con las alabanzas acostumbradas. Así pues, desde hace 25 años, nada menos, los gestores del sistema proclaman a voz en grito que el modelo Rey viste ropas suntuosas sabiendo que está desnudo.

Tasa de donantes

España ha sido líder mundial en la tasa de donantes durante 22 años (1994-2016, salvo 1996) de los 28 seriados. Pero hay que precisar: España ha sido líder en donantes reales, es decir, aquellos a los que se les ha extraído uno o más órganos resulten estos aptos para el trasplante o deban desecharse. Los países agrupados en Eurotransplant y en Scandiatransplant, excluyen a los donantes cuyos órganos son inservibles y sólo cuentan como donantes a los efectivos o útiles, o sea, aquellos de los que al menos un órgano ha sido ya trasplantado. Cuando se comparan únicamente donantes efectivos, España deja de ser líder varios años de los 22. Por ejemplo, de 2010 a 2015 las tasas de donantes efectivos de Croacia son superiores a las de España (Eurotransplant Annual Report, 2010- 2015; Memoria de Actividad de Donación de la ONT, 2010-2015).

Tasa de donantes y eficiencia

El modelo español fue primero en donantes durante 22 años y en 19 de ellos no lo fue en trasplantes. En ese largo intervalo Austria, Estados Unidos, Bélgica y Noruega, todos con menor tasa de donantes que España, fueron, cada uno en varias ocasiones, líderes mundiales en la tasa de trasplantes. Con menos donantes que España han hecho más trasplantes que España. Han sabido maximizar sus recursos (eficiencia) mientras que España malbarató los suyos (ineficiencia). Y ¿para qué sirve ser líder mundial en donantes si no se es también en trasplantes, que son los que salvan vidas?

Porcentaje de donantes no utilizados y de órganos desechados

El modelo español origina desde hace años porcentajes muy elevados de donantes no utilizados: en 2015, el 13,3%, muy por encima de los países miembros de Eurotransplant y Scandiatransplant (por ejemplo, Austria, el 4,4% o Noruega, el 0,1%); y también de órganos desechados: en 2015, el 24,1% (equivalente a 1.330 órganos), mientras que en Estados Unidos este porcentaje desciende al 13,7% (Memoria de Actividad de Donación de la ONT, 2015; OPTN/SRTR Annual Data Report, 2015. U.S. Department of Health and Human Services; Eurotransplant Annual Report, 2015; Scandiatransplant Annual Report, 2015).

Incentivos financieros a la producción

Unos raros incentivos, únicos en nuestra sanidad pública y en el resto del mundo civilizado, ya llamados "plus de los trasplantes", gratifican con generosidad todos y cada uno de los actos de este tratamiento, desde la detección del donante hasta la implantación del órgano. Su cuantía es en general alta y variable, dependiendo del número de actos que hayan cumplido. Pago por acto, cuantos más actos más ingresos.

Naturalmente, este engarce del trasplante con el dinero produce no pocas consecuencias indeseables: erosiona las pautas científicas ya que el plus empuja a una búsqueda constante de más órganos para aumentar los ingresos, y es inevitable que se afloje el rigor debido en la selección de donantes y, probablemente también, en la de receptores —los desmesurados porcentajes de donantes no utilizados y de órganos desechados, pero por cuya extracción se han pagado pluses, lo evidencian—; quebrantan la solidaridad social porque las autoridades sanitarias ocultan a la sociedad estos inexplicables pluses temerosas de que su conocimiento público dificulte la obtención de órganos; todo se hace opaco; crea injustas desigualdades laborales teniendo en cuenta que los profesionales que hacen trasplantes tienen ingresos mensuales superiores en un 50% o más a los de sus compañeros con iguales conocimientos, formación, trabajo y experiencia; el plus divide a los profesionales sanitarios del peor modo: por el dinero que cobran.

"Nosotros creemos firmemente que no debería haber ningún incentivo económico para el personal sanitario en el campo de los trasplantes, como ha sido la tradición de los países nórdicos. Ahora hemos cambiado nuestras normas para prohibirlos expresamente", párrafo de la carta que, con fecha del 18 de marzo de 2016, nos envió el director médico de Scandiatransplant, doctor Kaj Anker Jørgensen, acusando recibo de un artículo nuestro. Y podemos asegurar que este sentimiento de rechazo absoluto se produce también en especialistas de otros países cuando conocen que el motor del modelo español es el dinero.

Enrique Costas Lombardía es economista y expresidente de la Comisión Abril. Carlos Lozano Trotonda es médico en el Hospital Universitario Santa Cristina.

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