El modelo vietnamita para Corea del Norte

En Hanói, Vietnam, Kim Jong-un, el líder norcoreano de 35 años, se reunirá en su segunda cumbre con el Presidente estadounidense Donald Trump. No solo buscará un acuerdo sobre el tema nuclear, sino que apuntará a un objetivo de más largo plazo: sacar a su país del aislamiento diplomático, mitigar la presión de años de sanciones económicas internacionales y reformar el “reino ermitaño”, sumido en la pobreza, para afianzarse en el poder en las décadas futuras.

A medida que Kim prepara el rumbo futuro de su país, tal vez advierta que el propio historial de Vietnam en las últimas tres décadas es el modelo más útil de imitar. Por ello es tan importante su visita bilateral a Vietnam esta semana, que no se ha de pasar por alto entre la fanfarria que rodea a la cumbre con Trump.

Existen muchos parecidos entre la Corea del Norte actual y Vietnam antes de que se abriera al mundo y adoptara las reformas de mercado conocidas como Doi Moi (renovación) a fines de los 80. En ese entonces, Vietnam también era una economía dirigida en la que predominaban empresas estatales ineficientes. El exceso de gasto en defensa había llevado a una pobreza y un subempleo generalizados, y el país enfrentaba fuertes sanciones internacionales debido a su ocupación de Camboya. Tras 30 años de reformas, la economía vietnamita se ha multiplicado por 30 y el país salió de la clasificación de bajos ingresos en 2010. Hoy es una de las economías más abiertas del mundo, con un comercio total de más del doble de su PIB.

Lo que es más importante, aunque Vietnam no está gobernada por un caudillo como Kim, el Partido Comunista de Vietnam (PCV) tiene un monopolio del poder similar. Las reformas económicas de las últimas tres décadas han fortalecido al régimen del PCV, no en menor medida al aumentar su legitimidad local e internacional. Sin duda, esto es de interés para Kim, a quien le preocupa intensamente su seguridad personal y la de su régimen.

En términos de relaciones exteriores, Vietnam también solía ser un acérrimo enemigo de Estados Unidos. Recién en 1994 los estadounidenses levantaron su embargo económico sobre el país, allanando el camino para la normalización de las relaciones al año siguiente. Desde entonces, los lazos bilaterales se han fortalecido gradualmente hasta alcanzar el nivel de cuasialianza actual. Estados Unidos es hoy el mayor mercado de exportaciones de Vietnam y ocupa el puesto 11 como inversor extranjero, mientras Vietnam es un mercado cada vez más importante para las compañías estadounidenses y un socio clave en la estrategia de seguridad estadounidense regional.

Si Kim es genuino en su intención de mejorar los lazos con Estados Unidos y emprender reformas económicas, entonces Vietnam ofrece un modelo más adecuado que China. Primero, Vietnam es mucho más cercano en tamaño a Corea del Norte. En contraste, China tiene más 1,4 mil millones de habitantes, dando al Partido Comunista local un margen de maniobra para poner en práctica políticas que ni Corea del Norte ni Vietnam se pueden permitir. Segundo, y más importante, Kim no querría parecer más dependiente de China al adoptar su modelo. Eso la haría más vulnerable en el largo plazo y afectaría sus intentos de normalizar relaciones con EE.UU., que ve cada vez más a China como una amenaza.

Igual que Vietnam tuvo que solucionar el problema de Camboya en los años 80 antes de poder escapar de las sanciones internacionales y empezar a normalizar las relaciones con Estados Unidos, Corea del Norte debe resolver su problema nuclear antes de esperar ningún reconocimiento significativo de los estadounidenses. Y, dado lo mucho que está en juego para ambas partes, es poco realista esperar un acuerdo nuclear bilateral importante a apenas unas pocas rondas de negociaciones.

Sin embargo, debido a que esta es la segunda cumbre, hay razones para creer que ambos países intentarán hacer avances concretos en Hanói. Kim necesita resultados positivos para mostrar su buena voluntad y facilitar la continuidad de las conversaciones con EE.UU., mientras que Trump precisa de otro trofeo de política exterior para consolidar su reputación interna antes de las elecciones presidenciales de 2020. Un posible resultado sería una definición más clara de “desnuclearización” de la Península de Corea. O Estados Unidos y Corea del Norte podrían intentar hacer una declaración formal que ponga fin a la Guerra de Corea, que técnicamente ha seguido vigente desde que los combates se detuvieran en 1953 por un armisticio.

Independientemente del resultado de la cumbre, tal vez Kim quiera cosechar otra lección política de las conversaciones de Vietnam con Estados Unidos. Algunos dirigentes del PCV estaban preocupados sobre las intenciones estadounidenses de derrocar su régimen a través de la “evolución pacífica”, es decir, el fomento de reformas políticas y económicas liberales en Vietnam que acabaran por socavar la solidez del régimen del Partido. Para mitigar esos temores, la declaración bilateral de EE.UU. y Vietnam de 2013 incluyó un compromiso de ambas partes de respetar sus respectivos sistemas políticos.

Puede que Corea del Norte intente llegar a un compromiso similar con Estados Unidos esta semana, con el argumento de que socavar el régimen de Kim no está entre los intereses estadounidenses. En la actualidad, y en las décadas venideras, la abrumadora prioridad de esta potencia en el Asia Oriental será contener el ascenso de China. Y, al igual que Vietnam se ha vuelto cada vez más independiente de China desde las reformas Doi Moi, para los intereses estratégicos de Estados Unidos sería mejor una Corea del Norte menos aislada y más dinámica en lo económico que una nación pobre y dependiente de China.

Es cierto que no deberíamos esperar demasiado de esta segunda cumbre de Estados Unidos con Corea del Norte. No sabemos si Kim considerará seriamente algún día abandonar sus armas nucleares, o lo sincero que sea Trump al dialogar. Pero, como lo demuestra la evidente mejora en las relaciones entre EE.UU. y Vietnam en las últimas tres décadas, las enemistades no tienen por qué ser permanentes. Si Corea del Norte decide seguir el camino de Vietnam, también Estados Unidos se beneficiará.

Le Hong Hiep is a fellow at the ISEAS-Yusof Ishak Institute, Singapore, and the author of Living Next to the Giant: The Political Economy of Vietnam’s Relations With China Under Doi Moi. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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