El multilingüismo como horizonte

La semana pasada, la comisionada para Universitats i Recerca de la Generalitat, Blanca Palmada, presentó, apoyándose en un estudio, una serie de recomendaciones para mejorar los conocimientos de inglés de sus estudiantes universitarios. Si bien la propuesta ha recibido algunas críticas, tanto de fondo como de viabilidad, hay que reconocerle un gran mérito político. Efectivamente, la comisionada ha logrado poner de nuevo sobre la mesa en el ámbito universitario, y con una relevancia inusual, el debate del aprendizaje del inglés, que ya se había planteado en momentos anteriores, pero que siempre se había detenido por circunstancias políticas.

Esta vocación de garantizar un dominio académico en lenguas dentro del nuevo Espacio Europeo de Enseñanza Superior es muy positiva, y es lo que queremos. Eso sí, en la universidad no quisiéramos ni pasar a ser partícipes de la excesiva obsesión social con el tema ni quedarnos simplemente en las palabras. Hoy en día, sabemos cómo debe hacerse, y sabemos el tiempo y el dinero que eso comporta.

¿Cómo hay que hacerlo, pues? Una primera solución viene de la mano de las escuelas universitarias de idiomas (EUI), que, como han hecho hasta la fecha, pueden ocuparse de formar a los estudiantes con necesidades de refuerzo en el inicio de sus carreras. Posiblemente habrá que hacer un esfuerzo suplementario para llegar por completo a los niveles adecuados para las nuevas exigencias en lenguas de los nuevos grados universitarios, y los EUI son el espacio natural para hacerlo. ¿Qué diferencia a las escuelas universitarias de idiomas de las igualmente prestigiosas escuelas oficiales de idiomas? La distancia física de los centros universitarios, la hetereogeneidad de los grupos, y, una cuestión principal, su precio público, dado que están subvencionadas.
Las EUI no han tenido nunca una financiación subvencionada. Si ahora hablamos de la exigencia del conocimiento de inglés, y esta se plantea como recomendación, debería ser el corte igualitario: tendría que venir con un pan debajo del brazo, y para estas estructuras ya existentes, gran activo del sistema catalán que forman a miles y miles de universitarios cada año, tendría que haber un buen trozo. Nuestros estudiantes ya tienen bastante con el esfuerzo académico; no les carguemos, además, con el financiero.

La segunda solución pasa por una política lingüística universitaria bien fundamentada y eficaz. Y, cuando hay que poner los fundamentos para una política de lenguas en la universidad, hay que ir más allá del inglés. En primer lugar, y fundamentalmente, está el catalán: nuestra lengua propia, lengua madre de la institución universitaria en Catalunya, que la universidad tiene el deber de promover y proyectar, ahora internacionalmente. También está el castellano, lengua oficial, y primordial para atraer alumnado que la conoce, bien como primera lengua o bien como segunda. Y están las demás lenguas que, pese a no ser internacionales por excelencia, son lenguas de países vecinos, o lenguas con una tradición en nuestro país, o lenguas de comunidades recién llegadas. Es el caso del francés, el alemán y el italiano, o bien el ruso, el rumano, el árabe, el chino, etcétera, que tanta necesidad de puestos de trabajo generan actualmente. Estas lenguas nos definen un escenario en el que el catalán tiene más sentido que si nos limitamos a situarlo solo junto a las grandes: inglés y español.

Hablamos, por tanto, de una política de fomento del multilin- güismo, no solo del inglés, en la que el catalán es la lengua central. El multilingüismo, algo más amplio que el trilingüismo catalán-español-inglés, es la realidad de la calle, de las aulas de todos los niveles escolares, y es el horizonte educativo universitario en tanto que recomendación europea. Junto a las EUI, los servicios lingüísticos universitarios, con actuaciones tradicionalmente relacionadas con el catalán, la dinamización y la terminología, están trabajando ya con esta proyección, no solo catalana, sino también multilingüe. En la UPF, todas estas iniciativas están recogidas en el Plan de Acción por el Multilingüismo (PAM), que ya ha empezado su despliegue.

¿Y por qué el multilingüismo? Conocer lenguas prepara para la posibilidad de estudiar en el extranjero con programas de movilidad tipo Sócrates-Erasmus, y más tarde permite trabajar en todas partes o, sin moverse, en empresas internacionales: es decir, fomenta la inserción laboral de nuestros graduados universitarios. En su reciente estancia en Barcelona, el comisario europeo de las lenguas recordaba que "para la sociedad, y especialmente las empresas, el inglés ya es solo un requisito, y lo que desean es que el candidato domine un segundo idioma extranjero".

Nuestro horizonte, compartido por las otras universidades catalanas, es una universidad en la que el debate de la lengua sea el debate de las lenguas. Si antes saber lenguas era solo para los estudiosos y especialistas, ahora, en esta época de construcción europea, las lenguas son para todo el mundo: el catalán como necesidad ineludible, el inglés como necesidad básica que se da por supuesto, y las otras lenguas como valores añadidos.

Carme Pérez, vicerrectora de Promoció Lingüística de la Universitat Pompeu Fabra.