El mundo les falló a los niños en zonas de conflicto

El mundo les falló a los niños en zonas de conflicto

Este Día de los Derechos Humanos (10 de diciembre) marca el 70.º aniversario de la aprobación en la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Lamentablemente, los acontecimientos de los últimos años muestran que el mundo no está cumpliendo los compromisos consagrados en ese documento, en particular en lo referido a la protección de los niños.

Por ejemplo, en partes del este de Ucrania controladas por separatistas, donde más de 200 000 niños van a la escuela en áreas militarizadas, hubo kindergartens cuyas ventanas fueron alcanzadas por disparos. También hay informes que señalan que en abril, la fuerza aérea afgana, con respaldo de asesores de la coalición de la OTAN liderada por Estados Unidos, mató a 36 estudiantes, profesores y padres, y provocó heridas a otros 71, en una ceremonia de graduación. Y en agosto, la coalición liderada por Arabia Saudita que viene librando una guerra contra los rebeldes hutíes en Yemen bombardeó un autobús escolar, matando a 40 niños de entre seis y once años de edad.

No es difícil hallar muchos otros ejemplos horribles de cómo los niños se encuentran bajo amenaza en entornos educativos en los que deberían estar a salvo. Cuando la comunidad internacional adoptó la Declaración Universal, acababa de experimentar una guerra mundial terrorífica en la que semejantes atrocidades fueron numerosas, y los líderes mundiales estaban decididos a crear un orden global más justo y armonioso que garantizara las protecciones básicas para todos.

Pero es evidente que la Declaración Universal sigue siendo tan necesaria y relevante hoy como lo era entonces. Según UNICEF, la cantidad de niños que viven en zonas de conflicto aumentó un 74% en la última década. Además, un nuevo informe de la Coalición mundial para proteger de ataques a los sistemas educativos (GCPEA) señala que entre 2013 y 2017, hubo más de 12 700 ataques a entornos educativos, que dañaron a más de 21 000 estudiantes y profesores en al menos 70 países.

La educación es un derecho humano fundamental y una de las cosas más importantes que el mundo puede dar a un niño. La fundación La educación ante todo (organización a la que represento) considera que la educación es el derecho más “habilitante” de todos, porque es el medio más eficaz para reducir la pobreza, generar crecimiento económico y crear sociedades pacíficas y justas.

Pero a pesar de lo importante que es la educación para promover los otros derechos humanos, los que ocupan puestos de poder no la han protegido. Incluso ocurre que las escuelas se usen como centros de reclutamiento de niños soldados. Según el informe de la GCPEA, entre diciembre de 2014 y mayo de 2015 grupos insurgentes en Sudán del Sur fueron a las escuelas y reclutaron a la fuerza a más de 500 niños. En julio de 2013, una profesora en la República Democrática del Congo informó que militantes locales habían visitado su escuela varias veces por mes para secuestrar alumnas a las que luego violaron y mantuvieron cautivas, a veces por meses.

Para estos e incontables otros niños no existe un “lugar seguro” para aprender y hacer planes para el futuro. La amenaza de muerte o lesiones es constante. En demasiados lugares del mundo, los niños son blanco de ataque precisamente porque simbolizan el futuro. No se trata sólo de casos aislados de rebeldes tomando las aulas como botín; se trata más bien de que en muchas zonas de conflicto, las partes combatientes atacan sistemáticamente a los niños como una táctica para desestabilizar y desmoralizar a las comunidades de modo que nunca puedan recuperarse.

Siete décadas después de la Segunda Guerra Mundial, las potencias mundiales y regionales todavía libran guerras por intermediarios que privan a los niños en zonas de conflicto de su futuro, y a veces de sus vidas. En muchos casos, los mismos países que deberían alzarse en defensa de la paz y la seguridad son los que violan la legalidad y los compromisos internacionales de defender los derechos humanos.

En ningún lugar es esto más visible que en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El abuso rutinario del poder de veto por uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad garantiza la impunidad de los ataques a niños y civiles en zonas de conflicto. Los que violan flagrantemente los derechos humanos ya no tienen que temer las consecuencias.

Esto es moralmente inaceptable. Todos los perpetradores de esta violencia (aunque sean un miembro permanente del Consejo de Seguridad, un país poderoso del G7 o alguno de incontables grupos armados) deben estar sujetos a todo el rigor del derecho internacional.

En este Día de los Derechos Humanos, es hora de echar luz sobre cómo la guerra y el conflicto afectan el derecho de los niños a la educación. En un mundo cada vez más interdependiente con desafíos que se intensifican, es todavía más necesario defender la educación como el ingrediente clave para el desarrollo económico, la paz y la prosperidad. No podemos esperar otros 70 años para garantizar este derecho humano fundamental. Todos los que perpetran actos de violencia contra niños o los habilitan, sin excepción, deben rendir cuentas de sus actos.

Maleiha Malik is Executive Director of Protect Education in Insecurity and Conflict (PEIC), a program of the Education Above All Foundation. Traducción: Esteban Flamini.

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