El Muro de Berlín vuelve a caer hoy en Atenas

Por Costas Simitis, primer ministro griego y presidente de turno de la Unión Europea (EL MUNDO, 16/04/03):

Este es un día histórico para Europa. Los dirigentes de Europa se reúnen hoy en Atenas, en el pórtico de Atalo, a los pies de la Acrópolis, para la firma de los Acuerdos de Adhesión por los 10 nuevos miembros de la Unión Europea -Polonia, República Checa, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Lituania, Letonia, Chipre y Malta-, confiriendo con esto fundamento jurídico al acuerdo logrado en la reunión del Consejo Europeo del pasado mes de diciembre en Copenhague.

Se trata de la mayor ampliación en la Historia de la Unión Europea, que hace realidad el sueño de una generación al reunificar Europa 13 años después de la caída del Muro de Berlín, cuando las barreras de la Guerra Fría fueron derrumbadas por la corriente de la democracia y la libertad.

Quiero dar desde estas páginas una calurosa y solemne bienvenida a los nuevos miembros de nuestra familia europea. Al mismo tiempo, creo que éste es el momento oportuno para hacer una pausa y reflexionar sobre la situación actual y también sobre nuestra trayectoria futura. ¿A qué Europa se incorporan los nuevos miembros y qué Europa aspiramos a construir?

No hace falta subrayar los grandes logros de nuestra Unión, ampliamente reconocidos tanto por sus partidarios entusiastas como por los escépticos, tanto por amigos como por enemigos. Desde hace 50 años, Europa goza de un periodo de paz sin precedentes en su larga historia de conflictos y antagonismos. Los fantasmas del pasado están enterrados. El sueño de Kant de una paz perpetua fue realizado en el marco de sus fronteras. Desde un punto de vista histórico, se trata quizá del mayor logro de cooperación internacional realizado nunca. La forma de ejercer nuestra política exterior hace hincapié en la diplomacia, en las negociaciones, en los intereses comunes, en los estrechos vínculos económicos, culturales y políticos, en la concesión de incentivos y no en la imposición de sanciones, en las acciones multilaterales y no en las unilaterales. La Unión Europea ha contribuido verdaderamente a la estabilidad y la seguridad universales.

En la actualidad, los ciudadanos europeos gozan de un alto nivel de vida, de una economía avanzada, de altos niveles de protección social y cohesión, de una sociedad más justa. El pilar de nuestros éxitos es el llamado «Método Comunitario», en el cual se refleja la única naturaleza de la Unión como una unión de estados y pueblos.Ha sido rica en frutos. Sin embargo, el inicial Mercado Común fue evolucionando paulatinamente a algo mucho más esencial que un mercado. La Unión no es solamente el Acta Unica y la moneda común. Europa, vigorosa en su diversidad, desarrolló paso a paso sus estructuras institucionales y mejoró significativamente los procedimientos de toma de decisiones, así como su carácter democrático.Al mismo tiempo, desarrolló competencias en otros sectores para poder hacer frente a nuevos retos y estar en condiciones de actuar en el sistema internacional como una potencia de credibilidad más allá de su fuerza económica, social y cultural. Tomemos como ejemplo el euro, el logro más reciente de la Unión; con él se demuestra oportunamente que tanto nuestros laboriosos esfuerzos como nuestros grandes pasos hacia adelante exigen, sobre todo, voluntad política, valentía, confianza mutua, imaginación y perspectiva común. Nuestros pueblos poseen valores comunes y están consagrados con firmeza a su desarrollo.

Mientras hablamos del futuro de Europa y preparamos la nueva Constitución, debemos ser conscientes de los retos que nos esperan, sin perder de vista todo lo que nos ha fortalecido durante los últimos años. Si estamos de acuerdo con los objetivos, debemos estarlo también con los medios para obtenerlos. Si nos proponemos mantener, fortalecer y promover Europa como un espacio de bienestar y progreso social y como la sociedad más justa de solidaridad, libertad y democracia, deberemos esforzarnos, no solamente por mejorar nuestros logros económicos aplicando las reformas adoptadas el pasado mes en la reunión de Bruselas -en el marco de la llamada Estrategia de Lisboa-, sino también por preservar nuestra solidaridad social. Si aspiramos a una Europa democrática que sea más responsable ante sus ciudadanos, deberemos reforzar los vínculos políticos y culturales entre nuestros pueblos y crear unas instituciones resistentes, funcionales, eficaces y transparentes en las cuales puedan tener confianza los ciudadanos y con las cuales se puedan identificar. Lo que necesitamos es la creación de un espacio cultural más unificado. La legitimidad es siempre un proceso recíproco. En este marco son una necesidad imperativa, no solamente la reforma y el justo equilibrio de las estructuras institucionales fundamentales de la Unión, sino también la consiguiente extensión de la mayoría cualificada, así como el uso de las normas de flexibilidad.Finalmente, es igual de importante asegurar que la Comisión Europea y el Parlamento de la Unión jueguen un papel crucial en el marco del nuevo sistema de regulaciones.

En la actualidad, la tristeza, la pesadumbre y lo abrumador de la guerra en Irak invaden nuestros corazones. Expreso mi profundo pesar por todas las pérdidas de vidas humanas, tanto entre los combatientes como entre la población civil. Expreso mi profundo pesar por la matanza y los destrozos que han ocasionado las operaciones bélicas. No sirve de nada encubrir las diferencias y divergencias entre nosotros, por muy tristes que sean, sobre todo en las condiciones actuales. Durante los difíciles últimos meses, he asumido el deber y la obligación de buscar una posición común. En el plazo que le queda a la Presidencia griega no voy a escatimar esfuerzos para construir de nuevo la confianza y la colaboración entre nosotros.

Debemos respetar nuestras decisiones respecto a la integridad territorial de Irak, la solución de los problemas humanitarios y la reactivación del mapa para la estabilidad y la paz en Oriente Próximo. Deberemos realizar todo esfuerzo posible para fortalecer el diálogo transatlántico y para no permitir que se deslicen más los vínculos entre Europa y América hacia un agujero negro.

No debemos rehusar nuestra responsabilidad de forjar una estrategia de posguerra común atribuyendo a la ONU -si hoy no existiera, nos veríamos obligados más que nunca a inventar- un papel protagonista en la definición de la reconstrucción y del futuro político de Irak. La reciente resolución unánime del Consejo de Seguridad sobre el programa Petróleo por Alimentos con relación a Irak, constituye un signo alentador. Las Naciones Unidas deberán ser restituidas en su condición de foco de la legalidad y de la legitimidad de la comunidad internacional. La implicación diplomática multilateral es de capital importancia. A largo plazo, nadie podrá gobernar el mundo por sí solo.

Para estar hoy a la altura de los retos es imprescindible tener perspicacia, valentía política, objetivos concretos y una visión clara de nuestro destino. La hora de la verdad se acerca para la Unión si quiere tener una voz más fuerte y jugar un papel autónomo, independiente y responsable en la gestión de los asuntos mundiales y en igualdad de condiciones con sus aliados en el marco de un sistema multipolar. Nos esperan decisiones cruciales.Aprovechémonos de la ocasión histórica de la ampliación para estar a la altura de los retos. La historia nos juzgará.

¡Europa primero!

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