Por Jaap de Hoop Scheffer, Secretario general de la OTAN (ABC, 02/02/06):
HACE menos de cinco años, Afganistán fue la plataforma de lanzamiento de los peores ataques terroristas de la historia. También era uno de los países más oprimidos de la Tierra. Hoy en día, los talibanes y Al Qaida están lejos de ostentar el poder y se encuentran sometidos a una incesante presión. La población afgana acaba de elegir su primer Parlamento pluripartidista, con un nivel de mujeres que no podría haber sido ni imaginado hace unos años.
Este enorme progreso ha sido alcanzado con una considerable ayuda exterior. Pero todavía hay mucho camino que recorrer y la comunidad internacional debe continuar proporcionando esa ayuda, porque ninguno de nosotros puede permitirse dejar que Afganistán vuelva al caos y sea de nuevo el caldo de cultivo del terrorismo internacional. Por esta razón, en la conferencia de Londres sobre Afganistán se ha lanzado una nueva fase de apoyo internacional a este país, no sólo para consolidar el progreso ya alcanzado, sino para dar a la población afgana y a sus líderes políticos mayores responsabilidades en el futuro de su país.
La OTAN continuará ayudando de diferentes maneras. Desde 2003, la Alianza ha estado al mando de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán (ISAF) de las Naciones Unidas. Pronto expandiremos las operaciones al sur de Afganistán para contribuir a la estabilidad de la zona y ayudar al Gobierno afgano a extender su autoridad. Los Equipos de Reconstrucción Provincial de la OTAN, compuestos por militares y civiles, continuarán trabajando en las provincias afganas (en la reconstrucción de las infraestructuras, en la promoción del desarrollo y para reducir la tensión en la zona). Estos equipos seguirán estando protegidos por fuerzas militares, cuyo trabajo es garantizar a los equipos que puedan llevar a cabo su misión.
Por supuesto, la ISAF no es la única presencia militar en Afganistán. La principal coalición norteamericana, «Operación Libertad Duradera» (que incluye a otros estados miembros de la OTAN), ha estado haciendo frente a los talibanes y los grupos de Al Qaida desde 2001. La misión de la OTAN es claramente distinta y, teniendo esto en cuenta, los aliados han acordado hacer lo necesario para asegurar que las dos misiones no se interfieran entre sí.
Al mismo tiempo, debemos saber que las fuerzas de ISAF no irán al sur del país con una mano atada a la espalda. Todos los aliados de la OTAN saben perfectamente que hay auténticos desafíos en cuestiones de seguridad en toda la región y que la violencia se ha intensificado recientemente. Estas fuerzas deben -y así lo harán- afrontar esos desafíos. Los militares de la OTAN tienen las reglas de uso de la fuerza y el equipo necesario para hacer frente a cualquier eventual peligro que pueda correr su misión. Si algún agresor amenazara al personal de la OTAN o su capacidad de cumplir con su misión, la ISAF estará preparada para responder con acciones militares tajantes.
Desde el principio, la presencia operativa de la OTAN en Afganistán se ha complementado con diferentes tipos de asistencia técnica y asesoramiento, y estamos ya a punto de ofrecer un programa de cooperación claro y comprensible. Este plan responde al requerimiento del presidente Ahmid Karzai para desarrollar un marco para las relaciones con la Organización Atlántica a largo plazo, que se concentra en actividades para apoyar a las autoridades afganas en el desarrollo de unas fuerzas de seguridad controladas de una manera transparente, democrática y efectiva, que puedan brindar seguridad al país.
En los últimos años, España ha realizado una fuerte y valiosa contribución al compromiso de la OTAN en Afganistán. Con más de 500 soldados sobre el terreno, España es uno de los países más importantes en número de efectivos presentes y lidera el Equipo Provincial de reconstrucción en la zona occidental de Afganistán. El pasado mes de agosto, varios militares españoles murieron en un trágico accidente de helicóptero cerca de Herat. Pero España continúa con su intenso apoyo a la misión de la ISAF, incluso cuando ejerció un papel protagonista en la operación de ayuda humanitaria de la Alianza Atlántica después del terremoto en Pakistán. Por ello, estoy profundamente agradecido por este compromiso, que espero que se mantenga en el futuro.
Afganistán no debe ser nunca más un vivero para el terrorismo internacional. Esto no es solamente algo que tiene que ver con nuestros propios intereses, sino que se trata también de una cuestión de solidaridad. Solidaridad con el pueblo afgano, que ha pedido nuestra ayuda. Solidaridad entre los 26 aliados de la OTAN, que decidieron juntos ayudar a Afganistán y deben cumplir juntos esta misión. Y como fundamento de la seguridad para la reconstrucción de Afganistán, es una obligación de la OTAN seguir este camino y continuar ejerciendo un papel esencial en la creación de un Afganistán estable, pacífico y democrático.