El penúltimo testamento de ZP

Había yo ya desplumado a Javier Gómez Bermúdez y terminado casi de hornear un más que sabroso faisán judicial a fuego lento, cuando sonó mi móvil. Era la voz familiar de alguien que me tenía últimamente algo abandonado.

- Vete parando las rotativas que te traigo panecillos de primera calidad, recién amasados y salidos de la panadería.

Jano Bifronte nunca se había vendido con tanto entusiasmo.

- A ver qué te parece este titular: «Me he abrasado pero he hecho reformas que han modernizado a España».

- ¿Quién y cuándo ha dicho eso?

- Mi amigo José Luis, ayer mismo, tres cuartos de hora después de la rueda de prensa en la que anunció la disolución anticipada y la fecha de las elecciones.

- ¿Y tú cómo lo sabes?

- Pues porque me lo dijo a mí, almorzando mano a mano en La Moncloa.

No pude por menos que dar un respingo.

- ¿Cómo? Que tú almorzaste con Zapatero el viernes, el día de su público seppuku...

- Pues ya ves. Él me dijo que había sido una casualidad, pero yo creo que cuando me invitó ya sabía lo que iba a anunciar. Quería estar con alguien que le comprendiera…

- ¿Y?

- Lo encontré bastante contento pero a la vez algo melancólico.

- ¿Cómo se come eso?

- Estaba muy seguro de haber hecho lo más conveniente para todos, zanjando las especulaciones del verano, dando certidumbre a los mercados…

- Pero supongo que triste por no haber podido acabar la legislatura…

- No, elecciones en noviembre equivale para él a elecciones en marzo. Y no se veía presentando un nuevo presupuesto. Entre otras cosas porque los del PNV le habían dicho hace poco: «Es que ya no sabemos qué más pedirte».

- Entonces la melancolía será por haber tenido que dejar a Rubalcaba cuando a él le hubiera gustado poner a Chacón o al menos que hubiera habido primarias…

- ¡Qué va! Él cree que en un momento tan difícil hace falta un senior no un junior. Y piensa que ha acertado. Fíjate lo que me dijo, lo apunté para contártelo: «Que el PP no se crea que esto va a ser un paseo militar. Conozco a Alfredo. Sé cómo trabaja y cuánto trabaja. El hundimiento del PSOE está ya descartado. Y si la campaña se presidencializa, puede saltar la sorpresa, porque Alfredo le barre a Rajoy en liderazgo».

- Perdona, yo creo que Rajoy va a ser mucho mejor presidente de lo que lo sería Rubalcaba.

- Él dice que los ciudadanos van a pensarse mucho esta vez el voto y que Rubalcaba tiene muy buena entrada entre las clases medias y en sectores profesionales que generan opinión. ¡Ah! y comentó también que el tono de la campaña será el mismo del acto de presentación de la candidatura: «Alfredo cree que España necesita reflexión, no agitación».

- Ya. Y por eso han puesto las elecciones el 20-N…

- Se rió cuando salió lo de la fecha. Dijo que interpretar la elección en función de la coincidencia con la muerte de Franco era una «pijada», que el problema es que era el único domingo posible…

- ¿Te dijo «pijada»?

- Sí, una «pijada». Que el 20-N es la única fecha posible para que la campaña no coincida ni con la Fiesta Nacional ni con el puente del 1 de noviembre, y para que haya nuevo gobierno antes de Navidad.

- O sea, que pase lo que pase, Zapatero no comerá el turrón en La Moncloa. Por eso tiene sensaciones agridulces…

- Sí, dice que «como en la amistad y como en el amor» los buenos recuerdos se mezclan con los malos… No, lo de melancólico viene a cuento de que repasó conmigo algunas de sus oportunidades perdidas. Como si estuviéramos delante de una moviola.

- ¿Por ejemplo?

- Pues él se arrepiente de no haber tenido reflejos para pinchar la burbuja inmobiliaria… Pero, claro, entonces era muy difícil bajar al país de la euforia. ¿Sabes qué imagen se le ha quedado grabada de esos años, de lo que él llama «el momento dulce»? Pues cuando la ministra de Fomento llegaba a los Consejos de Ministros con grandes planes de inversión y Solbes le decía: «¡Magdalena, no me calientes la economía!».

- Hombre, lo peor de esa primera legislatura fue la negociación política con ETA y lo del Estatut

- Bueno, él lamenta que esos dos asuntos le impidieran entenderse mejor con Rajoy, porque en el fondo se caen bien. Siente lo que pasó en ese debate del estado de la Nación, cuando no le contó que iba a haber aquel encuentro del PSE con Batasuna. Pero dice que él «estaba pillado», que Rajoy lo interpretó como un «engaño» y que eso generó «desconfianza».

- ¿«Pillado»? ¿Te ha dicho «pillado»?

- Sí, en el sentido de que no podía hacer otra cosa.

- ¿Y lo de Cataluña?

- Sostiene que no fue él, sino el Parlamento catalán quien hizo el Estatut. Aunque, fíjate, me reconoció que cuando dijo en aquel mitin lo de que aceptaría el Estatuto «que venga de Cataluña», ya se dio cuenta de que se estaba metiendo en un problema. ¿Tu sabías que aquello fue un discurso que le escribió Barroso para contentar al PSC y que él ni siquiera lo había leído antes? Pues eso.

- ¿Y sobre la segunda legislatura?

- Dice que lo que le ha tocado vivir es tan fuerte que a veces piensa que su vida comenzó aquel domingo de octubre de 2008 después de la quiebra de Lehman Brothers, cuando parecía que el mundo se hundía, y Sarkozy convocó a los líderes europeos a la cumbre de urgencia en el Elíseo.

- ¿Y qué pasa con los tremendos errores cometidos desde entonces?

- Él sostiene que nadie podía imaginar la dimensión de esta crisis. Y que luego, cuando tuvo que bajar el sueldo de los funcionarios, él ya sabía cuál iba a ser el coste político. Por eso cuando el 22-M la mayoría de los funcionarios abandonaron al PSOE y votaron al PP, él ya estaba «muy bajo de defensas» y asumió enseguida el papel de culpable ante el partido…

- ¿Y dices que a pesar de todo le viste contento?

- Sí, porque él cree que su sacrificio ha merecido la pena. Me contó que el otro día almorzó con Sócrates y que le dijo que, aunque vivía muy bien como ex, sentía la amargura de haber tenido que pedir dinero a otros países. «Ver cómo intervienen tu país es lo más duro que le puede pasar a un gobernante y eso es lo que hemos evitado en España». Entonces es cuando añadió lo de «me he abrasado, pero he hecho reformas».

- Pues con la prima de riesgo en 350 yo no cantaría victoria… Podemos tener un agosto de aúpa.

- Él descarta que vaya a pasar nada grave. Me explicó que los intereses que pagamos por la deuda sólo suponen el 2,2% del PIB. Menos que en Francia o Alemania. Sí, nos costará un poco más caro financiarnos, pero nada más. Además en agosto se mueve muy poco dinero. Y él se va a encargar de garantizar con las medidas de ajuste que el déficit no pase del 6%.

- ¿Y luego qué?

- ¿Cómo que luego qué?

- Sí, ¿qué planes tiene a partir de la disolución?

- Será un presidente en funciones muy institucional, hará poca campaña electoral, se irá a vivir tan contento a León, vendrá al Consejo de Estado en el AVE y ayudará al que gane las elecciones.

- ¿De qué manera?

- Pues poniendo a su disposición su experiencia, ayudándole a abordar lo que, en su opinión, son las grandes asignaturas pendientes. A mí me explicó tres: una reforma del Estado autonómico que garantice la lealtad de las comunidades para que, por ejemplo, no puedan incumplir acuerdos del Consejo de Política Fiscal; una reforma de la «estructura empresarial» que, a través de cambios en el Impuesto de Sociedades, estimule que las inversiones de las grandes compañías se hagan en España y no en el extranjero; y una reforma del desempleo para que no paguemos a tanta gente por no hacer nada.

- No está mal para empezar… O mejor dicho para terminar.

- Pero según él aún más importante que todo esto es lo que llama la «reforma de las actitudes» para impulsar un nuevo patriotismo. Considera imprescindible una «recuperación de los afectos» entre los miembros de la clase política. Porque alega que «si quieres a tu país, terminas entendiéndote con todos».

- ¿No suena eso a su típico buenismo sin contenido?

- Sí y no. ¿A que no sabes con quién se tomó el otro día un café de varias horas?

- ¿Con Guardiola?

- Frío, frío.

- ¿Con Stiglitz?

- Bueno, sí estuvo con él, pero ése no cuenta. ¡Con Aznar!

- ¡No me jodas!…

- Con Aznar. No había vuelto a La Moncloa desde el 2004. ¿Y sabes lo que me dijo José Luis? Pues que «ese tío se conoce lo de Europa de cojones, que lo entiende como nadie».

- ¿Dijo «de cojones»? Entonces la cosa fue bien…

- Sí, sí: «De cojones». Aznar sostiene que el dilema para Europa es optar por el camino de los estímulos, como en Estados Unidos, o por el camino del encefalograma plano, como en Japón. Y Zapatero está de acuerdo. Por eso defiende tanto lo de los eurobonos y la propuesta de Trichet de crear un ministerio europeo de Finanzas.

- Aznar y Zapatero de acuerdo sobre el futuro de la UE… Eso sí que es una noticia.

- Los dos creen que la solución para España es más Europa. Zapatero está muy preocupado porque cree que Grecia puede necesitar más de 200.000 millones durante los próximos 10 años y ve que, aunque Merkel ha flexibilizado su rechazo a absorber esa deuda, ahora mismo el único país que sostiene el equilibrio en Europa es Francia. Me lo explicó de forma muy gráfica, cerrando las manos y tirando en ambas direcciones. Por un lado está Alemania y más allá Holanda y Finlandia, que no quieren comprometerse a nada. Por el otro España, Italia y los demás…

- Pero, oye, cuéntame más de lo de Aznar…

- José Luis se quedó muy contento. Tenía ganas de tomar ese café hace tiempo. El encuentro fue cordial. Discreparon, claro, en relación al País Vasco. Aznar está muy preocupado. Cree que en dos años habrá una operación política independentista muy peligrosa…

- Es que, perdona, lo de Bildu ha sido todavía peor que la gestión de la crisis económica. ¿Qué dice Zapatero de eso?

- Pues que al Gobierno le hubiera gustado no legalizarles todavía. Pero que supo lo que iba a pasar en cuanto vio el resultado de la votación en el Supremo. Según él, los magistrados que estuvieron en minoría en el Supremo son los «discípulos» de los que tienen la mayoría en el Constitucional…

- Sí, unos y otros promovidos por el PSOE.

- Pero él dice que no movió un dedo para influir sobre ellos. Que se enteró de sus decisiones por los teletipos.

- Mira, lo que es un disparate es poner sobre la mesa los informes de las Fuerzas de Seguridad, movilizar a la Abogacía del Estado, movilizar a la Fiscalía y perder esa batalla… ¿Y qué cree que va a pasar ahora con ETA?

- Que no volverá a matar pero que tampoco se va a disolver. Y le preocupa, claro, que en una circunscripción como Guipúzcoa haya una fuerza independentista que obtenga el 35% de los votos.

- ¿Entonces?

- Él es consciente de que entre eso y la economía el Gobierno que llegue va a tener un panorama tremendamente complicado. Y encima con el riesgo de lo de Artur Mas…

- ¿Cómo lo de Artur Mas?

- Él cree que el PP no va a tener mayoría absoluta y que Rajoy puede caer en la tentación de aceptar el pacto fiscal que exige Artur Mas. Eso haría inviable el sistema autonómico. José Luis piensa que antes o después serán necesarios grandes acuerdos de Estado entre el PSOE y el PP, y como ex presidente, él hará todo lo posible para favorecerlos.

-A buenas horas mangas verdes.

-Pero eso es lo que él entiende por ser un ex presidente ejemplar. No dará la lata. Ayudará siempre que se lo pidan. ¿Y sabes qué es lo que me dijo al despedirme? Agárrate. «Siento que estoy en mi mejor momento político». Con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡El gato de Cheshire!

- No, el optimista antropológico. Me lo dijo convencido. Seguro que vendrán otros que lo harán mejor que él, pero ninguno será tan demócrata ni tan simpático. Le echarás de menos.

- Oye, por curiosidad, ¿qué comisteis?

- Gazpacho con virutas de jamón, un pescado a la romana y sandía con bolitas de melón. Él se las tomó con sal, como hacía el coronel Lozano.

Jano Bifronte colgó el teléfono. La conversación había sido tan larga e intensa que sólo entonces me di cuenta del olor a churrasco que llegaba de la cocina. Siniestro total. El faisán judicial se me había pasado completamente de hornada y tendría que improvisar algo nuevo, aunque fuera un picnic, para la comida del domingo. Menos mal que mi amigo me había dejado esos «panecillos» tiernos.

Pedro. J. Ramírez, director de El Mundo.

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