El referéndum que se celebrará en Italia el próximo domingo decidirá la suerte de la reforma constitucional propuesta por Matteo Renzi. El Gobierno italiano justifica el sí a la reforma argumentando que la supresión del bicameralismo paritario y el fortalecimiento del Estado frente a las regiones, junto a la nueva ley electoral, dotará de estabilidad política a un país que acumula 65 Gabinetes distintos desde la II Guerra Mundial. La oposición, que ha convertido en compañeros de viaje a Berlusconi, D’Alema, Bersani, Grillo y Salvini, pide el noaduciendo que la reforma pondrá en manos del Gobierno un poder nunca antes visto en Italia desde la posguerra.
A principios de 2016 el referéndum contaba con un gran apoyo popular. Tanto es así que frente a la posibilidad de aprobar la reforma constitucional en la cámara y el senado, el Gobierno italiano apostó por el referéndum. El objetivo era matar dos pájaros de un tiro: reformar la arquitectura del Estado y reforzar el liderazgo de Renzi, que accedió a la presidencia sin pasar por las urnas.
Pero el avance electoral de las fuerzas populistas que capitalizan el no —principalmente, el M5S de Grillo y la lepenizada Lega—, espoleados por la victoria del Brexit y Trump, ha empañado las previsiones del Gobierno. Matteo Renzi ha respondido al avance del no subiendo la apuesta e insistiendo en que su derrota podría comportar su dimisión. Así, el político florentino ha contribuido a desplazar el foco de atención del contenido de la reforma constitucional al debate sobre su continuidad, convirtiendo el referéndum en un plebiscito sobre su persona.
En este contexto, el referéndum italiano medirá la fortaleza de Matteo Renzi frente al ascenso del populismo. Como ha señalado el politólogo Javier Redondo, en Europa se están consolidando dos estrategias para hacer frente al fenómeno. La primera, de naturaleza defensiva, confía en la recuperación económica como mejor antídoto contra el populismo. La segunda, de carácter ofensivo, juega en el terreno del populismo para neutralizarlo. Si el paradigma de la primera estrategia es Merkel, Renzi es el maestro de la segunda. Pues el exalcalde de Florencia ha hecho compatible un programa de izquierda reformista inspirado en la Tercera Vía con un liderazgo personalista que busca combatir el populismo explotando su mismo discurso desde el sistema.
El estilo de Matteo Renzi satisface las principales características que la ciencia política asocia al liderazgo personalista, todas las cuales hacen frontera con el populismo más genuino. Al punto que el profesor Marco Tarchi, autor del libro La Italia populista, ha definido el estilo de Renzi como un “populismo institucional”. Renzi ha coqueteado con ir más allá de la división izquierda/derecha; se ha situado por encima del partido al que representa buscando una relación directa con el pueblo; ha hecho gala de un estilo carismático y decisionista; ha presentado su agenda reformista como un proyecto de refundación del sistema político italiano; y, sobre todo, ha explotado un discurso antipolítico dirigido contra la clase política tradicional, incluida la de su propio partido. Renzi se presenta a sí mismo como un político que ha construido su carrera gracias al apoyo popular y contra el deseo de la élite política italiana, empezando por la vieja guardia del PD. No es casual que la divisa política de Renzi haya sido la rottamazione (el desguace). Y en su discurso el despiece de la vieja clase política es la conditio sine qua non del progreso.
Gane o pierda el domingo, el caso de Matteo Renzi servirá para analizar hasta qué punto enfrentarse con el populismo en su propio terreno puede provocar que sea el propio populismo quien termine marcando la agenda. Precisamente, algunos analistas señalan que la presión populista ha hecho que la estrategia personalista de Renzi haya terminado imponiéndose a su agenda reformista. Sin embargo, Renzi está lejos de ser un oportunista y convendría no olvidar la salud de hierro que el populismo goza en Italia. Solo en las elecciones de 2013, el M5S de Grillo y la coalición liderada por Berlusconi se llevaron el 54,6% de los votos. En este punto cabe tener en cuenta las palabras del propio Renzi en una entrevista concedida al periódico L’Unità en 2012, cuando aún era alcalde de Florencia y aspiraba a la secretaría del PD. En ella respondía como sigue a la pregunta por la violencia de su discurso: “Si no hubiese utilizado la metáfora del desguace, ni siquiera me habrían escuchado”.
Jorge del Palacio Martín es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid / Comillas ICADE.