El precio de la energía

La propuesta de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) ha producido una inquietud, cuando menos en nuestros bolsillos, dada la intención de aumentar las tarifas integrales de la energía un 31% el próximo año. La justifica argumentando que las tarifas del 2008 no han cubierto los costes de generación (si así lo hubieran hecho, el aumento propuesto sería de un 3%) y, por lo tanto, la propuesta de aumento contempla recuperar en la tarifa el coste completo del servicio eléctrico. La propia comisión prevé un aumento moderado del consumo de un 1,9% respecto al año 2008.

Las manifestaciones del presidente del Gobierno y del ministro de Industria considerando descabelladas y fuera de toda lógica la propuesta de la comisión nos lleva a plantear a los ciudadanos si vivimos una extraña ceremonia de la confusión. Frente a la propuesta de la CNE, tendemos necesariamente a colocarnos junto a nuestros gobernantes, incluso con calificativos mucho más duros que los proferidos por ellos, pero también percibimos la sensación de que las cosas son más complicadas de lo que parecen.

La propuesta de la CNE pretende poner el precio de la energía eléctrica el año 2009 a precio de coste, esto es, sin déficit. El debate está planteado, pues, en decidir si el déficit tarifario debe aumentar o, lo que es lo mismo, si la energía debe estar subvencionada. Esto nos lleva a otro tema muy preocupante presente de forma muy ténue en nuestra sociedad, pero que a buen seguro preocupa a nuestros responsables políticos: el crecimiento continuo de nuestras necesidades energéticas y, por lo tanto, la creciente dependencia de terceros países.

El año 2008 ha sido muy movido en lo que respecta a los precios de la energía, especialmente la ligada al petróleo. En el primer semestre, el precio del barril de petróleo aumentó; no obstante, a partir del verano el precio del barril de petróleo no ha dejado de bajar, situándose actualmente cerca de los 60 dólares el barril. Esta situación de precios de petróleo bajos parece que puede mantenerse en lo que queda de año y gran parte del próximo, pero estos cambios continuos en el precio no pueden esconder una tendencia general inexorable a partir del 2010 de aumento continuo de los precios debido a las tensiones generadas por el inferior crecimiento de la disponibilidad del recurso comparado con la demanda.

Parece, pues, que el petróleo barato y fácil de extraer se acaba. Lo que podemos esperar en el escenario más optimista es que la producción mundial vaya creciendo pero, a buen seguro, a un ritmo menor que el crecimiento de la demanda. El hecho de que la producción global de petróleo no pueda crecer al mismo ritmo que el aumento del consumo y del uso de la energía fósil implicará también más tensión sobre las emisiones a la atmósfera de gases con efecto invernadero y el consiguiente cambio de las condiciones ambientales.

En todo este entorno, otro elemento a tener en cuenta, no genérico para todos los países del mundo, es que con escenarios de precios crecientes y posible escasez de recursos energéticos fósiles, la política de los países productores puede dejar de ser la de extraer y vender la mayor cantidad posible de petróleo disponible y gestionar sus reservas pensando en ellos mismos, porque contar con reservas para su propio uso será una garantía de progreso y desarrollo futuros.

Es en todo este contexto donde creo que se enmarcan las difíciles decisiones que debe tomar el Gobierno del país. Por un lado, la crisis que estamos viviendo parece aconsejar poner las mínimas fricciones al sistema para que se revitalice, y los precios de la energía altos son una de esas fricciones, pero por el otro, el incumplimiento manifiesto de nuestro país de los acuerdos internacionales en lo referente a emisiones de gases invernadero, que nos supondrá un coste, y lo más importante, el poco control que parece haber sobre el crecimiento de la demanda energética aconseja políticas de contención del consumo vía políticas de precios, impopulares, sin duda, pero necesarias.

A principios de diciembre, en la ciudad de Poznan (Polonia) tendrá lugar la conferencia anual a nivel ministerial sobre el cambio climático, la llamada COP 14, que debe intentar avanzar hacia las bases que permitan un acuerdo sobre lo que se hará a partir del 2012, último año de vigencia del protocolo de Kyoto. El objetivo que se planteó el año pasado fue lograr que durante la COP 15, que tendrá lugar el próximo año en Copenhage, se fijen las relaciones entre los países del mundo en lo referente a emisiones de gases con efecto invernadero hasta el año 2020. Sin embargo, la situación actual no ayudará en nada a la obtención de acuerdos. La crisis económica y las necesidades energéticas en todo el mundo a que aludía en los párrafos anteriores ya han producido manifestaciones en la dirección de que hay que dejar la lucha contra el cambio climático en un segundo plano. Hasta la fecha, no es esta la posición de la UE, ente impulsor de una actitud proactiva ante la cuestión del cambio climático.

Con todo, el punto clave probablemente será la posición de la nueva administración americana rodeada, como la UE, por una tenue preocupación ambiental y la necesidad de todo el mundo de asegurar un futuro energético que garantice la independencia y el bienestar de la sociedad del futuro próximo. En definitiva, un escenario tanto a escala española como internacional, intenso pero muy, muy complejo.

Josep Enric Llebot, departamento de Física de la UAB.