El proceso: tres tejados y tres gestos

Hay dos procesos distintos en marcha y, además, es fundamental que sean distintos: el de paz (Gobierno de España-ETA) y el de normalización política (acuerdo multipartito). Pero para el desarrollo definitivo del segundo es condición necesaria, aunque no suficiente, que haya señales inequívocas en el proceso de paz, señales de confianza que no se están dando todavía a pesar de la versión de Pérez Rubalcaba.

Ciertamente, los temas de la paz y del cambio no son cosa de uno sino de todos, pero hay tres pelotas rodando por tres tejados que piden tres gestos para que se pongan en marcha dinámicas positivas. Sólo así será posible que nadie se levante de la mesa y no se rompan las barajas.

Primer tejado

La inacción del Gobierno Zapatero durante meses, nos ha llevado a un punto de bloqueo que amenazaba y amenaza con descarrilar el proceso. Se encontró hace seis meses con que después de decenas de años de desgracias en forma de atentados sangrientos, la diosa Fortuna nos sonreía con una propuesta irreprochable de ETA pidiendo sólo una pista de aterrizaje con dignidad. Desde luego lo hacía por la presión social, la pérdida de influencia, la represión, los atentados yihaidistas de Madrid y la presencia de un nuevo Gobierno más abierto. La respuesta de Zapatero ha ido siendo que tenía que validarla, luego revalidarla, y después reconfirmarla, mientras perdía un tiempo precioso, se jactaba de hacer menos que el PP en su momento, cebaba el discurso de la derecha poniendo más condiciones al diálogo, mientras ha ido cargando las alforjas del sector más radical de ETA e izquierda abertzale -hoy minoritarios-, consiguiendo que ETA y Batasuna subieran el listón y también se acercara el colapso.

Hay algo que no funciona. Zapatero se echó a la piscina sin haber tenido mínimamente atado un preacuerdo. Al contrario de lo que hiciera con Irak, se ha comportado con morosidad administrando los tiempos en clave electoral mientras agotaba los de los demás. Ha entrado al trapo discursivo de los 'precios políticos' cuando cualquier proceso de paz tiene un punto de generosidad inevitable que un párvulo puede entender y que, de no darse, arruina la dinámica de los gestos mutuos simultáneos o sucesivos que generan compromisos y confianzas. Y, finalmente, se ha aplicado erráticamente a proseguir exitosas detenciones y a aceptar endurecimientos penales, como si en lugar de una oferta de paz, ETA le hubiera firmado una rendición, con armisticio y aceptación de deudas de guerra incluidas, que no es el caso.

O sea, no muestra tener una percepción correcta de lo que tiene entre manos, ni ha hecho hasta ahora suficientes movimientos inteligentes. No sabemos qué pesa más en la peligrosa estrategia del fuera de juego del Gobierno: si el miedo, con propensión al suicidio, al que le empujan los enemigos del proceso pese a tener mayoría en el Congreso y en el Parlamento europeo; o un síndrome de Estocolmo con el pacto antiterrorista que firmó incomprensiblemente con el PP mientras obvia otros menos maniqueos que el PSOE también firmó, y que le darían más margen: los Pactos de Madrid o de Ajuria Enea. O sea, si quiere moverse, puede, y si no lo hace solo será porque no quiere.

En el tejado del Gobierno la pelota debe echar a andar ya en tres direcciones: compromiso de acercamiento de un número significativo de presos y trato especial a los enfermos graves y, especialmente, a Iñaki de Juana que ya pagó judicialmente lo que ahora se le pide artificialmente; garantías públicas de que los de Batasuna puedan hacer vida pública institucional con compromiso de revisar la ley de partidos; y remoción de las aguas del poder judicial mediante una línea clara de las fiscalías y aviso a navegantes para parar a aquellos togados agazapados en la lectura con intencionalidad política de un Derecho de excepción.

Segundo tejado

A ETA, hay que reconocerle que tomó la iniciativa e hizo el primer gesto. No está derrotada organizativamente ni como agente -aunque ya no tiene fuelle histórico ni margen operativo- pero tampoco declaró la tregua indefinida por principios éticos. Hizo un inicio de desistimiento estratégico por su exigua cuenta de resultados y por interés político, buscando acumular las desgastadas fuerzas para su corriente. Pero, además de actos de presencia incompatibles con la tregua, aún se reserva la facultad de dar un paso atrás táctico, a pesar de que haciéndolo le colocaría a la izquierda abertzale oficial otra vez en el punto de mira del descrédito para una larga temporada y, especialmente, finiquitaría a su actual dirección.

Hay cuatro reflexiones que ETA debe hacerse.

¿Qué legitimidad tiene que se atribuya tanto la gestión de nuestro destino como la capacidad de hacernos daño social para salvarnos? ¿Qué coherencia tiene que podamos exigir los vascos el derecho de decisión ante el Estado pero, en cambio, no lo tengamos ante ETA? ¿Cuándo le entregará la primogenitura a la izquierda abertzale política porque considere que ya es madura para regir los destinos de la corriente? ¿Cuándo dejará, por cálculos erróneos de situación, de pedir siempre más, hasta comprometer acuerdos y esperanzas, mientras seguimos pagando socialmente el peaje de su aprendizaje, siempre tardío, como si nos las tuviéramos que haber con un adolescente eterno con juguetes mortíferos?

A ETA le pedimos que confirme fehacientemente la tregua, se comporte coherentemente con ella y le diga discretamente a su joven cantera que desactive ya la incompatible kale borroka que solo enturbia el panorama y bloquea iniciativas.

Tercer tejado

Por una parte, el Gobierno vasco no es protagonista del proceso de paz pero sí debe ser su facilitador o su 'akuilu' (azuzador), según el momento. En este momento, y por ser la representación colectiva, le toca ser el 'akuilu' en los procesos de paz y de normalización, y forzar a la responsabilidad de los protagonistas principales, enredados en sus discursos de clientela.

Por otra parte, la dirección del PNV, en vez de centrarse en ETA, poniéndose la venda antes de la herida, debería ayudar en la dirección correcta presionando más al Gobierno Zapatero y al Partido Socialista, con quienes tiene más mano y que ahora mismo tienen la ficha de arranque del gran dominó. Debe mirar en ambas direcciones en claves de fiel de la balanza y para ello ha de empujar más en los temas de humanización y no poner más condiciones de las que pone el propio Partido Socialista.

Cada uno en su tejado y la sociedad vasca en el de todos. Desde su sociedad civil y antes de que todo se empantane, es hora de la movilización social para que cada cual haga lo que debe con su pelota y en su tejado.

Ramón Zallo, catedrático de Comunicación de la UPV/EHU.