El proyecto Gaia-X busca la independencia europea en la nube

Toda la información que somos, desde nuestros datos bancarios o médicos a los documentos de la industria o del Estado, están almacenados en los servidores de enormes centros de datos que poseen empresas estadounidenses como Amazon, Microsoft y Google o la empresa china Alibaba. La riqueza del siglo XXI reside en todos esos datos y Europa no quiere que los suyos estén en manos de esas grandes empresas tecnológicas.

Para evitar esa dependencia, Europa ha emprendido en los últimos años un camino hacia la llamada “soberanía tecnológica” con nuevas leyes como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y las negociaciones para que estas empresas paguen impuestos en los países de la UE donde tienen sus clientes y no donde tienen sus sedes. A esto se le suma este jueves el lanzamiento de Gaia-X, una entidad sin ánimo de lucro radicada en Bélgica y que pretende ser una alternativa a los servicios de computación en la nube.

Por ahora no se sabe mucho de Gaia-X. Se sabe que no es un nuevo operador ni un centro de datos sino más bien una plataforma que permitirá a muchos proveedores ofrecer servicios de computación en la nube siempre que cumplan unos estándares europeos de calidad y funcionamiento. La plataforma, liderada desde Alemania y en la que hay 22 empresas como Siemens, SAP, Bosch, Atos, Orange y las españolas Amadeus y Gigas empezará a ofrecer sus servicios a partir de 2021.

Hasta ahora los intentos europeos por contrarrestar el poder de los gigantes tecnológicos han tenido poco éxito. Incluso el bien acogido RGPD se vio pronto obstaculizado por otra ley estadounidense, el CLOUD ACT, aprobado por el Congreso de los Estados Unidos en 2018 y que obliga a las empresas de ese país a dar acceso sin mediar notificación a los datos de sus clientes cuando así lo requieran las autoridades judiciales.

La nube y los centros de datos son fundamentales para los ecosistemas digitales actuales porque permiten distribuir y hiperescalar el almacenamiento y la capacidad de cómputo de los servidores locales. Hoy no existe una alternativa europea a esos hiperescaladores estadounidenses y asiáticos, que controlan prácticamente la totalidad del mercado, haciendo a empresas y gobiernos dependientes de sus servicios. Un tercio de las empresas del IBEX utilizan los servicios en la nube de Amazon, así como lo hacen muchos de los entes públicos europeos, incluida la propia Comisión Europea.

En este contexto, Gaia-X surge como un ambicioso proyecto, oportuno y necesario, para crear una infraestructura de datos europea eficiente, segura y soberana de carácter público-privado. El ministro de Economía alemán, Peter Altmaier, ha descrito Gaia-X como un moonshot, o “disparo a la luna”; un desafío enorme cuyos objetivos requieren de una inversión colosal de dinero y talento. Pero Europa llega al menos 10 años tarde al desarrollo de estas tecnologías.

Despegar tarde significa obviamente que los otros jugadores corren con ventaja. Por ejemplo, tras la puesta en vigor del RGPD que establece la necesidad de que los datos de ciudadanos europeos no salgan del territorio de la UE, los centros de datos de los proveedores estadounidenses comenzaron a operar a través de filiales europeas, con infraestructuras en Luxemburgo, Alemania o Irlanda, y, por lo tanto, sujetos a la legislación de la UE. Amazon Web Services y Microsoft Azure, por ejemplo, ponen a disposición de sus clientes una certificación auditada de que los datos nunca salen de los centros en suelo europeo. Estamos hablando de inversiones de miles de millones de euros. La cifra no es figurativa, Google, por ejemplo, prevé gastar más de mil millones solamente en un nuevo centro de datos en Bissen, Luxemburgo.

Pero los problemas no están solo en competir con esas cifras. Las dificultades propias de los procesos de gobernanza en un modelo federado como Gaia-X, en el que que empresas, centros de investigación y gobiernos de distintos países tienen que llegar a acuerdos, ponen en riesgo los tiempos del proyecto. Esto es particularmente problemático en un escenario dominado por grandes empresas capaces de implementar planes con mayor agilidad y clientes que toman decisiones en función del precio y a calidad y por encima consideraciones políticas como la soberanía digital.

A Gaia-X aún le resta por definir cómo garantizar la movilidad interna de los datos, la gestión de identidades y certificados, quién está en la mejor posición para proporcionar qué servicios, y cómo hacer todo esto garantizando una buena experiencia de usuario. De momento, la documentación disponible contiene más afirmaciones de aspiracionales que detalles técnicos.

La computación en la nube es clave para el desarrollo de la inteligencia artificial y la industria 4.0 en general. Europa enfrenta la urgencia de competir con los grandes para no quedarse atrás en la economía digital. El objetivo es muy ambicioso y está lejos pero no hay otra. Si se consigue los beneficios para los negocios, la ciencia, el estado y la sociedad pondrán a Europa en la posición de liderazgo que sueña desde hace décadas. Es momento de pensar, hacer e invertir en grande.

Mara Balestrini

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