Podemos afirmar que la reconstrucción de Ucrania será la tarea más significativa y costosa en Europa desde el Plan Marshall luego de la Segunda Guerra Mundial. El Banco Mundial estima que reconstruir el país exigirá cerca de 500.000 millones de dólares en los próximos diez años, suma que eclipsará los costos de los desastres naturales más destructivos de los últimos años, incluido el tsunami de 2004 en la provincia de Aceh en Indonesia y el terremoto de 2023 en Turquía y Siria.
Asimismo, a diferencia de los desastres naturales, la guerra en curso en Ucrania ha devastado aún más las finanzas del país, que necesita una ayuda militar y económica gigantesca. Consideremos que, en 2022-23, Ucrania recurrió a 74.000 millones de dólares de asistencia presupuestaria de sus socios internacionales para que el gobierno pudiera seguir funcionando. Esto sugiere que casi todos los fondos de reconstrucción provendrán de donantes externos.
Gestionar una misión tan costosa y compleja como la reconstrucción de posguerra de Ucrania requerirá de una estrategia integral y orientada a los sistemas. En particular, se deberían utilizar herramientas digitales para agilizar el proceso, aumentar la transparencia y facilitar la rendición de cuentas.
Con ese objetivo, el gobierno ucraniano ya ha creado el Ecosistema de Restauración Digital para una Gestión Responsable (DREAM por su sigla en inglés), mientras que una coalición de ONG han desarrollado el Gran Portal de Recuperación, para recopilar, organizar y publicar datos abiertos sobre los proyectos de recuperación en todas las etapas. Esto ayuda a crear un entorno donde los ciudadanos y las organizaciones pueden participar activamente en el proceso de supervisión.
Estos sistemas son un paso en la dirección correcta. Pero a la hora de implementarlos, vale la pena considerar los programas recientes de reconstrucción a gran escala. Específicamente, la reconstrucción de Aceh después del tsunami del Océano Índigo de 2004, un esfuerzo liderado por el gobierno indonesio y sustentado por el Banco Mundial, aporta lecciones importantes sobre cómo utilizar las herramientas digitales de manera efectiva y eficiente.
En primer lugar, es importante recordar que, aun con la última tecnología, es necesario que sean personas las que rastrean el dinero. La recopilación y análisis de datos siguen exigiendo mucha mano de obra, ya que los sistemas informáticos automatizados, invariablemente, son susceptibles a errores que solo los seres humanos pueden detectar. En Aceh, en la primera fase, los datos sobre los proyectos de reconstrucción no siempre estaban consolidados o eran sometidos a análisis, lo que resultaba en un doble cómputo. Por otra parte, la gente que ingresaba los datos estaba abrumada por el nivel de detalle necesario para rastrear resultados, lo que implicó que, en un principio, no se pudiera acceder ni siquiera a información financiera fácil de obtener.
En segundo lugar, muchos esfuerzos de reconstrucción se han visto retrasados por una planificación excesiva. En lugar de crear un plan maestro, como hizo Indonesia en el caso de Aceh, Ucrania debería establecer un marco con principios fundamentales, como requerimientos mínimos para el diseño y construcción de edificios, para centrarse en la velocidad. Algunos proyectos -por ejemplo, las viviendas interinas- necesariamente serán temporarios. Las plataformas como DREAM y el Gran Portal de Recuperación, por ende, deberían capturar los datos de reconstrucción en tiempo real para garantizar un análisis continuo y una eventual corrección del curso.
En tercer lugar, Ucrania debería llevar un registro de los compromisos y los desembolsos financieros por separado. El Instituto Kiel para la Economía Mundial ya está listando y cuantificando el respaldo que los gobiernos le han prometido a Ucrania. Pero monitorear los desembolsos será igual de importante, porque reflejan mejor las actividades en el terreno. Esto puede ser un desafío, ya que el financiamiento muchas veces fluye a través de muchos canales y se registra en diferentes etapas antes de que llegue a los beneficiarios, y hará falta un rastreo meticuloso para impedir un cómputo doble o triple. En Aceh, la Metodología de Análisis del Rastreo de Gastos de Reconstrucción capturó proyectos individuales a nivel de las agencias de ejecución para evitar este problema. DREAM debería hacer lo mismo en Ucrania.
Asimismo, la ayuda se debe distribuir de manera equitativa. Después del tsunami, el monitoreo gubernamental en Aceh determinó que la mayoría de los fondos de recuperación se habían destinado inicialmente a proyectos de salud y educación, en lugar de infraestructura esencial, debido a las prioridades de los donantes. Para que esto no suceda, DREAM debería separar los tipos de financiamiento, lo que permitiría excluir la asistencia de emergencia y centrarse, en cambio, en inversiones destinadas a reemplazar los activos dañados o destruidos como escuelas, puentes y carreteras. Un abordaje de este tipo, sumado a una estrategia que considere las necesidades de todos los sectores y regiones, destacaría los aspectos prácticos de la utilización de fondos, especialmente donde se asigna la ayuda, y promover la reconstrucción de infraestructura crítica.
Ahora bien, el suministro efectivo de ayuda depende tanto de la capacidad local como de los canales de financiamiento. En consecuencia, realizar evaluaciones precisas y realistas de las necesidades es una parte importante de los esfuerzos de reconstrucción, ya que pueden permitir un mejor alineamiento con los recursos disponibles. En Aceh, en un inicio se calculó que el costo de reconstrucción era de 6.200 millones de dólares (incluida la inflación). Pero si bien la cantidad total de recursos financieros para la reconstrucción superó los 7.000 millones de dólares, las brechas de asignación en los sectores ambiental, energético, alimentario y de irrigación tienen una recuperación limitada en relación con los niveles previos al tsunami.
Por último, si bien un amplio rango de donantes y de agencias de implementación están contribuyendo en la reconstrucción de Ucrania, la gestión estratégica de los actores más importantes -las instituciones que representan aproximadamente el 85% de la cartera total- es crucial. Esto garantizará que el grueso de las inversiones se utilice de la manera más eficiente posible y que se cumpla con los niveles más altos de transparencia y rendición de cuentas. La creación de un organismo de coordinación centralizada y un sistema de gestión de datos podría ayudar a lograr este objetivo. También fomentaría una estrategia unificada para reconstruir el país, en la cual los mayores donantes estén alineados con los objetivos del gobierno y entre sí.
Durante la reconstrucción de Aceh, el equipo del Banco Mundial trabajó estrechamente con los diez principales donantes y analizó cuidadosamente el presupuesto de reconstrucción del gobierno, lo que generó un esfuerzo más coordinado. Pero esto no quiere decir que solo los proyectos más grandes sean relevantes para la planificación estratégica y la asignación de recursos. Por el contrario, deberían rastrearse meticulosamente proyectos de todos los tamaños para desarrollar una estrategia integral.
Las necesidades de reconstrucción de Ucrania serán enormes. Frente a esto, y porque la población ucraniana ha sufrido profundamente como consecuencia de la guerra de agresión de Rusia, la comunidad internacional debe extraer las lecciones correctas de las catástrofes recientes a fin de ayudar al país a reconstruirse rápidamente y con los estándares más elevados. En tanto Ucrania se prepara para embarcarse en decenas de miles de proyectos de infraestructura críticos, necesitará las herramientas digitales y la capacidad humana correctas para monitorear su progreso.
Wolfgang Fengler, a former lead economist at the World Bank, is CEO of World Data Lab.
Vladyslav Rashkovan is an alternate executive director at the International Monetary Fund.