El reino más allá del petróleo

En las últimas semanas, el gobierno de Arabia Saudita ha emprendido una revisión de políticas estratégicas sin precedentes que podría tener ramificaciones para cada aspecto de la vida social y económica del país. Se espera que todos los detalles se den a conocer en enero, pero ye es evidente que el reino –la novena economía más grande del mundo- necesita de manera desesperada una reforma de amplio alcance.

Existen dos razones por las cuales el cambio se ha vuelto urgente. La primera es la estrepitosa caída de los precios del petróleo a nivel mundial, de estar por encima de 100 dólares por barril a mediados de 2014 a cotizar por debajo de 40 dólares hoy. Considerando que las exportaciones de petróleo representan casi el 90% del ingreso del gobierno, la presión sobre las finanzas sauditas se ha intensificado. El equilibrio fiscal ha oscilado de un excedente pequeño en 2013 a un déficit de más del 21% del PIB en 2015, según proyecciones del Fondo Monetario Internacional.

La segunda razón es demográfica. En los próximos 15 años, unos seis millones de jóvenes sauditas alcanzarán la edad de trabajar. Esto ejercerá una enorme presión sobre el mercado laboral y potencialmente duplicará su tamaño.

Es fácil ser pesimista sobre esta confluencia de circunstancias, y muchos analistas internacionales lo son. Pero también existen buenos motivos para el optimismo, principalmente el reconocimiento por parte de las nuevas autoridades sauditas de los desafíos y de las posibilidades que abordarlos podría generar.

Según una investigación realizada por el McKinsey Global Institute, Arabia Saudita tiene el potencial de duplicar su PIB y de crear seis millones de empleos adicionales para 2030, lo suficiente como para absorber el influjo de hombres jóvenes –y, cada vez más, mujeres jóvenes- que ingresen al mercado laboral. Sin embargo, para lograrlo, el reino tendrá que reducir drásticamente su dependencia poco saludable del petróleo –un objetivo estratégico que se viene discutiendo desde hace mucho tiempo, pero que nunca se implementó.

Arabia Saudita tiene muchos sectores con un fuerte potencial de expansión. El país tiene depósitos importantes aún no explotados de metales y minerales no metálicos, entre ellos fosfato, oro, zinc, bauxita y sílice de alta calidad. Su sector minorista ya está creciendo rápidamente, aunque todavía está rezagado en áreas como el comercio electrónico y las eficiencias de la cadena de suministro.

El sector del turismo del país se podría desarrollar y mejorar, no sólo para los millones de peregrinos musulmanes que visitan los sitios sagrados de La Meca y Medina todos los años, sino también para el sector del ocio. Arabia Saudita tiene una extensa costa sobre el Mar Rojo, así como otras zonas de belleza natural intacta que podrían atraer a los turistas. También se podría desarrollar el sector industrial; actualmente, el reino sólo tiene industrias domésticas de pequeña escala, a pesar de ser uno de los mayores mercados en la región para autos, maquinarias y otros bienes de capital.

Explotar estas oportunidades requerirá de billones de dólares de inversión, de mejoras radicales en la productividad y del compromiso firme y sostenido del gobierno. Para duplicar el PIB en los próximos 15 años harán falta unos 4 billones de dólares de inversión, dos veces y media la cantidad de dinero que ingresó a la economía del reino durante el boom petrolero de 2003-2013.

Alcanzar este nivel de inversión exigirá reformas radicales en materia de políticas. Durante el boom del petróleo, el Estado incrementó los salarios del sector público y las transferencias de asistencia social –y, por ende, contribuyó de manera importante a la creciente prosperidad de los hogares-. El sector público sigue dominando la mayoría de los aspectos de la economía, especialmente el empleo; aproximadamente el 70% de los ciudadanos sauditas trabajan para el Estado.

Pero la transformación de la economía requerirá de la participación de inversores y empresarios; de hecho, calculamos que para 2025, por lo menos el 70% de la inversión debería provenir del sector privado. Para lograrlo hará falta reformular el marco regulatorio y legal del país.

Esto también requerirá de grandes mejoras en la productividad. El crecimiento de la productividad de Arabia Saudita se ha quedado rezagado detrás del de la mayoría de los otros países del G-20; subió apenas el 0,8% en los últimos diez años. Para empujar el crecimiento de la productividad será necesario reelaborar las restricciones del reino a las prácticas empresariales y laborales. Por ahora, la economía saudita depende marcadamente de trabajadores extranjeros de bajos salarios y baja productividad con contratos limitados. De hecho, estos trabajadores ocupan más de la mitad de los empleos del país. Eso tendrá que cambiar para que la economía aumente la productividad y modernice sus sectores no petroleros.

Las nuevas autoridades del reino tienen que tomar algunas decisiones difíciles pero importantes en la formulación de una estrategia económica detallada. Las prioridades más importantes incluyen impulsar la eficiencia del gasto gubernamental y desarrollar nuevas fuentes de ingresos que reemplacen las exportaciones de petróleo. El gobierno cuenta con una variedad de opciones para generar nuevos ingresos, que incluyen una reforma de los excesivos subsidios energéticos y la introducción de impuestos que son estándar en el G-20, como el impuesto al valor agregado.

Lograr que la economía de Arabia Saudita deje de depender del petróleo no será una tarea sencilla, y el reino tiene antecedentes irregulares en este sentido. Pero existen señales tempranas alentadoras sobre el foco, la energía y la determinación del gobierno. Una de ellas es la decisión reciente de cobrar un impuesto a la tierra no utilizada que podría ser desarrollada para vivienda. Otra es la nueva coordinación y cooperación interministerial que parece estar ocurriendo bajo los auspicios del Consejo de Asuntos Económicos y de Desarrollo, un organismo creado en enero de 2015. Si el gobierno logra mantener su determinación en los años que llevará poner a la economía con firmeza en una nueva trayectoria, el reino será transformado por completo –para mejor.

Gassan Al-Kibsi is Managing Director of McKinsey & Company, Saudi Arabia.

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