El reto de la presidencia española de la UE

Este año España ejerce la presidencia de turno de la Unión Europea. Para celebrarlo, ha creado una página web donde especifica sus principales objetivos, pero que por desdicha contiene algunos errores. Por ejemplo, indica que solamente España asume el cargo, cuando se trata por primera vez de una presidencia en Trío, figura prevista en el Tratado de Lisboa. Cito de los textos de la propia UE: «La presidencia de la Unión Europea estará ocupada por tres Estados miembros (España, Hungría y Bélgica)», entre los cuales España tendrá un papel principal durante la primera parte. El año 2010 presenta problemas muy importantes que la troica presidencial necesita tratar en conjunto y no individualmente.

España se coloca al frente de la presidencia en un momento muy difícil. El mismo Gobierno español no ha podido afrontar debidamente los retos que plantea la presente crisis mundial. ¿Cuán bien preparada está España para ser un ejemplo para los otros Estados miembros de la comunidad? Podemos seguir las palabras exactas de Zapatero sobre los siguientes puntos.

En un discurso que pronunció en diciembre, Zapatero prometía que la presidencia española tendrá un cierto número de objetivos principales que perseguirá «con determinación y con rigor». Seleccionemos unas pocas de las muchas promesas. Primero, prometió que España demostrará a Europa como «crear más y mejores puestos de trabajo», y que el país dejará ver al mundo «un nuevo modelo de crecimiento sostenible». Eso sería excelente si España no fuera el ejemplo más obvio de un modelo de economía anticuado. Si abrimos las páginas del OECD Factbook 2009: Economic, Environmental and Social Statistics, nos damos cuenta de inmediato de que España tiene una de las tasas más altas de desempleo de toda la Unión, superada sólo por Grecia, Alemania y Polonia. Si los europeos quieren aprender cómo alcanzar niveles más altos de desempleo no pueden hacer otra cosa mejor que visitar España, donde los sindicatos parecen conformarse con el modelo económico que el Gobierno propone.

Segundo, según el Ejecutivo, España demostrará cómo alcanzar «innovación tecnológica», en especial promocionando el uso de internet. Zapatero ha inventado algo llamado la estrategia de Granada, que planea exportar a Europa para convertir a los europeos en una Sociedad de la Información siguiendo las líneas del modelo español. Esta pretensión es increíble. Una y otra vez los estudios han demostrado que España se halla a la cola de la UE en el uso de la Red. Según las estadísticas del OECD Factbook 2009, el país tiene el nivel más bajo de utilización doméstica de ordenadores en Europa occidental. Además, es donde menos se usa internet con propósitos comerciales. Los servidores de banda ancha en España no son sólo los más lentos de Europa; también son los más caros. Y, por supuesto, decenas de miles de personas en España no tenemos posibilidad de acceder a banda ancha, o incluso a internet, como puedo testificar personalmente. Hace poco, Telefónica me quitó el acceso telefónico a la Red. Cuando pregunté al técnico por qué la compañía había hecho esto, se encogió de hombros y dijo que la decisión no tenía sentido. Telefónica se niega a dar explicaciones y yo sigo sin posibilidad de acceso a la tecnología moderna. Ésta es la vida en la nueva Sociedad de la Información.

Sin embargo, Zapatero mantiene que el Gobierno es líder en innovación tecnológica: «La presidencia española impulsará la adopción de un Plan Europeo de Innovación ambiciosa que tomará en consideración la innovación y, por supuesto, un refuerzo del apoyo a la I+D». Echemos un vistazo a lo que ha pasado a la Innovación en la España de Zapatero. El último informe, del año 2007, sobre Innovación de la Economist Intelligence Unit (ECI), evalúa el potencial para el avance científico de 82 naciones del mundo, tomando como base las patentes que estos países han registrado y la actitud de sus hombres de negocios ante la Innovación Tecnológica. El análisis muestra que el primer lugar entre las naciones innovadoras lo ocupa Japón. Suiza ocupa el segundo puesto, seguida por Estados Unidos. Alemania ocupa el sexto lugar, Israel el décimo, Francia el 12º, Singapur el 17º y Reino Unido el 18º. España aparece en el número 25, seguida de cerca por Chipre, Croacia y Portugal. En otras palabras, entre las naciones europeas, España está en lo más bajo de la lista, delante, sólo, de las naciones pobres de la Europa oriental. Es una imagen que debería causar profunda preocupación. Y en cuanto al apoyo a la I+D, el OECD Factbook 2009 muestra de manera clara que la proporción del PIB que España gasta en investigación es casi la más baja de la UE excepción hecha de Polonia, Grecia y Portugal.

Tercero, según Zapatero, «la igualdad efectiva entre mujeres y hombres constituye una de nuestras prioridades internas y lo será también en el desarrollo de nuestra presidencia». El ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, ha explicado que «España va a presentar una serie de propuestas que se referirán a la lucha contra la violencia de género y contra la discriminación laboral». Otra afirmación que quita el aliento. La violencia de género es una aberración que se extiende por toda Europa, y muchos gobiernos están ya intentando ocuparse de ello. La situación especial de España, sin embargo, es que Zapatero prometió erradicar la violencia cuando él llegara al poder. Pero si hay una estadística significativa es que el nivel de violencia hacia (y asesinato de) las mujeres es tan alto en la España de Zapatero como en otros países europeos. El mismo delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, ha reconocido: «400.000 hombres están maltratando a mujeres actualmente en España». Es difícil que Moratinos proponga a la Asamblea Europea frenar la violencia de género cuando el propio Gobierno no puede controlarla.

En cuanto a la discriminación laboral, sería aconsejable que el Ejecutivo intentara tratar de ello en España mejor que en Europa. Como han demostrado muchos informes, la desigualdad del salario de las mujeres es tal vez más aguda aquí que en cualquier otro Estado europeo. Un informe elaborado por la Encuesta de Estructura Salarial, hecha pública en noviembre de 2008, demuestra que en España por aquellas fechas -fechas que son, por supuesto, las del Gobierno actual- el salario anual femenino fue por término medio un 26,3 % inferior al de los hombres. Además, en casi todas las Comunidades Autónomas, el salario medio de las mujeres fue entre un 20% y un 30% menor al salario medio de los hombres.

Como muestra la evidencia, a pesar de las pretensiones de conducir a Europa hacia delante, el Gobierno español no está en posición de hacerlo, simplemente porque está en la retaguardia de Europa, no en el frente. En cada aspecto importante de la economía, tecnología y política social, el Ejecutivo ha fallado a la hora de cumplir las promesas al electorado que lo llevó al poder, y de la misma manera es de suponer que no logrará efectuar sus promesas en Europa. Es obvio que será muy difícil conseguirlas durante la presidencia en Trío. Esta consideración debería tenerse en cuenta si queremos prepararnos para la decepción que inevitablemente se producirá en el mes de junio. Los objetivos que el Gobierno ha declarado con orgullo al público son por supuesto hondamente deseables, pero al parecer no tiene ni la autoridad ni los medios para realizarlos.

Se rumorea que el Ejecutivo gastará varios millones de euros repintando la flota entera de aviones de la línea Iberia con un nuevo logo para celebrar el acceso de Zapatero a la presidencia europea. En junio, cuando este breve mandato expire, ¿desplegarán los aviones ese logo a través de los cielos avergonzados de su fracaso u orgullosos de su éxito?

Henry Kamen, historiador británico. Su último libro es El enigma del Escorial, Espasa Calpe, 2009