El reto migratorio como oportunidad

La Unión Europea se enfrenta a dos grandes retos que determinarán su futuro y el de sus ciudadanos. El proceso de integración económica, tan necesario como incomprendido en algunos países, y el reto migratorio.

El centro del debate respecto al segundo se ha centrado en el Aquarius. Creo necesario reconocer que ha sido un gesto, no exento de riesgos, pero bien acogido por la opinión pública dado su carácter humanitario, lo que demuestra además lo mejor de la sociedad española: sus principios y valores como la solidaridad. También es necesario y justo reconocer la labor de la Guardia Civil, que sólo este año ha rescatado del mar a más de seis mil quinientas personas, por cierto, sin presencia de cámaras de televisión ni políticos.

El reto migratorio tiene dos dimensiones claras. La primera, la respuesta a corto plazo a la llegada de inmigrantes y la segunda, la solución a largo plazo. El foco del debate se ha centrado en el corto plazo donde además la Unión Europea ha tenido problemas para ofrecer una respuesta homogénea debido a la brecha entre los países del norte, donde solicitan asilo, y los países del sur, que sufren una fuerte presión migratoria en sus fronteras. También es verdad que en un mundo convulso, ha resultado al menos clave que los europeos nos hayamos mantenido firmes en torno a unos principios y valores. Salvo alguna excepción, hemos hecho frente al desafío a corto plazo, desde la moderación y la racionalidad. Para afronta el reto a corto plazo es importante encontrar un modelo que busque el equilibrio entre la solidaridad y la responsabilidad. Algo no siempre fácil de conseguir habida cuenta que el reto migratorio ha sido caldo de cultivo de movimientos populistas y nacionalistas que han tomado posturas radicales en contra de este fenómeno.

Pero no podemos olvidar que tanto el Aquarius como la actuación de la Guardia Civil ponen en evidencia los retos pendientes de la política migratoria que a medio y largo plazo no pueden resolverse con gestos sino con una acción conjunta europea que contribuya a impulsar el desarrollo de África.

Recientemente el diputado y vicepresidente del PPE en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, reclamaba en el hemiciclo «ayudar a África a cambiar África».

Aquí es donde debemos poner el foco mediático y político, pero parece que hoy casi nadie en España ha abierto un debate riguroso sobre cómo «cambiar África», es decir, cómo impulsar el desarrollo económico, institucional, social y político del continente. Parece como si los árboles no nos dejaran ver el bosque.

La sostenibilidad de las sociedades europea y africana están en juego. Los europeos tenemos el reto de ayudar a cambiar África, a mejorar la calidad de vida de los africanos, y con ello podemos también contribuir a mejorar Europa y contribuir a impulsar su desarrollo económico. Es evidente que nos enfrentamos a una de las mayores crisis de los últimos años. Pero también tenemos que recordar que las crisis siempre han generado oportunidades. Bien lo sabemos en la UE, donde las crisis han sido siempre los revulsivos necesarios para avanzar. Y sin duda el reto migratorio puede ser una gran oportunidad a medio y largo plazo. Una oportunidad para África y los africanos, y una oportunidad para Europa y los europeos.

El reto migratorio únicamente se resolverá a medio y largo plazo a través del progreso y desarrollo del continente africano. O generamos oportunidades en África o tienen toda la legitimidad de venir a buscarlas a Europa. Yo también vendría a Europa. Para ello es necesario impulsar la inversión y el crecimiento económico. Debemos diseñar un plan para que nuestras empresas inviertan masivamente en África. Esa inversión sin duda generará desarrollo y crecimiento económico, es decir, generará oportunidades para la población local, que es precisamente lo que vienen a buscar a Europa. Y esa inversión española y europea generará también oportunidades para nuestras empresas. En un momento en el que la internacionalización de nuestras empresas está siendo uno de los pilares del crecimiento económico y de la creación de empleo, la inversión en África generará oportunidades también en España y en Europa. Pero además el desarrollo de África también contribuirá al desarrollo de Europa. En un momento en el que Europa envejece y por ello nuestros mercados merman, el desarrollo de África podría convertirse en nuevos mercados para nuestros productos y servicios.

El reto no está exento de dificultades. Sin ayuda, ni las empresas ni las instituciones financieras podrán abordar tan magno reto. África no cuenta con un sistema financiero suficientemente desarrollado. Además el continente tiene hoy muchos riesgos, entre ellos riesgos políticos, que en muchas ocasiones impiden la viabilidad de este tipo de inversiones. Necesitamos convertir esos proyectos en bancarizables, a través de por ejemplo un modelo de garantías que cubra el riesgo país y de ese modo las empresas asuman únicamente el riesgo proyecto. Tenemos que cambiar y adaptar nuestro modelo de cooperación al desarrollo. No puede ser un modelo basado en ayuda no reembolsable, sino que la cooperación debe contribuir también a impulsar la inversión de nuestras empresas. Hace falta también un plan europeo que permita facilitar e impulsar dicha inversión. El debate está sobre la mesa. La Comisión Europea ha lanzado el Plan Europeo Exterior. Está también sobre la mesa la creación de un Banco Europeo de Desarrollo. Necesitamos ser ambiciosos y concretar todas estas propuestas. Espero que el nuevo Gobierno de España no sólo centre su actuación en gestos, sino también en hechos. Esperamos que esos hechos se materialicen en propuestas que nuestro Gobierno lleve a Bruselas en materia de desarrollo a medio y largo plazo. España, es decir Europa, está a 14 kilómetros de África. Nuestro país puede y debe jugar un papel fundamental para impulsar la sostenibilidad y el crecimiento económico de ambos continentes. O les damos oportunidades allí o vendrán aquí a buscarlas.

Pablo Zalba Bidegain fue presidente de ICO y diputado al Parlamento Europeo.

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