El retroceso de la libertad

Por Jesús López-Medel, diputado del PP por Madrid y vocal de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso (EL PERIÓDICO, 14/06/06):

Pocos hechos de la reciente historia contemporánea son tan desastrosos como la invasión de Irak y las secuencias posteriores y constantes en este último trienio. Claramente fue aquella una decisión no solo injusta y errónea, sino también contraria al derecho internacional. Sin embargo, aparentemente concluida con la toma de Bagdad y la captura del dictador hace tres años, comenzó algo aún más desolador: la posguerra. Y lo que es peor: una posguerra pésimamente gestionada.
Algunos hablaban entonces de la conveniencia de que se visualizaran bien en los carros militares las banderas de los países que habían "liberado" al pueblo de Irak. Mientras tanto, quienes en esos momentos expresamos públicamente al menos nuestras reticencias, solo pensábamos en la dificultad de recuperar la paz, reconstruir el país y evitar la erosión de la democracias occidentales que habían apelado a hechos (falsos o erróneos, según se demostró pronto) e intereses inconfesables para imponerse por la fuerza y contra el derecho.
Son muchos los efectos, pues, además de las consecuencias humanas y los costes económicos y sociales. Es evidente que la posguerra no ha traído más seguridad ni en la zona ni en el mundo, sino lo contrario, pues ha impulsado las células y el pensamiento fundamentalista. Cuando existe caldo de cultivo en sociedades con elementos de fanatismo y pobreza, si se les arremete con prepotencia y escasa inteligencia desde el exterior, los resultados son la estimulación de más fanatismo, más odio, más terror. Esta fue una de las claves del triunfo de Hamás en las elecciones palestinas de enero, tal y como pude percibirlo directamente. Asimismo, la situación interna en Irak tiene un gran riesgo de guerra civil.

QUIENES denunciamos las dictaduras en China, Cuba o Bielorrusia o las graves vulneraciones en Venezuela o Rusia no podemos ser indiferentes ante los retrocesos de la libertad y la democracia como sistema de valores. No toda forma de lucha contra el terrorismo es inteligente, eficaz ni ética sin que el fin justifique nunca los medios.
Primero fueron los tratos inhumanos y degradantes contra la dignidad de prisioneros en cárceles como Abú Graib, nombre para siempre asociado a la infamia. Solo los responsables directos cuyas fotos desvelaban su identidad fueron enjuiciados (con las debidas garantías jurídicas, eso sí), saliendo indemnes los superiores que conocían y toleraban estas prácticas y sin haberse realizado una condena firme de estos hechos vejatorios, lamentándose en la reciente reunión de Bush y Blair solo el daño para su propia imagen.
También han de destacarse la utilización consentida del espacio aéreo y aeropuertos europeos para abundantes (mas de 1.000) vuelos de la CIA vinculados a secuestros, torturas y traslados de prisioneros. Sobre estas actividades, vinculadas al descubrimiento de cárceles secretas en varios países de Europa y en Marruecos, desde el Parlamento europeo y Amnistía Internacional se han dado datos muy concretos.
También la prensa libre (fundamental en una democracia) destapó la existencia de millones de escuchas ilegales a ciudadanos tanto fuera como dentro de EEUU sin autorización judicial ni parlamentaria, siendo patética la justificación de este espionaje masivo apelando a vagas razones de seguridad y generalizando la invocación al miedo. Además, en algún caso se han aprobado leyes que restringen de forma evidente y ridícula (llegando hasta el control de libros usados en bibliotecas públicas) derechos del ámbito de la libertad e intimidad. Recientemente, el candidato propuesto como nuevo director de la CIA ha justificado y aplaudido estas actuaciones.

OTRO HECHO escandaloso es Guantánamo, prisión en la base militar radicada en territorio cubano a fin de evitar las normas internas que prohíben la tortura. Allí se dispensa un trato inhumano, inmoral e ilegal, según todas las convenciones, a personas simplemente sospechosas de actividades terroristas que no tienen iniciados procesos judiciales contra ellos. Organismos como el Consejo de Europa, el Parlamento europeo y la ONU han demandado el cierre inmediato de ese lugar inmundo, reaccionándose con gran debilidad moral y de convicciones.
Estos aspectos y otros, como las recientes revelaciones de salvajes matanzas de familias iraquís, revelan un retroceso en la calidad de nuestros sistemas democráticos. Además, esos recortes de libertades y derechos no solo no han sido eficaces, sino que han alentado aún más el sentimiento de humillación que, junto a los factores ya mencionados, han radicalizado el fundamentalismo y el terrorismo. No es nuestra democracia más justa ni más segura ni tampoco más libre en estos últimos tiempos.