El sector social también es esencial y está preparado

En las indicaciones sobre qué se podía hacer y qué no a partir del día 13, salvo error, las organizaciones sociales no aparecemos entre las actividades que se pueden desarrollar. Pero tampoco, curiosamente, entre las que no. Están las farmacias, las gasolineras, los despachos de abogados, las droguerías, los talleres… pero nada se dice de (o se les dice a) las más de 600.000 personas que trabajan en el sector social español. Y no sólo muchísimas de ellas están estos días dando su tiempo, y en ocasiones arriesgando su vida, por los demás, sino que, además, en conjunto su actividad supone una aportación al PIB similar a la del sector de las telecomunicaciones.

Tenemos muchos motivos para estar orgullosos de nuestro sector social. Y en esta crisis sería un grave error olvidar lo que está haciendo, y sobre todo el papel estratégico que puede jugar en la recuperación para que, de verdad, España salga de ésta más fuerte. Ya lo hizo después de 2008. En aquella ocasión, las casi 30.000 organizaciones activas que conforman nuestro sector se encontraron metidas, de lleno y de repente, en una tormenta perfecta: menos recursos y muchas más necesidades que atender. Una tormenta que, sin tener datos aún, tiene toda la pinta de estar reproduciéndose ahora mismo: miles de organizaciones están teniendo muchos menos recursos para hacer las cosas, y al mismo tiempo se están encontrando con muchas más cosas que hacer: más mayores solos; más familias sin acceso a alimentos; más personas sin hogar; más desempleados; más conflictos en las cárceles; más víctimas de abusos; más, y más. Y, a pesar de las dificultades, sabemos que están respondiendo.

Porque la historia reciente nos ha demostrado que el sector tiene creatividad, compromiso y músculo suficientes para afrontar esta situación. Y, si la sociedad en su conjunto se acuerda de él, y lo apoya, y lo valora, será una parte esencial de la solución. Ya en la anterior crisis, gracias a miles de pequeñas revoluciones internas, y a un esfuerzo y compromiso encomiables, se consiguió lo que parecía imposible y lo que, seguro, va a volver a tocar: hacer más con menos.

En la Fundación Botín conocemos bien muchos de estos procesos gracias al programa Talento Solidario, que desde 2010 favorece la incorporación de personal cualificado en organizaciones sociales para que puedan innovar más, colaborar más y medir mejor sus resultados, y así ser más eficientes y sostenibles. Ahora, un estudio ha confirmado lo que intuíamos: que aquellos procesos de profesionalización se enmarcaron en una evolución general de todo nuestro sector, gracias a la cual hoy es más fuerte, más eficiente, y más sólido que hace diez años. Conviene dar unos pocos datos, porque son la prueba de lo que el sector es capaz de hacer, de nuevo, en el proceso de recuperación que se nos avecina. Entre 2008 y 2013, sus ingresos agregados disminuyeron en más de 2.300 millones de euros, y la financiación pública pasó del 61,3 por ciento del total a sólo el 41,4 por ciento. Pues bien, en ese mismo período el sector más que dobló la financiación propia, y sus intervenciones aumentaron de 42 a 52,9 millones. Pero es que, además, en un contexto de destrucción generalizada de puestos de trabajo, entre 2008 y 2013, el peso relativo del empleo del sector social creció más de un 50 por ciento, y entre 2008 y 2018, su empleo total creció un 9.1 por ciento.

España puede contar, para volver a construir el futuro, con su sector social. Porque si lo que podía haber generado, en 2008, una situación de bloqueo y destrucción del tejido social produjo todo lo contrario, está en nuestras manos que vuelva a suceder lo mismo y que se convierta en un actor protagonista en la reconstrucción social y económica que tenemos por delante.

Para que suceda, nosotros tenemos que seguir mejorando aún más nuestra solidez financiera, nuestra eficiencia y nuestra capacidad de colaboración, y tenemos que abordar en serio una transformación digital en la que como colectivo nos hemos quedado, seguramente, un poco atrás. Pero, además, es fundamental que logremos que el sector público y el sector privado conozcan mejor nuestra labor, confíen más en nosotros, nos tengan más en cuenta, y caigan en la cuenta de que en buena medida, en un momento histórico como este, el futuro de España será el futuro de su sociedad civil, y específicamente de su sector social.

Se nos está viniendo encima otra tormenta perfecta. De la última el sector logró salir más fuerte, y al hacerlo contribuyó de un modo estratégico al desarrollo de España. Y podemos volver a hacerlo, si se nos tiene en cuenta y logramos que se confíe en nosotros. Porque también nosotros somos esenciales.

Íñigo Sáenz de Miera Cárdenas es Director de la Fundación Botín.

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