El Senado y la unidad de España

Uno de los padres de la Constitución declaraba, con motivo del 40 aniversario de nuestra Carta Magna, que la configuración de la Cámara Alta no les había quedado muy «brillante». Es verdad que el Senado quedó en el sistema político-institucional a mitad de camino entre una verdadera Cámara de representación territorial, que contribuye a armonizar y cohesionar el nuevo Estado Autonómico, y una Cámara de segunda lectura o de «doble reflexión», que facilita el acuerdo político y que ayuda a mejorar los proyectos legislativos. Esta indefinición ha diluido a lo largo de estas cuatro décadas de democracia la imagen del Senado en la opinión publica hasta el punto de que para muchos españoles se había convertido en una institución «prescindible» o al menos que aportaba poco valor a nuestro sistema político.

Esta percepción del Senado ha cambiado en buena medida en esta Legislatura que hoy termina de forma precipitada. En estos últimos años, la Cámara Alta ha jugado un papel de gran relevancia en el sistema constitucional y en el debate político. Por un lado, la aprobación por el Senado de la aplicación del artículo 155 en Cataluña fue decisiva para impedir la proclamación efectiva de una república independiente en la Comunidad Autónoma de Cataluña. Por otro, la rotunda labor de oposición que ha ejercido la mayoría del Partido Popular al Gobierno de Pedro Sánchez, tras la moción de censura apoyada por la izquierda radical y los independentistas, ha resultado fundamental para evitar nuevas concesiones al secesionismo que hubieran comprometido nuestra soberanía y la propia unidad nacional.

Mantener una sólida mayoría parlamentaria en el Senado en las próximas elecciones del 28 de abril debe ser, por lo tanto, una prioridad máxima para el Partido Popular y para las fuerzas constitucionalistas. Esa mayoría es fundamental para que un futuro Gobierno pueda hacer frente con eficacia al persistente desafío independentista, utilizando para ello todos los recursos constitucionales que tenemos a nuestro alcance, incluido una nueva aplicación del artículo 155. El Senado como fortaleza de nuestra unidad y nuestra democracia solo será posible si la mayoría de la Cámara mantiene una posición clara en contra de cualquier proceso de negociación que ponga en cuestión nuestra soberanía nacional.

La izquierda y el independentismo han intentado boicotear por todos los medios al Senado. Han negado que la Cámara Alta represente la soberanía nacional como parte de las Cortes Generales y como establece la propia Constitución. Han cuestionado la legitimidad democrática de la mayoría de la Cámara intentado despojarla de sus competencias como ocurrió en el debate sobre el techo de gasto, la han ninguneado al incumplir Pedro Sánchez su obligación constitucional de rendir cuentas ante el Pleno de la Cámara a pesar de haber sido convocado. Terminamos esta XII legislatura con el sentimiento del deber cumplido y de haber vivido y protagonizado momentos decisivos de la historia de España.

El sistema de elección del Senado es un sistema complejo. El total de la Cámara esta compuesta por 264 senadores, 208 electos directamente por los ciudadanos y 58 designados por los parlamentos autonómicos. Cada provincia elige un total de cuatro senadores en listas abiertas en las que cada ciudadano puede elegir un máximo de tres candidatos de un solo partido o de varios. La experiencia de estos últimos cuarenta años de democracia muestra que el partido mayoritario en cada provincia suele lograr tres de los cuatro escaños en juego y el segundo partido más votado suele conseguir el cuarto escaño, posición que han ocupado el Partido Popular y el PSOE. El resto de partidos, es decir, el tercero y el cuarto partido no lograrán representación parlamentaria por lo que lo razonable es que los constitucionalistas concentremos el voto en el Partido Popular, especialmente en el Senado. Dar el voto en el Senado a partidos constitucionalistas minoritarios puede significar entregarle la mayoría a los partidos que quieren llegar a acuerdos con aquellos que lo único que pretenden es romper España.

El Partido Popular tiene hoy una amplia mayoría de 145 escaños en el Senado. Todas las encuestas sitúan al PP como líder del espacio que va del centro político a la derecha. El problema es que la dispersión del voto en ese espacio puede resultar letal para la unidad de España. Pablo Casado ha ofrecido estudiar cualquier fórmula para evitar que esa mayoría que garantice la defensa de nuestra Constitución pueda ser cuestionada por una izquierda que siendo inferior en votos resulte privilegiada en escaños.

Por todo ello, me gustaría hacer una apelación al sentido de Estado de los ciudadanos que son, en democracia, quienes tienen la última palabra y opten, al elegir senadores con la papeleta de color sepia, por el partido que garantice la unidad de España.

Ignacio Cosidó es Portavoz del Grupo Popular en el Senado.

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