El shock fiscal de la COVID-19 para África

Mientras la COVID‑19 se extiende por África y las autoridades implementan respuestas de emergencia, el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha formulado un llamado de atención para los gobiernos africanos: «En otros países», declaró en marzo, «hemos visto que después de cierto punto de inflexión el virus se acelera, de modo que el mejor consejo para África es prepararse para lo peor y prepararse ahora».

Pero los esfuerzos para mitigar la crisis, incluso esfuerzos viables, pueden ser difíciles o incluso imposibles de tolerar para los ya constreñidos presupuestos de muchos países africanos. Hoy las naciones del África subsahariana destinan a la salud pública en promedio apenas el 7% del presupuesto general, en vez del 15% de los países de la OCDE. El efecto acumulado de un gasto insuficiente dejó a muchos de estos países con sistemas de salud precarios que tienen dificultades para proveer servicios comunes y corrientes, ni hablar de responder a una pandemia.

La subinversión es la principal razón de la debilidad de los sistemas sanitarios africanos. Pero la situación se agrava por la falta de margen fiscal para emergencias como la pandemia (debida a niveles de deuda insostenibles y a una contracción del ahorro). Y los gobiernos también son renuentes a tomar decisiones difíciles que impliquen reasignar presupuestos y anular aumentos salariales otorgados a los empleados del sector público.

Algunos gobiernos han tenido una actitud proactiva. Sudáfrica, que tiene una de las tasas de contagio más altas del continente, anuló acuerdos salariales ya tomados con los sindicatos, para movilizar fondos de emergencia para la COVID‑19. Otras medidas adoptadas por el gobierno del presidente Cyril Ramaphosa, que respondió más rápidamente que la mayoría de los gobiernos occidentales, incluyen una política monetaria expansiva y el uso de excedentes de fondos en poder de instituciones financieras públicas. Además, el sector privado hizo donaciones a un fondo solidario instituido por el gobierno.

La experiencia de Liberia en la lucha contra el brote de ébola en 2014 ofrece a las autoridades enseñanzas cruciales respecto de cómo encarar una crisis sanitaria importante con recursos financieros y organizativos limitados. La OMS hizo una evaluación detallada del grado de preparación de Liberia para la lucha contra el ébola, y concluyó que el único hospital de derivación importante del país (el Centro Médico John F. Kennedy) había quedado muy dañado tras los catorce años de guerra civil en el país. Ningún hospital tenía pabellón de aislamiento, pocos trabajadores médicos habían recibido capacitación en los principios básicos de la prevención y el control de contagios, y la provisión de equipos de protección individual era escasa o nula.

¿Cómo afrontó Liberia la doble crisis del ébola, sanitaria y de finanzas públicas? Tras declarar emergencia nacional por el ébola en agosto de 2014 e instituir muchas de las medidas (controles de fronteras, toques de queda y cuarentenas comunitarias) que hoy se están aplicando en todo el mundo en respuesta a la pandemia de COVID‑19, el gobierno de Liberia emprendió diversas medidas fiscales. Las autoridades aumentaron el gasto en salud un 111%, hasta alrededor del 60% del presupuesto total (que creció un 24%). La reorganización y el incremento del gasto público fueron acompañados de una contracción de alrededor del 8% en los principales sectores económicos de Liberia (en particular la minería, la agricultura, la industria agroforestal y el sector servicios).

El ministerio de finanzas y planificación del desarrollo de Liberia tomó varias medidas adicionales. Suspendió todos los proyectos de inversión, excepto los ligados directamente con la emergencia del ébola; redujo los costos operativos recurrentes de los ministerios y agencias del gobierno, y ordenó quedarse en casa a los funcionarios públicos no implicados en la respuesta a la emergencia; y creó un fideicomiso donde centralizar los recursos públicos y los aportes de donantes, empresas y particulares, parecido al fondo que creó el gobierno sudafricano en respuesta a la COVID‑19.

Además, el personal del ministerio de finanzas se mudó al edificio del ministerio de salud. Esto mejoró la coordinación y la comunicación durante la crisis, y dio a las autoridades un mejor control de los gastos y la posibilidad de responder más rápido a cambios de la situación.

Los gobiernos deben imitar el modelo de respuesta integral de Liberia y mejorar la coordinación entre agencias y niveles de administración, especialmente en aquellos sistemas políticos descentralizados donde la implementación de los servicios sanitarios es competencia de las autoridades de nivel provincial, estatal o municipal. Esto asegurará un direccionamiento rápido y correcto de los fondos de emergencia. Es crucial mantener un flujo eficiente de información para controlar los gastos y determinar rápidamente las necesidades futuras.

Además de la respuesta de emergencia inmediata a la COVID‑19, los países deben reforzar su preparación a mediano y largo plazo. Deben obrar como advertencia para los gobiernos africanos las dificultades que están experimentando muchos países desarrollados, incluidas algunas jurisdicciones estadounidenses, para aprovisionarse a tiempo de los equipos y suministros médicos necesarios para responder a la pandemia.

Para aumentar el poder de negociación y evitar una competencia innecesaria, los gobiernos deben analizar la adopción de una estrategia panafricana para la compra de suministros esenciales. También deben aprovechar el grado de conciencia pública que creó la crisis de la COVID‑19 como modo de empezar a ampliar el margen fiscal para implementar medidas de preparación. Crear nuevos impuestos antes de que las economías se recuperen será difícil, pero hay datos que señalan que los gobiernos pueden conseguir recursos para mitigación de desastres y otras actividades similares mediante donaciones. La clave es que lo recaudado se destine a un fondo protegido dedicado exclusivamente a responder la emergencia sanitaria.

Pero las decisiones que tomen los gobiernos en lo referido a la financiación de establecimientos y servicios sanitarios para emergencias futuras también son importantes. Los sistemas sanitarios africanos no están preparados para la crisis actual. Es preciso hacer algo al respecto ahora, y no permitir que vuelva a suceder.

Biniam Bedasso is a researcher and public-finance specialist at the Collaborative Africa Budget Reform Initiative (CABRI). Neil Cole is Executive Secretary of the Collaborative Africa Budget Reform Initiative (CABRI). Traducción: Esteban Flamini.

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