El sida no espera

Por Rafael Beneyto, director general de Ayuda en Acción (EL PAIS, 03/09/05):

"El Fondo Mundial para la lucha contra el sida, la malaria y la tuberculosis no puede verse obligado a rechazar a países que necesitan ayuda urgente por falta de recursos". Así de rotundo se ha expresado Stephen Lewis, enviado especial de Naciones Unidas para el VIH / Sida en África respecto al futuro de una herramienta esencial para combatir una epidemia que afecta ya a más de 40 millones de personas y que pone en peligro el desarrollo de las regiones más pobres del planeta.

El Fondo Mundial fue creado en 2001 a propuesta de Kofi Annan con el objetivo de conseguir financiación para combatir esas tres enfermedades e intentar detener la expansión del sida. El secretario general de Naciones Unidas describió entonces esta iniciativa como "su prioridad personal". En estos años, el Fondo ha conseguido resultados muy positivos. Así, su financiación ha posibilitado tratamiento antiviral a 130.000 afectados y la realización de pruebas voluntarias de VIH a más de un millón de personas.

Se estima que este instrumento proporcione alrededor del 20% de las necesidades de financiación de la lucha contra el sida y un porcentaje aún mayor en el caso de la tuberculosis y la malaria. Sin embargo, los Estados donantes no han destinado los recursos imprescindibles para financiar los programas presentados por países en desarrollo como Zambia, donde la esperanza de vida ha descendido a 33 años según Unicef, o Botsuana, con uno de cada tres habitantes afectado por el VIH.

Los días 5 y 6 de septiembre se celebrará en Londres una Conferencia de Financiación donde los donantes deberán hacer públicos sus compromisos para el bienio 2006-2007 cuando aún existe un déficit de 400 millones de dólares para cubrir las necesidades de 2005. Si no se logra cubrir este déficit en la cita de Londres, muchos de los programas ya aprobados tendrían que aplazarse. Pero el sida no conoce tiempos ni respeta plazos. Es sorprendente la contradicción entre lo poco que dan los Gobiernos más ricos y lo que éstos, al mismo tiempo, solicitan a los países más pobres: que impulsen con fuerza la lucha contra estas enfermedades para poder desarrollarse.

En el caso del sida, como en otros muchos ámbitos, las comparaciones son desoladoras. Recientemente, el Ministerio de Sanidad español anunció, en la presentación de una campaña para impulsar el diagnóstico precoz del sida, que cada año se producen en nuestro país 3.000 nuevas infecciones. En ese mismo periodo de tiempo se estima que en un país como Mozambique, con apenas 17 millones de habitantes, 182.500 habrán contraído el virus.

En la lucha mundial contra la enfermedad, el Gobierno español ha hecho hasta ahora un esfuerzo considerable, con 100 millones de dólares a lo largo de cuatro años, pero insuficiente, si tenemos en cuenta el peso que nuestra economía tiene y pretende tener en el mundo. Para contribuir a cubrir el déficit de más de 700 millones en 2005, España sólo ha aportado 15 millones cuando debería haber doblado esa cantidad.

El Gobierno español, en declaraciones hechas en diversos foros, está apostando por el apoyo a la cooperación multilateral y su integración en la corriente internacional. Para ello, los objetivos que se marca el Ejecutivo en esta materia deben ir acompañados de recursos proporcionales que, en el caso del sida, no lo están siendo.

Desde el Congreso de los Diputados, la Alianza Española contra la Pobreza, apoyada por decenas de organizaciones, y la Plataforma Sida y Desarrollo, se ha solicitado al Gobierno que duplique sus compromisos como han hecho Reino Unido, Francia o Japón. Por todo ello, España debe dar un gran impulso a los esfuerzos de financiación del Fondo Mundial y asumir una postura de liderazgo en este sentido. Este aumento supondría además, un incremento de la aportación norteamericana ya que EE UU se ha comprometido a contribuir con un tercio de los recursos obtenidos por el Fondo. Es decir, si España aumentara su contribución en 90 millones de dólares, obligaría a Washington a aumentar en 30 millones la suya.

En la Conferencia de Financiación de septiembre en Londres, España debería aportar 75 millones para 2006 y 90 para 2007. Cualquier cifra inferior no se correspondería con la participación del PIB en la economía mundial y, lo que es mucho más grave, dejaría sin financiar programas que pueden salvar millones de vidas y prevenir cientos de miles de infecciones por VIH. En 2001 se prometió a los países sin recursos que no les faltaría financiación para acabar con el sida si presentaban unos planes de calidad. Ellos están cumpliendo su parte, ahora nos toca a nosotros cumplir con la nuestra. De ello depende la vida de millones de personas que no pueden esperar.