El siglo posamericano

Hace algo más de una década Fareed Zakaria publicó un ensayo titulado El mundo después de USA presagiando un tiempo nuevo en que Estados Unidos se vería obligado a enfrentarse a los países imitadores de su modelo socioeconómico. La cruzada democratizadora de Estados Unidos estaba muy bien, pero varios de los émulos repartidos por el mundo supondrían un serio desafío para su hegemonía.

Formado en Yale y Harvard, con una prestigiosa carrera como analista político, el hoy célebre Zakaria dirige en CNN el programa de actualidad GPS y firma una columna en el Washington Post. En las redes sociales es conocido por su defensa de la información veraz con eslóganes del tipo datos versus anécdotas.

Su heterodoxia culta le ha permitido situarse en un centrismo político cada vez más extendido en el Estados Unidos posterior a Donald Trump. El propio presidente Joe Biden es un moderado que camina de puntillas en un país donde saltan chispas tras el asalto al Capitolio, los ataques contra el sacrosanto sistema electoral, las revueltas de Black Lives Matter y los más de 600.000 muertos por coronavirus.

El equilibrio ideológico de Zakaria le da la flexibilidad de un gimnasta intelectual, capaz de entender tanto el anticomunismo de Ronald Reagan como la desregulación financiera de Bill Clinton. Pero durante estos últimos años su preocupación central ha sido el papel de Estados Unidos en el mundo.

En lo que llevamos de siglo XXI, el triunfal modelo de autogobierno estadounidense se ha ido difundiendo por nuestro planeta, que nunca había sido tan democrático, aunque paradójicamente Estados Unidos se iba debilitando durante el proceso. Zakaria lleva dos décadas observando con inquietud cómo otros países lo iban superando con empresas más boyantes, con industrias más eficaces y con millonarios más ricos.

En octubre de 2015 el español Amancio Ortega se convertía en la persona más rica del mundo, coincidiendo con el máximo bursátil de la historia de Inditex, posición que le disputaban los estadounidenses Bill Gates, Warren Buffett y Jeff Bezos, este último hoy en la cima del podio seguido de Elon Musk y Bernard Arnault.

En El mundo después de USA, Fareed Zakaria anunciaba un orden mundial todavía liderado por Estados Unidos como nación más poderosa, pero con un poder relativo ya herido de muerte, por así decirlo. El libro, publicado en nuestro país por Espasa, distinguía tres grandes capturas del poder mundial en los últimos quinientos años: Europa lo tuvo durante el Renacimiento, Estados Unidos a finales del siglo XIX y en nuestro siglo XXI se lo disputan varios países ajenos a la esfera occidental tradicional, entre los que destacan China, Japón, Rusia e India, que lo comparten con las viejas naciones europeas y con las organizaciones supranacionales más poderosas.

La oficialización de China como primera potencia mundial sigue siendo tabú en buena parte de los medios occidentales, dado que se ha afianzado ahora, en la segunda década del siglo XXI, en paralelo a la pandemia de coronavirus, cuyo origen es sin duda chino. Henry Kissinger explicaba que China optó desde 2003 por una política pasiva ante el despliegue de George Bush en el ámbito musulmán con la supuesta intención de expandir la democracia por el planeta. China no puso obstáculos al intervencionismo en Irak y Afganistán, en gran parte porque esta operación mantenía a Estados Unidos alejado de Extremo Oriente.

Nadie duda de las dotes de Zakaria para el análisis sociopolítico, pero su vaticinio de que las instituciones occidentales e internacionales no sabrían afrontar los desafíos del nuevo milenio no contemplaba ni por asomo la pandemia de coronavirus que ha trastocado las coordenadas geopolíticas de un modo que nadie podía imaginar.

En enero de 2020, el New York Times titulaba juguetonamente un artículo sobre la Covid-19 Ese bicho peludo que se ve por ahí. Un año largo y casi cuatro millones de muertos después, hay pocas ganas de bromas. En su último ensayo, Diez lecciones para el mundo de la pospandemia, recién salido del horno esta primavera, Zakaria escribe: “Estados Unidos invierte en Defensa casi un billón de dólares anual. Pero no estábamos preparados para enfrentarnos a un microbio diminuto. Y podría ser que esta mota viral genere el mayor estrago económico, político y social desde la Segunda Guerra Mundial”.

Ahora sólo queda resolver el enigma del origen de esta devastación. Pese al cierre en banda de los medios occidentales ante la teoría Wuhan, incluso censurada en plataformas como Facebook, Joe Biden ha osado resucitar la investigación iniciada por su predecesor Trump. En el derecho romano (y en las novelas negras) la solución la da el cui prodest. ¿A quién beneficia? Basta mirar las nuevas listas de países más poderosos del mundo para saber la respuesta.

Gabriela Bustelo es escritora y periodista.

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