El sistema regulatorio financiero de Estados Unidos sigue sin funcionar

Cuando un banco quiebra, la atención, inevitablemente, se vuelca a sus reguladores. ¿Quién estaba dormido al volante? ¿Quién no detectó las señales de advertencia? La quiebra de Silicon Valley Bank (SVB) no es una excepción.

En Estados Unidos, estos interrogantes suelen están dirigidos a muchas agencias diferentes, ya que el sistema es complejo y difícil de entender para la gente de afuera. De manera que la conclusión suele ser una forma invertida de la famosa observación de John F. Kennedy después del fiasco de Bahía de los Cochinos de que “el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano”. Las quiebras de bancos en Estados Unidos suelen tener varios padres, pero todos ellos niegan la paternidad.

En breve, el Congreso se va a abocar de lleno al colapso de SVB y allí tendremos más información sobre lo que pasó. Mientras tanto, hay unos pocos hechos que son claros. SVB estaba eximido de una mayor supervisión gracias a la Ley de Alivio Regulatorio de la era Trump. Esto significa que no tenía que someterse a pruebas de estrés, por ejemplo, que deberían haber expuesto su vulnerabilidad a un marcado aumento de las tasas de interés. La prueba de estrés del Reino Unido incluye un aumento de cinco puntos de las tasas de interés, lo que habría revelado -y tal vez impedido- el desfase de vencimientos de SVB. Asimismo, una exención de cinco años de la regla Volcker, que prohíbe las operaciones por cuenta propia por parte de los bancos, le permitió a SVB invertir en fondos de capital de riesgo. Como proclamaba orgullosamente su sitio web: “Hay muchas maneras de describirnos. Banco es solo una de ellas”.

Los principales reguladores de SVB eran la Junta de la Reserva Federal de Estados Unidos, que operaba a través del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC por su sigla en inglés) y, por tratarse de un banco autorizado por el estado, el Departamento de Protección e Innovación Financiera de California, cuyo nombre sugiere una combinación problemática de supervisión y promoción. El comisionado del departamento es un abogado con experiencia en organizaciones deportivas.

Conocemos otros dos hechos posiblemente relevantes. Cuando SVB adquirió el Boston Private Bank en junio de 2021, la Fed predijo que la entidad fusionada “no plantearía riesgos significativos para el sistema financiero en caso de dificultades financieras”. Claramente, algo había cambiado desde entonces. Y la Fed de San Francisco estaba bien al tanto de los asuntos de SVB, ya que el CEO de SVB formaba parte de su directorio hasta que el banco quebró.

Por supuesto, sería simplista decir que hay un vínculo causal entre las rarezas del sistema regulatorio de Estados Unidos y los problemas de un banco en particular. Pero resulta esclarecedor analizar qué pensaban los principales actores en la última crisis financiera sobre la estructura regulatoria en la cual estaban obligados a trabajar.

En su memoria Prueba de estrés: reflexiones sobre las crisis financieras, Timothy Geithner, que fue presidente de la Fed de Nueva York y luego secretario del Tesoro de Estados Unidos, observaba que “nuestro régimen de supervisión actual, con sus feudos competitivos y sus incentivos perversos que alientan a las empresas a buscar una regulación amigable, era un caos arcaico”. En sus propias reflexiones sobre ese período turbulento, Hank Paulson, el antecesor de Geithner como secretario del Tesoro, sostenía que Estados Unidos necesitaba “un mejor marco que se caracterizara por una menor duplicación y que restringiera la capacidad de las firmas financieras de seleccionar y elegir a sus propios reguladores, generalmente menos estrictos, en una práctica conocida como arbitraje regulatorio”. Fue un ejemplo raro de acuerdo bipartidista.

Las reformas financieras de Dodd-Frank, sancionadas luego de la crisis de 2008, hicieron muy poco para abordar estos problemas estructurales. La Oficina de Supervisión de Entidades de Ahorro se fusionó con la Oficina del Contralor de la Moneda, y se creó una nueva Oficina para la Protección Financiera del Consumidor -que agregó un nuevo acrónimo a la sopa de letras-. Pero el resto del sistema que tanta antipatía les generaba a Geithner y a Paulson permaneció intacto.

El presidente de la Fed Paul Volcker continuó la lucha por una simplificación hasta su muerte a fines de 2019. En 2015, la Alianza Volcker, una entidad sin fines de lucro, publicó una acusación punzante del sistema y trazó el bosquejo de una estructura más coherente.

Los elementos clave eran muy claros. La Fed tendría una responsabilidad general reforzada en términos de estabilidad financiera, mientras que el Consejo de Supervisión de la Estabilidad Financiera, que tiene una rotación rápida de la membrecía de todos los diversos organismos involucrados en la regulación financiera en todo el país, sería reducido fuertemente y puesto bajo el control de la Fed. Y la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) y la Comisión de Negociación de Futuros de Productos Básicos (CFTC) se fusionarían en esa restructuración. (Estados Unidos es el único país donde los valores en efectivo y sus derivados están regulados por diferentes entidades).

La Alianza Volcker también recomendó crear una nueva Autoridad de Supervisión Prudencial, una agencia independiente que incorporaría todas las funciones prudenciales que hoy llevan a cabo la Fed, la Oficina del Contralor de la Moneda, la FDIC, la SEC y la CFTC, que actualmente supervisan a los operadores por cuenta ajena/propia y los fondos del mercado cambiario. El resultado sería “un régimen más simple, más claro, más flexible y más resiliente, con el mandato de lidiar con el sistema financiero tal como existe hoy y capaz de ir al compás del panorama financiero en evolución”.

Tristemente, Volcker ya no está entre nosotros y no puede presionar por una reforma. Pero, no importa dónde esté, tal vez esté esbozando una sonrisa triste ante los acontecimientos recientes, que son una prueba más de que el sistema de Estados Unidos es disfuncional. Las autoridades estadounidenses actualmente están combatiendo el fuego, y debemos depositar todas nuestras esperanzas en que tengan éxito. Pero, cuando la crisis de corto plazo termine, deben desempolvar el informe de Volcker. Su análisis hoy está vigente y las recomendaciones son claras y viables, como uno esperaría de alguien que supervisó la maraña regulatoria actual durante una decena de años. El sistema sigue sin funcionar bien, y es necesario repararlo antes de que vuelva a dejar al descubierto sus deficiencias.

Howard Davies, the first chairman of the United Kingdom’s Financial Services Authority (1997-2003), is Chairman of NatWest Group. He was Director of the London School of Economics (2003-11) and served as Deputy Governor of the Bank of England and Director-General of the Confederation of British Industry.

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