El sketch de 'Polònia': medios, escuela y nacionalismo

El exitoso programa de TV3 Polònia, supuestamente de sátira política, ha sido noticia por la emisión del sketchFamilia contra el adoctrinamiento” en el que se ridiculiza a un matrimonio castellanohablante, crítico con el monolingüismo y los contenidos que se imparten en la denominada escola catalana.

El sketch podría tener gracia si no fuera porque ya en el Programa 2000 de Pujol se hablaba literalmente de “impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores, padres y estudiantes”, de “reorganizar el cuerpo de inspectores de forma y modo que vigilen el correcto cumplimiento de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza” o de “incidir en las asociaciones de padres, aportando gente y dirigentes que tengan criterios nacionalistas”.

El sketch podría tener gracia si no fuera porque la entonces consejera Ponsatí, máxima autoridad en materia de enseñanza en nuestra Comunidad, declaraba literalmente el 27 de julio de 2017, en vísperas del golpe a la democracia de septiembre, que: “En Enseñanza no necesitamos construir estructuras de Estado. Las tenemos listas”.

El sketch podría tener gracia si no fuera porque la misma consejera destituyó y sustituyó a los directores de las escuelas e institutos que fueron colegios electorales durante el fin de semana del referéndum ilegal, asegurándose así de que los centros educativos, ¡y los menores!, se colocaban en el foco del enorme conflicto que claramente iba a producirse el 1 de octubre.

El sketch podría tener gracia si no fuera porque un número nada desdeñable de miembros de la “comunidad educativa” catalana (entre ellos, el presidente del sindicato mayoritario de profesores USTEC-STEs) entregaron simbólicamente las llaves de estos centros al entonces presidente Puigdemont, para así facilitar la desobediencia al Tribunal Constitucional.

El sketch podría tener gracia si no fuera porque existe un informe de la Alta Inspección del Estado que denuncia los contenidos de bastantes de los manuales que se utilizan en Cataluña.

El sketch podría tener gracia si no fuera porque hay fuentes como este blog de Eduardo González Palomar que documenta, con miles de evidencias, la inaceptable invasión simbólica del espacio educativo por el nacionalismo, con lemas especialmente extendidos como el sectario “Por un país de todos, la escuela en catalán”.

El sketch podría tener gracia si no fuera porque hay familias que han sufrido un auténtico acoso por atreverse a exigir algunas horas de clase en español para sus hijos.

En definitiva, el sketch podría tener gracia si no fuera porque todos estos despropósitos (¡y tantos otros, como las concentraciones de menores en los patios de los colegios para reprobar las actuaciones policiales, la multitud de pronunciamientos políticos de las direcciones de los centros y de las AMPAS en nombre de todos sus miembros, o la apertura de un expediente al único inspector que se atrevió a alzar la voz..!) no estuvieran sistematizados en el extenso informe Instrumentalización nacionalista del sistema educativo en Cataluña: el caso del 1 de octubre, elaborado por la Asamblea por una Escuela Bilingüe de Cataluña y la Agrupación de Enseñanza de Societat Civil Catalana.

Resulta inadmisible que una televisión pública, que tiene una especial obligación de ser respetuosa con la diversidad existente en la sociedad a la que sirve y de contribuir al fomento de la convivencia, haga mofa de una cuestión tan sensible y, además, la haga reiteradamente. Sin ir más lejos, vean los sketchsEl adoctrinamiento en las escuelas”, emitido también en Polònia el 19 de octubre de 2017, y “La escuela controlada”, emitido el pasado 10 de mayo.

No parece casualidad que el referido Programa 2000 de Pujol subraye la firme voluntad del nacionalismo catalán de controlar también a la prensa. Así, habla textualmente de “introducir a gente nacionalista de una elevada profesionalidad y una gran cualificación técnica en los lugares clave de los medios de comunicación” y, en concreto, de “lograr que los medios públicos dependientes de la Generalitat sigan siendo unos transmisores eficaces del modelo nacional catalán”. Quizás por ello, la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales se ha convertido en el referente de la Cataluña secesionista, siendo percibida por los constitucionalistas como algo completamente ajeno.

De este modo, un programa de humor, de gran audiencia entre los votantes de los partidos separatistas, puede contribuir muy eficazmente a reforzar un mensaje recurrente del nacionalismo: que la denominada escola catalana (en lengua y contenidos) no se toca. Para ello, ¿qué mejor estrategia que ridiculizar a quien tiene otra mirada sobre una cuestión tan nuclear? Y, por supuesto, mejor hacerlo con una herramienta fiable. En este caso, la productora Minoría Absoluta, de Toni Soler, conocido por sus declaraciones en prensa y en redes, no precisamente ecuánimes con respecto a los diversos actores políticos, y claro beneficiario de las contrataciones externas de TV3.

En definitiva, en una semana en que la Asamblea por una Escuela Bilingüe de Cataluña presentaba en el Congreso de los Diputados y ante el Defensor del Pueblo el citado informe sobre la instrumentalización de la escuela por el nacionalismo, la cobertura de los medios públicos de “todos” los catalanes consistió en un sketch burlesco. Podría tener gracia si no fuera porque lo que denunciamos en el informe es verdad y, además, es crucial, si es que aún queda alguna opción de articular un modelo de convivencia en Cataluña…

Isabel Fernández Alonso es profesora titular de Comunicación en la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro de la Asamblea por una Escuela Bilingüe de Cataluña.

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