El suicidio del Partido Laborista

Carlos Marx escribió sus grandes obras en el refugio del Museo Británico de Londres, y medio siglo más tarde se convirtió en una influencia formativa en la evolución del socialismo británico. Los dirigentes del nuevo Partido Laborista, entre ellos Keir Hardie, dependían en gran medida de Marx por sus ideas, y el marxismo siguió siendo una corriente fundamental durante todo un siglo en el desarrollo de las ideas socialistas en el Reino Unido. Pero, comenzando con quien fuera premier Tony Blair, y como consecuencia del colapso del marxismo en toda Europa, el Partido Laborista rechazó los principios marxistas y se convirtió, en su lugar, en un partido reformista. Ahora, sin embargo, la derrota sufrida por el laborismo en las elecciones generales celebradas el pasado mes de mayo, ha animado a algunos cuadros de la formación a reivindicar una vuelta a los principios clásicos del socialismo marxista.

En estos meses de verano en los que la mayoría de los ciudadanos en el Viejo Continente están aprovechando para tomar un descanso y disfrutar de sus vacaciones anuales, los británicos tienen que hacer frente a una inimaginable acumulación de crisis de todo tipo. Y no es la menos importante la que puede acabar con la liquidación del Partido Laborista. El pasado 14 de agosto, la formación envió a todos sus militantes las papeletas para que votaran por el candidato que consideren más adecuado para convertirse en el próximo líder del laborismo británico. Los resultados se darán a conocer en septiembre. Pero, ¿seguirá habiendo un Partido Laborista para liderar?

El suicidio del Partido LaboristaEl candidato favorito por el momento parece ser un miembro del Parlamento, Jeremy Corbyn, quien cuenta con el apoyo declarado de algunos sindicatos y de muchos miembros del partido que han quedado decepcionados con el actual liderazgo existente. Sorprendentemente, sin embargo, no tiene el apoyo de la mayoría de sus colegas en el Parlamento, y ha sido el foco de ataque de todos los sectores de la prensa británica, que parece estar de acuerdo en que la victoria de Corbyn dará lugar a la extinción del Partido Laborista.

La razón de esta hostilidad parece ser que Corbyn está promoviendo las ideas de estilo marxista que datan de una generación pasada. Admirador abierto de los líderes marxistas que actualmente controlan el Gobierno griego, como ellos Corbyn cree que la austeridad es un error y que el Estado debe aumentar su deuda si quiere ayudar a la gente. Según sus propias declaraciones públicas, apoya el sistema «universal y gratuito» de guarderías, la educación «universal y gratuita» hasta incluir la Universidad, un límite al nivel de alquileres que pagan los inquilinos, la retirada del país de la OTAN, una reducción de los gastos militares y la abolición de las armas nucleares, y la compra (es decir, la renacionalización) de toda la red ferroviaria británica y de todas las compañías de energía (electricidad, gas, etcétera). El gasto masivo que implicaría todo ello sería sufragado con un aumento de los impuestos sobre los «ricos» y sobre las empresas.

Como es de imaginar, las propuestas han causado la desesperación dentro del Partido Laborista, y la burla fuera de él. Los líderes de la formación en el Parlamento han afirmado que las políticas propuestas son, sencillamente, imposibles. Sus puntos de vista, sin embargo, no son compartidos por muchos votantes laboristas, que en los últimos días han venido celebrando reuniones públicas entusiastas en las que Corbyn ha sido tratado como si fuera una estrella de cine. Algunas mujeres laboristas incluso consideran que es muy sexy. Es fácil entender por qué se ha llegado a esta situación. La derrota del partido en las elecciones y la dimisión inmediata de su líder han dejado al partido abandonado como un barco sin timón en una tormenta, sin capitán y sin ningún objetivo declarado.

Los lectores españoles tal vez piensan que reconocen algunos de los síntomas del problema en Inglaterra, pero en ese caso se equivocan. En España, el electorado ha expresado sus preferencias sin ninguna preocupación por las ideas políticas. De hecho, algunos de los partidos que han ganado apoyos actualmente -especialmente Podemos- no tienen programa político reconocible en absoluto. Yla mayoría de los ciudadanos que votan a Artur Mas en Cataluña no tiene la más mínima idea de lo que son sus políticas.

En Inglaterra, la situación es muy diferente. Los votantes británicos están buscando ideas y emociones, y Jeremy Corbyn está ofreciéndoles ambas cosas. Sus ideas datan de hace un siglo, pero son las ideas reales que siempre han inspirado el movimiento de la clase trabajadora en el Reino Unido. De la misma manera, la emoción que despierta proviene de aquéllos que basan sus esperanzas en encontrar una manera de salir de la cultura materialista y opresiva del sistema social actual. Las esperanzas, por supuesto, pueden ser ineficaces; y las ideas pueden ser poco prácticas. En ese caso, la elección de Corbyn como líder sería un error. El resultado final sería que poner tal capitán al mando de la nave, la condenaría al naufragio. Eso es lo que The Times afirmó claramente: «A través de una combinación letal de despreocupación, ineptitud y obstinación ideológica, el principal partido de la oposición en Gran Bretaña se está condenando a sí mismo a la irrelevancia y la posible extinción. Es una traición a sus votantes y su historia que el Partido Laborista está a punto de hacer seleccionando a Jeremy Corbyn como líder».

Durante la mayor parte de mi vida política fui miembro del Partido Laborista, y compartí las alegrías y las tristezas de su trayectoria. Fui un regidor durante muchos años, y también me entrevistaron para ser un candidato parlamentario. Conocía al destacado intelectual de izquierdas que el partido eligió para ser su líder en 1980-1983, Michael Foot. En aquel periodo el laborismo estaba en la oposición, buscando desesperadamente una manera de volver al poder, y buscando ideas para inspirar a sus votantes. La adopción de las ideas de izquierda parecía ser una solución, y Foot parecía entonces el candidato más honesto y sincero. Sin embargo, el experimento de izquierda falló. Foot no tenía la dureza requerida para gestionar un partido político y el movimiento obrero se dividió en pedazos. El único líder que posteriormente salvó el partido fue Tony Blair, ya en 1997.

Pero después de las elecciones generales de este año, el laborismo ha sido barrido casi por completo en Escocia y rotundamente derrotado en Inglaterra. Los sindicatos eran el apoyo principal del partido, pero ya no son un agente importante de la vida política, y la contribución financiera que hacían al partido se ha reducido en gran medida. El actual Gobierno tory también ha dicho que va a revisar la forma en que los sindicatos hacen las contribuciones políticas. No es un momento prometedor para el laborismo. El partido que llegó al poder en 1924 se está muriendo de sed en el desierto de la política, y resucitar las ideas de Carlos Marx no puede ser el medio más eficaz para devolverlo a la vida. Dentro de unos pocos días sabremos si se ha decidido apoyar a Corbyn como líder. Pero, si eso sucede, podemos estar seguros de que el partido habrá cometido definitivamente su harakiri.

Henry Kamen es historiador británico. Su última obra, publicada por La Esfera de los Libros, es España y Cataluña. Historia de una pasión (2014).

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