El ‘tapado’ Feijóo se destapa

Alberto Núñez Feijóo ha soportado durante décadas el mote de el tapado porque cada vez que había una crisis de liderazgo en el PP la necesidad de relato mediático desempolvaba al líder gallego para resolver la papeleta.

En la primavera de 2019, apenas hace tres años, cuando el caso Máster de Cristina Cifuentes todavía daba coletazos mediáticos, se llegó a barruntar que el PP hubiera aupado a Pablo Casado para quemarlo en la pira pública y luego sacar de su escondite gallego a Feijóo, a fin de entregarle la vara de mando azul gaviota.

El capítulo octavo de La vicepresidenta (la biografía de Soraya Sáenz de Santamaría que escribí en 2017 con Alejandra Ruiz-Hermosilla) abordaba la sucesión de Mariano Rajoy. Un lustro después, cobran actualidad los vaticinios de los periodistas, sociólogos y expertos políticos a quienes preguntamos sobre el particular.

"Hay mucho señor territorial que cree tener derecho, como Feijóo, por ejemplo", nos decía Rafael Bardají, hoy ideólogo sénior de Vox. El círculo pretoriano marianista nos aseguraba que el aludido "señor territorial" nunca se había entendido con Rajoy, pese a ser considerado un heredero factible.

Las amistades peligrosas salieron a relucir, por supuesto. Un parlamentario pepero de primera línea nos deslizaba con sorna un "vete a saber si a Feijóo le sale que un narcotraficante le vendió no sé qué". En nuestro libro coral cada cual opinaba libremente, formando un mosaico interpretativo cuyas teselas aportan trasfondo documental a las procelosas aguas populares de hoy.

El periodista Eduardo Inda mencionaba las buenas posibilidades del entonces vicesecretario de comunicación: "Pablo Casado ha sabido transitar entre dos aguas y lo ha hecho de puta madre: televisivamente es bueno, gusta a las tías y cae bien a los señores rancios del PP".

Para el también periodista Luis del Pino, Casado no tenía la menor posibilidad de suceder a Rajoy, por ser "una rémora aznariana en un partido encaminado a otra parte".

El historiador y analista Florentino Portero nos decía que "algunos podrían en un momento dado sacar la patita. Me constan con nombre y apellidos, pero no les ha llegado su tiempo, todavía no tienen una ventana de oportunidad. Recogen algunas cosas de José María Aznar en términos de ideología, quizá algo más socialdemócratas en temas sociales, manteniendo claves conservadoras. Son de la generación de Soraya y se han agazapado para sobrevivir".

El socialista Ramón Jáuregui nos mencionaba como posibles sucesores de Rajoy a Javier Maroto, Fernando Martínez Maíllo y Pablo Casado, que en su opinión eran "la nueva cúspide que hará la renovación del partido".

Gaspar Llamazares (excoordinador de IU hoy cercano al Podemos de Yolanda Díaz) opinaba que el PP había derivado hacia un liderazgo no ideológico, sino gerencial, y que su nuevo dirigente iría en esa línea, pero no aventuraba nombres concretos.

El ensayista y filósofo José María Marco confesaba que Pablo Casado le había sorprendido porque "pensaba que tenía menos fondo", pero había resultado tener "la capacidad de ver la complejidad de las cosas", por lo que le auguraba un futuro inminente en la formación pepera.

Luis María Anson definía a Pablo Casado como "un peso pesado", aunque el veterano periodista advertía que "los dinosaurios del PP" estaban contra su ascenso por considerar que "estaba verde".

Alfredo Urdaci también le adjudicaba a Casado una serie de virtudes primarias, como la motivación y la capacidad de comunicación, añadiendo con cautela que "en política lo definitivo son los resultados" y que Feijóo "podría aterrizar en Madrid si Soraya no le sacaba más fotos con narcotraficantes".

A modo de colofón sobre el asunto del liderazgo del partido, Florentino Portero decía sobre Feijóo que "nadie le considera un estadista. Tiene el mejor currículo de los dirigentes del PP con diferencia y, por tanto, el cursus honorum de la derecha le coloca en primera posición. Pero cuando alguien quiere algo en política, la primera condición es el valor, y a mí no me consta que Feijóo esté dispuesto a dar la batalla. Me consta su ambición, pero no su disposición".

Las últimas encuestas de intención de voto parecen negar un hipotético efecto Feijóo y vaticinan un desplome electoral del Partido Popular. Los líderes voxistas no insultan de momento a Feijóo como hicieron casi a diario con Pablo Casado, al que apodaban el tonto en sus redes sociales. Si Feijóo saliera ganador de las primarias del Partido Popular, sus problemas serían los mismos que los de su antecesor: Vox e Isabel Díaz Ayuso.

El líder popular Alfonso Fernández Mañueco gobernará Castilla y León a medias con la extrema derecha de Vox. Cuando llegue la necesidad de buscar culpables, este pacto no se le podrá achacar a Feijóo, por no tener todavía una responsabilidad directa.

¿Resolverá el líder gallego la profunda crisis del PP? Sólo sabemos que ha desembarcado en Madrid. Por lo demás, sigue siendo un acertijo envuelto en un misterio oculto en un enigma.

Gabriela Bustelo es escritora y periodista.

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