El tío Poto

Estas fechas homenajeamos tu vida, segada por ETA/HB hace 22 años. Seguirás en el paraíso riéndote de todo con esa socarronería que despertaba carcajadas, nacida de tu bonhomía; con las reflexiones atinadas sobre política; cada noche hablabas con mi padre para comentarlas o mantener conversaciones privativas. Te extraña; tu familia; tus amigos; los adversarios políticos, los compañeros del resistente Goyo Ordóñez, enterrado a cien metros de ti, asesinado por los mismos euskonazis un año antes.

Era desternillante, con mis hermanos David y Débora, con mis primos, tus hijos, Fernando, José María y Rubén, oírte despotricar de lo injusto usando la mofa, inventando términos nacidos de la sabiduría. Tu nieto mayor, Jorge, maduro y bondadoso, ha heredado tu humor contra los liberticidas. Tus nietos Álvaro, Claudia y Fernando caminan de frente, rememorándote. La tía Mapi, tu mujer, se ha contagiado de tu ironía y anda en la lucha. Tu hermano Enrique y tus hijos no la han abandonado desde que te marchaste; antes ya la practicaban. El primo José Mari, Poto –porta tu alias con orgullo–, realiza unas declaraciones magníficas; Fernando le imita calmo; Rubén, clavado a ti, enlaza a los etarras en los tribunales. Les enseñaste bien la abogacía, con la que liberaste a nuestros compañeros de partido, el PSOE, de la cárcel en la dictadura franquista.

Los que acabaron con tu vida, no con tu memoria sanativa, se pudren entre rejas. No es odio, es justicia. Nos enseñaste que el rencor se debe convertir en razón para que no nos rebajemos a la indecencia, a pelear desde el civismo, a no mantener la equidistancia con los malevos a fin de que no perpetúen sus fechorías. Ganamos el gobierno con Zapatero y luego nos venció el PP con Rajoy, partido en el que tuviste y tenemos buenos amigos. A demasiada gente le cuesta asumir lo que habías asimilado desde lo holístico: se puede empatizar con quien no piense como tú, menos con los fascistas, cuya rama cruenta baliza el terrorismo. Zapatero, en lo relativo a la equidistancia, pergeñó la Vía Nanclares, mantenida por Rajoy. Se concede libertad a los internos emancipados del colectivo de presos, mientras pidan perdón a las víctimas, se comprometan a repararlas, y no vinculante, colaboren con la Justicia. Ya están libres los sanguinarios Txelis, La tigresa y demás. Jamás repararán a las víctimas y menos proporcionarán pistas sobre los trescientos casos de asesinatos de la banda sin resolver. De denunciar a sus camaradas hubiera funcionado. Pero no lo ha hecho en el altar de la libertad y la justicia. La mayoría política, de los dos grandes partidos, salvo la notable excepción del ministro del interior y las pretéritas de Nicolás Redondo Terreros, hijo de tu amigo el gigante sindicalista Nico, y del presidente Aznar, no escuchan a las familias de los fallecidos. Se equivocan. La ley que empezó a acabar con ETA la hizo tu hermano, la dispersión de etarras en las cárceles; los dividió. Mi padre habitó los penales franquistas. Tus reiteradas visitas le hicieron más llevaderos aquellos tres duros años. Nunca has fallado a nadie.

Se han producido acaecidos que te hubieran confortado: España ganó el mundial de fútbol y alborozó de españolismo, también, a nuestros coterráneos vascos, aunque lo nieguen los hostiles; fue lehendakari un socialista vasco, Patxi López, hijo de tu amigo el valiente Lalo.

Tu hijo Fernando lleva tu estrella de David y siente similar amor hacia Israel que tú y el resto de la familia. Mi padre y tú conseguisteis que estableciéramos relaciones diplomáticas con Israel. Felipe y Alfonso, que sigue siendo el mismo hombre ejemplar, lo aceptaron. Los judíos de Sefarad os lo agradecemos. Los primos, en tu residencia donostiarra, escuchábamos tus lecciones sobre Israel, desmadejadas con pasión y argumentación. No supimos hasta ser adultos que tu discurso servía a causas gemelas: la solidaridad con los discriminados, y con las mujeres por supuesto –hay que equilibrar los sueldos con los varones-; la acción en la justicia social; la defensa de los desprotegidos. Así hemos ido creciendo, con tus carantoñas y lecciones en el alma, siguiendo tu senda. Apagadas las balas, estamos en la lucha contra el olvido. Los etarras y sus satélites cobardes se esmeran en que fuisteis daños colaterales. Ni olvidamos ni perdonamos. Somos más, mejores y más fuertes. Ganaremos; nos queda, y a nuestros hijos, la vida entera por delante, la tuya en la nuestra.

Exigimos vuestra reparación moral. La Fundación Víctimas del Terrorismo le concedió el premio a RTVE por su labor en vuestro recuerdo. Es buena pero insuficiente. La reparación moral de nuestros difuntos podría comenzar con que RTVE, en sus informativos, dedicase un minuto y medio a vuestras figuras. Serían todas las jornadas del año, incluido el 11-M. Seremos tenaces, tú nos lo enseñaste. Vuestros hechos nos han robustecido.

Te amamos, tío Fernando. Shalom.

Daniel Múgica, escritor.

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