El trabajo en la era de los robots

Los temores a las repercusiones de la tecnología en el mercado laboral no son nada nuevo. A comienzos del siglo XIX, un grupo de trabajadores textiles ingleses conocidos como luditas se preocuparon por que tecnologías nuevas como el telar mecánico y la máquina de hilar los privarían de sus puestos de trabajo. Protestaron destruyendo las máquinas.

Actualmente, la ansiedad por que las nuevas tecnologías destruyan millones de puestos de trabajo es mayor que nunca. En medio de una importante crisis del empleo, la tecnología sigue reduciendo la mano de obra necesaria para la producción en masa, mientras que la automatización de tareas administrativas y contabilidad rutinarias está vaciando también ese sector del mercado laboral. La ciencia de la robótica está revolucionando la manufactura; todos los años, se ponen en marcha 200.000 robots industriales más. En 2015, se espera que el total alcance los 1,5 millones. Uno de los imperativos que caracterizarán nuestra era será el de adaptar el mercado laboral a un mundo de lugares de trabajo cada vez más automatizados.

Sin embargo, ningún país puede permitirse el lujo de desatender esa transformación. A escala mundial, unos 200 millones de personas están desempleados, 27 millones más que en 2008. Existe la necesidad imperiosa de adelantarse a los cambios tecnológicos por venir y ofrecer a la mano de obra mundial la instrucción y las aptitudes necesarias para participar en el mercado laboral mundial.

A escala mundial, una tercera parte de los empleadores encuestados se quejan de que no consiguen encontrar trabajadores con las aptitudes idóneas para las vacantes existentes. Se deben crear trayectorias eficientes desde los programas de capacitación e instrucción hasta el mundo del trabajo a fin de que las aptitudes cuadren con la demanda del mercado. Se deben fortalecer los programas estatales y los empleadores y los sindicatos deben dar muestras de mayor responsabilidad en materia de inversión con miras al desarrollo de las aptitudes. Además, deben consultar más asiduamente a los educadores y las autoridades: debates que deben basarse en la información sobre el mercado laboral, el examen de los desempeños y la disponibilidad de servicios de empleo.

Sea cual fuere el nivel de desarrollo de un país, la inversión en instrucción y desarrollo de las aptitudes aumentará la capacidad de su fuerza laboral para innovar y adaptarse a las nuevas tecnologías. Dicha inversión puede determinar si el crecimiento económico de un país no es excluyente ni deja rezagados grandes segmentos de la sociedad. Una abundancia de trabajadores que han recibido la instrucción apropiada y pueden seguir aprendiendo aumenta la confianza de los inversores y, por tanto, el aumento del empleo.

Además de capacitar a la fuerza laboral con miras a una era con mayor automatización, las economías sostenibles deben ofrecer protecciones para los trabajadores en los buenos tiempos y en los malos. La naturaleza de la relación de un trabajador con su empleador está cambiando. Las personas que entran en el mercado laboral están encontrando sólo contratos temporales o a corto plazo; con frecuencia, se ven obligados a aceptar trabajo del sector no estructurado de la economía o emigrar en busca de empleo. Esas tendencias están exacerbando la desigualdad de ingresos.

A consecuencia de ello, son necesarias políticas de mitigación. Junto con un sistema sólido de prestaciones de desempleo, las protecciones sociales, como, por ejemplo, la atención de salud y las pensiones son esenciales para la total seguridad de los trabajadores y para garantizar una economía sana. Y, sin embargo, sólo el 20 por ciento de la población mundial tiene una cobertura suficiente de seguridad social; más de la mitad carecen de cobertura alguna.

Ésa es la razón por la que la Organización Internacional del Trabajo, creada en 1919, sigue siendo pertinente actualmente. En un mundo de lugares de trabajo cada vez más automatizados y degradación de las relaciones entre empleadores y empleados, los valores codificados en las normas laborales de la OIT son más necesarios que nunca.

Los complejas dificultades que afrontan los trabajadores a escala mundial requieren soluciones complejas. En 2013, la OIT lanzó su iniciativa Futuro del Trabajo, encaminada a determinar y analizar las tendencias incipientes y constituir un foro para los debates sobre lo que se debe hacer para adaptarse a las condiciones de un mercado laboral en rápido cambio.

Nuestro mundo ha cambiado enormemente en el pasado siglo y no sólo por la tecnología. De aquí a 2050, la población mundial superará los nueve mil millones. El número de personas de sesenta años de edad o más se habrá triplicado. Tres cuartas partes de las personas de edad vivirán en lo que ahora son países en desarrollo y la mayoría de ellas serán mujeres. Esos cambios demográficos revolucionarán aún más el mercado laboral, los sistemas de seguridad social, el desarrollo económico y el mundo del empleo.

Pese al progreso logrado por la sociedad humana desde la época de los luditas, persiste una verdad sencilla: las máquinas deben fortalecer, no debilitar, nuestras perspectivas de crecimiento no excluyente y prosperidad ampliamente compartida. Debemos velar por que la economía moderna sea sostenible, basada en los principios de la dignidad humana y la oportunidad de contar con un trabajo decoroso.

Guy Ryder is Director-General of the International Labor Organization. Traducido del inglés por Carlos Manzano.

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