El transporte y el cambio climático

La Conferencia de París ha definido los objetivos a cumplir para mitigar los graves efectos de los gases de efecto invernadero (GEI) sobre nuestro planeta. No obstante, las medidas a desarrollar en cada país deben adoptarlas las diferentes administraciones. El sector del transporte es el responsable en Europa de un 20% de las emisiones de GEI, siendo, tras el sector energético, el principal responsable de la generación de esos gases. Es por eso adecuado reflexionar sobre las actuaciones a llevar a cabo tanto en el área de Barcelona como en España para disminuir el impacto del sector del transporte en el cambio climático.

En el ámbito metropolitano es necesario seguir aumentando la utilización del transporte colectivo -especialmente el ferroviario que usa energía eléctrica- en detrimento del transporte individual. Y hay que continuar con la estrategia de utilizar el aparcamiento como herramienta de regulación de la circulación de los coches.

A corto plazo los vehículos eléctricos no se van a generalizar, pero las administraciones deben seguir favoreciendo/forzando la implantación de los vehículos híbridos en flotas, taxis, autobuses... Aunque no va a tener un impacto inmediato, hay que introducir en las ordenanzas de edificación la obligatoriedad de incorporar a los aparcamientos la instalación eléctrica para recargar los vehículos. En edificios ya construidos debe subvencionarse su instalación con la financiación de las compañías eléctricas, grandes beneficiadas de la operación.

Ahora bien, en Barcelona el número de vehículos que circulan se reparte aproximadamente por la mitad entre residentes locales y residentes de otros municipios, lo que genera los grandes problemas de congestión en la entrada de la ciudad. Por tanto, el reto es traspasar al transporte público los desplazamientos entre Barcelona y su entorno. En este sentido, es imprescindible que la red ferroviaria metropolitana capte una mayor demanda. Para ello es necesario continuar mejorando la fiabilidad de Rodalies (infraestructura y trenes), coordinarla con la red de buses metropolitanos e incrementar las plazas de aparcamiento junto a las estaciones.

No obstante, estas mejoras deben venir acompañadas de inversiones en infraestructura tales como la duplicación de la vía entre Barcelona y Granollers en la línea de Puigcerda y la conexión de la línea de Mataró con la de Vilanova (costa-costa) y las del interior (Granollers con Martorell). Asimismo, la línea de Rodalies de Sabadell y Terrassa debe llegar a la T-1 del aeropuerto. En el ámbito ferroviario urbano es imprescindible conectar los dos tranvías por la Diagonal, lo que captaría a numerosos usuarios del vehículo privado y reduciría la circulación de autobuses. Sin embargo, la finalización de la línea 9 en su tramo central tendrá que esperar, ya que requiere aún una notable inversión y tiene un moderado impacto en la movilidad.

Si nos centramos en la movilidad interurbana, es vital conseguir una potenciación del transporte de mercancías por ferrocarril. Para ello, debe especializarse la red ferroviaria de ancho ibérico para las mercancías y cercanías. Hay que mejorar las conexiones ferroviarias con los puertos, y asimismo debe definirse y mejorar una red de plataformas logísticas que permitan un fácil intercambio entre el camión y el tren. La euroviñeta (a los vehículos pesados) debe introducirse de forma generalizada como una tasa ambiental que grave el transporte de mercancías por carretera, pero debe recaer sobre el cargador y no sobre el transportista.

En lo referente al transporte interurbano de viajeros en España, debe priorizarse el uso de la red de alta velocidad. Seguramente no todos los corredores construidos o en construcción están justificados, pero una vez realizada la inversión debe aprovecharse su capacidad de transporte. En recorridos inferiores a 600 kilómetros, el AVE es totalmente competitivo con el avión, lo que debe poner en revisión la actual red de aeropuertos. Una forma de potenciar el AVE es convertir sus estaciones -en los centros de las ciudades- en centros intermodales donde converjan los diferentes modos de transporte y donde se permita un elevado uso del suelo.

Por lo que respecta a la red de alta velocidad en Catalunya, a medio plazo hay plantear una conexión directa entre Lleida y Barcelona por Igualada y que entre en Barcelona por detrás de Collserola y hacia la Sagrera. Esta nueva infraestructura ayudaría a compensar la utilización de las estaciones de Sants y la nueva Sagrera y evitaría la saturación de la línea de alta velocidad entre Barcelona y Tarragona.

Estas medidas podrían ejecutarse en los próximos dos decenios y ayudarían a conseguir una movilidad más sostenible y los objetivos planteados en París.

Eduard Albors, ingeniero de caminos.

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