El "tren de la muerte" y el doble rasero

 Imagen del interior del tren de Bejís difundida por los pasajeros.
Imagen del interior del tren de Bejís difundida por los pasajeros.

Hablar de "el tren de la muerte" puede parecer el título de una película o de una obra de teatro. En cualquier caso, no es mi intención evocar recuerdos dolorosos relacionados con trenes y muerte.

Pero, efectivamente, así podríamos titular lo que se vivió el día 16 de agosto en el tren que cubría el trayecto Valencia-Zaragoza, a la altura de la zona de Bejís, donde se había declarado un terrible incendio forestal.

Los hechos son conocidos por todos. Y, cómo no, silenciados por algunos.

Escenario 1, el real: un tren se dirige hacia dicho incendio y nadie para ese tren. Sólo la pericia y profesionalidad de la maquinista evita una tragedia segura.

La ministra conocida como Raquel Sánchez -más conocida, en realidad, por rectificarse a sí misma en sede parlamentaria sobre la obligatoriedad de las mascarillas en los aviones en cuestión de una hora- habló de cumplimiento de los protocolos por parte de Adif y Renfe y de “suplantación de autoridad” (¿?), y pasó la pelota de la responsabilidad a la Generalitat Valenciana por no haber avisado del incendio.

¿Y los protagonistas? La Generalitat no aclara si avisó de la situación y prohibió o no que dicho convoy partiera de Valencia. Adif/Renfe, que no paró el tren que iba a atravesar una zona castigada por un pavoroso incendio desde hacía muchas horas y días, alegó que no conocía cómo estaba el recorrido. Políticamente, por tanto, los protagonistas serían un cansado Ximo Puig, ya en el descuento de su mandato, la citada ministra Raquel Sánchez y la secretaria de Estado, Isabel Pardo de Vera, todos ellos silentes y ausentes.

Y no conviene olvidarse de unos medios de comunicación callados. Tampoco, cómo no, de los pasajeros, protagonistas involuntarios, expuestos a haber sufrido incluso la muerte. Y, para completar el elenco, la oposición del PP en la Comunidad Valenciana, responsable ante esta grave crisis, pero exigente sobre la responsabilidad de los hechos.

Pero vayamos a un escenario ficticio, el 2. Por ejemplo, en Madrid y con un gobierno del PP.

Para empezar, la oposición política encabezada por esa irresponsable y demagoga crónica que es Mónica García, y por el socialista Juan, de apellido aún desconocido, habrían pedido ya la dimisión de la presidenta Díaz Ayuso y el consejero David Pérez, por no hablar de los responsables del Gobierno de la nación. Evidentemente, la acusación más suave sería la de asesinos, en algaradas callejeras nada espontáneas.

Determinados medios de comunicación televisivos emitirían especiales, con conexiones en directo, entrevistas dolorosas y algún experto de los que tienen en nómina. Y respecto a los medios escritos, me temo que el diario Público de la otra Pardo de Vera estaría a la vanguardia del linchamiento. Los pasajeros serían manoseados y utilizados hasta la náusea rebasando toda consideración a su dignidad y privacidad.

Lo hemos visto en muchas ocasiones y en la utilización de diferentes tragedias.

Por desgracia en la España de estos años, una vez más, vemos que nada cambia y todo sigue igual: dependiendo quién esté en el gobierno, los hechos se suceden de una manera u otra.

Por ello, lo que ahora todos deseamos es un feliz desenlace, con el máximo respeto a su dolor, para los heridos de ese tren de la muerte.

Y, sobre todo, políticamente, el esclarecimiento de un gravísimo hecho causado por la negligencia o la incompetencia de algunos, ante el que determinados responsables políticos deberán asumir su plena responsabilidad.

José Virgilio, secretario de Análisis Electoral del PP de Madrid.

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