El triunfo de la diplomacia

Un acuerdo histórico. Así ha sido calificado el compromiso sobre un plan de acción concluido entre los ministros de Asuntos Exteriores del 5+1 (Alemania, China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) e Irán. Los detalles son ampliamente conocidos. En principio es el triunfo de los que preconizaban una solución diplomática sobre los que la creían imposible y que abogaban por –o decían querer– resignarse a una acción militar.

Desde hace diez años, algunos “expertos estratégicos” nos vienen diciendo que Irán está a pocos meses de lograr el arma nuclear, que son inevitables las acciones militares y que estas son menos desestabilizadoras que la perspectiva de ver cómo Irán se dota de armas nucleares. Eran los mismos que a menudo habían, con el éxito conocido, justificado la guerra de Iraq, también en nombre de la lucha contra la proliferación.

Golpear a Irán habría engendrado una situación de catástrofe: crisis económica mundial, terrorismo desencadenado, incremento de la violencia en Oriente Medio y reforzamiento de la determinación de Irán de conseguir el arma militar nuclear. En este acuerdo hay más vencedores que perdedores.

Barack Obama ha salido engrandecido y ha logrado un éxito muy bienvenido. Ha logrado un acuerdo con Irán que ninguno de sus predecesores había podido conseguir desde hace 34 años. Habiendo comprendido que no podía avanzar en el arreglo del conflicto israelo-palestino, un acuerdo histórico con Irán será su herencia presidencial en materia de política exterior.

Los rusos y los chinos también salen ganando. Han evitado los dos escenarios que temían: un Irán que busca el arma nuclear o un arreglo impuesto sin concesión por las potencias occidentales que marcan una voluntad hegemónica de imponer su agenda en la región.

Laurent Fabius y la diplomacia francesa salen fortalecidos. Contrariamente a lo que algunos decían, la firmeza de Laurent Fabius no era en absoluto un alineamiento con Israel (Fabius ha trabajado con éxito a favor de que Francia votara a favor de la admisión de Palestina como Estado no miembro de la ONU), sino una voluntad de obtener un acuerdo viable de manera que desactivara las críticas del Congreso estadounidense y limitara la capacidad de enojo de Israel. El hecho de que rechazara el acuerdo hace dos semanas otorga más credibilidad a la aceptación francesa. No se trataba de intransigencia sino de firmeza acompañada de apertura. Israel no quería un acuerdo de ninguna de las maneras, Francia quería un acuerdo con determinadas condiciones. No es lo mismo.

Irán también sale reforzado. El levantamiento de las sanciones le permitirá desarrollar su economía y reforzar su posición de potencia regional. Su derecho a enriquecer uranio, que el tratado de No Proliferación no prohíbe, le es reconocido pero en unas proporciones que le impiden lograr el objetivo militar nuclear. Sale con la cabeza alta y no ha sido humillado aunque ha hecho concesiones necesarias.

En efecto, es un verdadero compromiso en el que ningún protagonista ha sido humillado o vencido y en el que cada uno ha intentado comprender el punto de vista del otro. Un modelo de negociación que puede servir en otras circunstancias.

Los dos vencidos son Israel y Arabia Saudita que, en una alianza de circunstancias, abogaban por que no hubiera acuerdo. Arabia Saudita, con una población tres veces inferior a la de Irán, tiene un PIB ligeramente superior. El levantamiento de sanciones debería permitir una recuperación y un adelantamiento muy rápido por Irán y relativizar el peso de Arabia Saudita a los ojos de Washington. Israel, que había hecho de la amenaza nuclear iraní su eje diplomático principal, permitiéndole así esconder el no arreglo de la cuestión palestina, ha fracasado en su intento de veto para conseguir un acuerdo.

Por una vez Israel no ha impuesto su punto de vista a Estados Unidos y a los occidentales. La perspectiva de ataques militares contra la cual ya se manifestaba el Pentágono se aleja aún un poco más. Israel tomaría un riesgo mayor en su relación con Estados Unidos si intentara dinamitar un acuerdo.

El presidente Hasan Rohani ha puesto punto final a las declaraciones incendiarias contra el Estado de Israel que tanto gustaban a su predecesor. Eso puede dejar las manos más libres para criticar la política israelí respecto a los palestinos. También estaría a favor de tener una política también conciliadora con sus vecinos árabes. En una confrontación con estos tiene no tiene nada que ganar y mucho que perder.

Las buenas noticias son extremadamente inhabituales en la escena internacional. El acuerdo es, ciertamente, provisional, pueden surgir de nuevo escollos en el camino hacia un acuerdo definitivo pero hoy el mundo es más seguro que ayer.

Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París.

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