El último acto

Ayer por la noche, de madrugada, la realidad irrumpió y de un manotazo derribó la puerta que encerraba la ficción hecha de voluntad, miedo y esquizofrenia. La verdad, no nos ha sorprendido, porque sabíamos que los últimos meses eran un intento desesperado de posponer lo inevitable. No nos sorprende pero su presencia cruda, sin posibilidad de ocultamiento, hace desde hoy imposible todo intento de lenguaje creativo. Ya no es posible el teatro en el que uno acepta papeles ridículos con la esperanza de que al final saldrá ganando. Los últimos meses hemos vivido tiempos de locura y esquizofrenia en los que la realidad y su representación pública, oficial, no tenían nada que ver. Las ruedas de prensa diarias de Batasuna, el esperpento de la ilegalización de las listas, las 'cosas' -no se me ocurre un término adecuado para definir tanta desmesura- del fiscal general, han destruido todo razonamiento sensato. El periódico que tienen en sus manos fue el día de ayer, en casi todas sus ediciones, el mejor ejemplo. Es la primera vez que veo que una noticia se convierte en arcaica antes de ser publicada. EL CORREO abría su primera edición a tres columnas con la 'noticia' del enfado de De Juana: el niño no quiere ponerse la pulsera electrónica. Leerlo ayer, después de conocer 'la noticia', era simplemente un sarcasmo. Lo terrible de lo que nos ha estado pasando es que, si la realidad de forma brutal no impone su presencia incuestionable, hoy habría tertulianos y lumbreras varias discutiendo acaloradamente a favor y en contra de la humillación de ponerle una pulsera al que ha asesinado a 25 personas.

ETA nos ha dicho que se ha terminado el recreo. Y el presidente ha dicho que ETA se equivoca. No, señor presidente, ETA no se equivoca. Hace lo suyo, nos equivocamos nosotros cuando pensamos que puede hacer otra cosa. El Gobierno, y especialmente el presidente que de forma tan personal ha asumido el 'proceso', nos debe una explicación. Debe informar de manera creíble de qué ha pasado este último año. No hago esta petición con ánimo de revancha, mi razón es más importante: los gobiernos, en democracia, deben hacer públicas sus acciones. Las dispensas de discreción tienen tiempo tasado. Pero siendo esto importante no es, en cambio, lo más urgente.

Lo urgente es que el Gobierno asuma de forma visible que la autorización del Congreso de los Diputados para buscar vías negociadas para conseguir el fin de ETA ha caducado. El Ejecutivo tiene que hacer frente, claramente, a dos exigencias que no puede eludir: Queremos saber qué medidas concretas piensa adoptar para defender la libertad y acabar con ETA. Decir que la sociedad española sabrá hacer frente a la amenaza no es suficiente; para eso no nos hace falta gobierno, suya es la responsabilidad. Decir que el Estado de Derecho aguantará es poco consuelo: ya hemos visto que el Estado de Derecho tiene muchos disfraces. Y, sobre todo, pedir apoyo porque él hará todo lo que puede es insultar a la política. La frase que más me ha soliviantado en este asunto fue, no hace mucho, oír decir al presidente que está dispuesto a «darlo todo» para conseguir la paz.

La política no es cosa de fe. La buena voluntad no es suficiente. Es dicho clásico que el infierno está empedrado de buenas intenciones. Queremos que el presidente nos diga qué medidas concretas piensa tomar para recabar el apoyo de los ciudadanos, porque inevitablemente tendremos que compartir el riesgo.

La otra cuestión urgente es rehacer la unidad de los partidos políticos democráticos para enfrentarse conjuntamente al terrorismo. Da la sensación, últimamente, de que algunos políticos confunden el apoyo con la adhesión: el primero fue el lehendakari Ibarretxe cuando decía que él era buena gente, que quería arreglar los problemas de los vascos y que le diéramos el apoyo. Y luego resultó que todo aquel que no brindaba su adhesión era persona que se negaba al diálogo. Algo de esto le pasa, también, al presidente Zapatero. Es su responsabilidad y obligación, porque es nuestro presidente, buscar y pactar un programa conjunto para atacar al terrorismo. No basta pedir apoyos; hay que negociar medidas. Tampoco ayuda mucho subirse al púlpito y parar la historia pidiendo la vuelta al pacto antiterrorista como única letanía con la que martirizar al Gobierno. Es urgente la unidad de los partidos democráticos. Pero cinco años no pasan en balde. Si bien es verdad que el Ejecutivo debe reconocer que pactar con el partido mayoritario de la oposición es imprescindible. El PP debe admitir que no son los únicos representantes. Vivimos mucha más gente. No hay ninguna razón, todo lo contrario, para que en el acuerdo contra ETA no participen IU, CIU o el PNV.

El recreo ha terminado. Los tiempos en que se hacía una cosa, se decía otra y pensábamos que en realidad con los hechos aparentes y el lenguaje condescendiente se estaba buscando, con buena voluntad, otra cosa que nadie decía ni hacía pero que esperábamos que fuera el fin del terrorismo, han terminado definitivamente. Reivindico un lenguaje claro, sin ambigüedades. Me gustaría saber si Batasuna sigue siendo ilegal o existe alguna otra categoría que yo no soy capaz de alcanzar. Queremos signos visibles por parte del Gobierno que nos hagan entender su política antiterrorista. Me permito darle un consejo al presidente: Cambie al fiscal general porque, mientras siga el presente, salvo que le veamos que personalmente anda deteniendo comandos, nos va a resultar imposible creerle, aunque pongamos mucha voluntad.

Este retorno de ETA a la actividad terrorista es una nueva vuelta de tuerca; pero será la última. Es seguro que va a ser más irracional que nunca, dentro de las limitaciones operativas que tiene. Esta vez tampoco el PNV se va a salvar. Seguro que todos me responderán: 'Pero hombre, está usted loco, es imposible que ETA ataque directamente al PNV, sabe que si hace esto le quedan dos días'. Pues sí, le quedan dos días pero seguramente lo hará. Y ahora paren un momento y lean de nuevo la frase anterior. Todos coincidimos en que el día que ETA se enfrente abiertamente con las personas del PNV desaparecerá. Y les ruego, de nuevo, paren un momento, respiren y piensen en la tremenda inmoralidad de la afirmación anterior. Y respóndanme: ¿Por qué, entonces, no ha desaparecido ya?

La madrugada de ayer dio comienzo el último acto de la actividad terrorista de ETA. Tenemos que prepararnos para ganar la libertad.

Andoni Unzalu Garaigordobil