El valor añadido del almacén nuclear

Estamos pasando por un período de agitación y de debate tras la presentación por parte del municipio de Ascó de su candidatura para albergar el proyecto de parque tecnológico, que engloba como parte principal el Almacén Temporal Centralizado (ATC) de residuos nucleares, un centro tecnológico para la investigación sobre la gestión del combustible nuclear gastado y un parque empresarial que aloje a aquellas empresas de alta tecnología que aprovechen las instalaciones y sinergias que se generen con dicho centro tecnológico de investigación.

Este proyecto se ha reducido en el calor del debate a la ubicación de un cementerio nuclear en un territorio altamente nuclearizado.
Vaya por delante que, desde el punto de vista semántico, el término cementerio nuclear, aunque admitido por la Real Academia Española de la lengua, es un oxímoron, pues conjunta dos conceptos contradictorios de por sí: el cementerio, como lugar donde se entierra lo muerto, con los residuos nucleares, que tienen como principal característica la larga vida de algunos de sus componentes.

Pero lo fundamental es poner en evidencia que la oposición a una posible solución unificada de la gestión del combustible gastado y de otros residuos de alta actividad procedentes de los reactores españoles sí que puede dar pie a la perpetuación en este territorio que todos queremos preservar de tres cementerios nucleares, dos en Vandellòs y uno en Ascó. Me explico: si no le damos una solución unificada a la gestión temporal de estos residuos, corremos el riesgo de que las partes más activas del reactor de Vandellòs 1, ya desmantelado, permanezcan en estado latente y el combustible gastado de Vandellòs 2 y de los dos reactores de Ascó se guarden en sendos almacenes temporales individuales (uno para cada ubicación), como ya está planeado y diseñado. En cualquier caso, serían soluciones seguras, pero seguirían perpetuando la presencia de los cementerios nucleares en sus ubicaciones actuales.

¿Cuál es, pues, la alternativa? La alternativa consiste en el desarrollo de un proyecto que integre en su conjunto el Almacén Temporal Centralizado siguiendo el modelo probado como altamente seguro con más de 30 años de funcionamiento en países como Suecia, Finlandia, Francia, Gran Bretaña y Holanda, entre otros, y que ha servido como modelo para el concepto que ha desarrollado Enresa en España.
Naturalmente, una infraestructura de estas características no es un proyecto que genere entusiasmo por sí solo. Es por esta razón por la que, independientemente de las compensaciones económicas y de la creación de puestos de trabajo, es necesario dotar al proyecto de un contenido capaz de generar prosperidad en el territorio a medio y largo plazo. Esta es la característica del proyecto del ATC que no ha sido suficientemente contrastada en el debate y que creo personalmente que le dota de un valor añadido más allá de las prestaciones y contraprestaciones del ATC.

Como parte integral del proyecto del ATC se plantea el desarrollo de un centro tecnológico para la investigación y desarrollo de los materiales y componentes del combustible nuclear. Este centro estará directamente conectado con las universidades y centros de investigación del entorno más inmediato y con la red de universidades y centros de investigación que trabajan en estos temas en Europa. Por la experiencia que tenemos de dichos centros, sabemos que generan un flujo de científicos y tecnólogos visitantes que tienen una influencia muy positiva en el desarrollo económico de las zonas donde se ubican. Otro valor añadido del proyecto es el desarrollo de un parque empresarial donde se implanten empresas de alta tecnología que aprovechen las sinergias con el centro tecnológico y con los centros de investigación asociados.
En este sentido, las experiencias de los satélites tecnológicos en similares entornos en Francia deberían servir como acicate para nuestra potente industria radiofarmacéutica.

Soy muy consciente de que la localización de estas infraestructuras no es nada sencilla y de que las repercusiones sociales en el territorio donde se implantan deben ser tenidas muy en cuenta. Por esta razón, en los últimos años hemos estado trabajando en el marco del proyecto europeo Cowam con los ayuntamientos de la Asociación de Municipios en Áreas de Centrales nucleares (AMAC), que son los primeros interesados en unificar ocho potenciales cementerios nucleares en un proyecto que integre el ATC en un marco más amplio que sirva como plataforma de desarrollo más allá del cierre de las centrales nucleares.
La decisión sobre la ubicación es sin duda difícil, pide coraje y sobre todo responsabilidad, ingredientes difíciles de encontrar en lo que ha resultado ser el paisaje político de este país. Algunos municipios han mostrado tenerlos. ¿Seremos capaces de estar a su altura?

Jordi Bruno, profesor de la Universitat Politècnica de Catalunya.