Algunos académicos sostienen que no es correcto considerar al Movimiento Cinco Estrellas (M5S) como un partido populista. Sin embargo, quien tenga alguna sombra de duda al respecto, y le parezca insuficiente la intensidad de su retórica anti política, debería ver el documental de la BBC After Brexit: The Battle for Europe. Encontrará al cómico Beppe Grillo, fundador del M5S, afirmando sentirse orgulloso de ser un populista. Ahora bien, ¿qué tipo de partido populista es el M5S? La pregunta es pertinente porque los populistas rechazan la división clásica izquierda-derecha como principio de orientación política, pues consideran que quiebra artificialmente la unidad de la comunidad política. Frente a esa división apuestan por otra, la de pueblo-élite. Sin embargo, en la práctica todos ubicamos a los partidos populistas en la izquierda o en la derecha con cierta facilidad. En este sentido, lo característico del M5S es que a pesar de haber nacido vinculado a la izquierda, haciendo buena la tesis en virtud de la cual en Europa los populismos del norte pertenecen a la derecha y los del sur a la izquierda, hoy compite abiertamente por el voto de la derecha italiana.
Resulta relevante recordar que la fundación del movimiento en 2009 responde al rechazo por parte del PD de la candidatura de Beppe Grillo a las primarias del partido. Sus primeros pasos fueron acompañados de reivindicaciones vinculadas al imaginario político de la nueva izquierda: ecologismo, decrecionismo y defensa de la democracia directa. Del mismo modo, su irrupción en las elecciones de 2013, celebradas bajo el signo del gobierno tecnocrático de Mario Monti, reforzó su imagen de partido de izquierda. En cierta medida su crecimiento respondía a un patrón mediterráneo de transformación del sistema de partidos tras la crisis económica: desmoronamiento de las formaciones socialdemócratas y emergencia de nuevos actores de izquierda radical o populista. Al igual que Syriza, Podemos o el Bloco de Esquerda, el M5S apadrinó a los movimientos de protesta contra las políticas de ajuste de Bruselas dándoles un cauce de expresión institucional. De hecho, muchos de los primeros apoyos del M5S eran votantes desencantados con el PD y su política de apoyo al gobierno de Monti.
Incluso en el plano teórico los padres del M5S inscribieron el movimiento en el proyecto emancipatorio de la Ilustración. Para Gianroberto Casaleggio, cofundador del M5S, la democracia directa servía al objetivo de eliminar toda intermediación en política. Tal y como explicaba en el vídeo Gaia. Il futuro della política, la democracia directa en red facilitaría una gobernanza a nivel mundial. Sería el estadio final en la evolución política de la humanidad y su lucha por la conquista de la autonomía de los individuos, pues permitiría a los ciudadanos deshacerse de la última servidumbre: los partidos y su soporte, la ideología. En el mismo sentido, en una de las entradas de su blog con mayor contenido doctrinal, publicado en 2013 y titulado precisamente El M5S no es de derechas ni de izquierdas, Beppe Grillo señalaba que el objetivo principal del M5S es liberar a la democracia de servidumbre de los partidos y devolver el poder a los ciudadanos a través de la democracia directa.
A pesar de toda la coloratura progresista de su programa, el principal reclamo electoral del M5S ha sido su discurso anti político o de crítica radical a la clase dirigente. "La casta", como la llaman los seguidores de Grillo haciendo suyo el título del exitoso libro sobre los privilegios de la clase política de los periodistas del Corriere della Sera Gian Antonio Stella y Sergio Rizzo. Precisamente, la centralidad del discurso anti político ha convertido en votantes del M5S a muchos ex votantes de Forza Italia, la Lega Nord o Fratelli d'Italia. En la derecha italiana existen distintas culturas políticas y una de ellas, que recorre con fuerza la historia del país en busca de expresión desde la posguerra, es la que hace suya la crítica radical a la llamada "partitocracia". El ejemplo de éxito de Silvio Berlusconi y Umberto Bossi tras la implosión del sistema de partidos en los años 90 mide bien el poder de atracción que la crítica de los partidos y los políticos de profesión ejerce sobre el electorado de una parte de la derecha italiana.
Si hoy hiciéramos una foto al electorado que sostiene al M5S lo primero que saltaría a la vista es su radical heterogeneidad ideológica. La mayoría de sus votantes, un 40%, se define ajeno a los valores izquierda-derecha. El resto se declara de izquierda y de derecha a partes iguales, 30% y 30%. Debido, precisamente, a esta capacidad para representar a todo el arco ideológico el profesor Marco Tarchi ha definido al M5S como "populismo allo stato puro". De aquí que el diputado Luigi Di Maggio se haya permitido decir que el M5S es heredero de Enrico Berlinguer y Giorgio Almirante: de la tradición comunista y la neofascista. Sin embargo, si descendemos a un nivel de mayor concreción en las preferencias de los votantes del movimiento, el M5S adquiere un perfil mucho más escorado a la derecha. Según la última encuesta realizada por la firma Demos&Pi sobre el M5S, el líder internacional más valorado entre sus votantes es Vladimir Putin, seguido por Macron, Trump y Le Pen; su primera opción a la hora de buscar alianzas de gobierno sería la Lega Nord.
La clave que explica el proceso de derechización del M5S reside en la lógica de la competición electoral que ha presidido la política italiana desde las elecciones de 2013. Con una derecha fragmentada y desunida, la dinámica de oposición radical al PD de Renzi ha ido escorando al M5S hacia la derecha de forma natural. Lejos de rechazar esa oportunidad, Grillo la ha aprovechado con creces completando su retórica anti política y la defensa de la democracia directa con una posición crítica contra la Unión Europea, el euro, los inmigrantes, los sindicatos o las ONG.
Grillo y los líderes de su partido son conscientes de que el éxito de su viraje ideológico depende de la fragmentación de la derecha italiana. Así lo ha confirmado el fracaso del M5S en las últimas elecciones municipales. El escaso rendimiento se ha atribuido a la imagen negativa que proyecta la gestión de la alcaldesa de Roma Virginia Raggi, hoy caída en desgracia pero otrora figura emergente del M5S. La razón estriba, no obstante, en que en estos comicios municipales Forza Italia y la Lega han vuelto a reeditar la fórmula de la coalición de centro-derecha. Sin embargo, estos resultados municipales están lejos de significar el renacimiento del bipolarismo izquierda-derecha en Italia. Como ha señalado el profesor Roberto D'Alimonte mientras que Berlusconi y Salvini no tienen mayor problema para elegir juntos un candadito a nivel municipal, Forza Italia y la Lega sí encuentran serias dificultades para fijar una posición programática común sobre Europa o el euro.
Las últimas semanas Grillo ha subido el tono de su discurso euroescéptico y xenófobo. La campaña contra la adopción del Ius soli como criterio de ciudadanía en Italia que esta liderando el M5S se inscribe en esta estrategia. El objetivo es volver a marcar la agenda política y simplificar el debate público, en buena lógica populista, hasta dividirlo en dos campos antagónicos: soberanistas contra europeístas. Si en los años 90 el punto de ruptura entre Forza Italia y la Lega Nord era Roma, hoy, con el partido de Salvini lepenizado, lo es Bruselas. Y en esa debilidad de la derecha radica la fortaleza del proyecto populista de Grillo.
Jorge del Palacio Martín es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid.