El vicario de Castro

Por Luis Alberto Lacalle, ex presidente de la República Oriental del Uruguay (ABC, 05/09/05):

Aun antes de que desaparezca de la escena, puede afirmarse que Fidel Castro ha sido el hombre de más influencia en la historia de América del siglo XX. No sólo por lo largo de su ejercicio del poder, de su dictadura, sino porque su acción y su pensamiento incidieron decisivamente en los acontecimientos políticos de las naciones americanas desde los 60 hasta la fecha. Muchas veces su viejo enfrentamiento con los EE.UU. y las reiteradas violaciones de los más elementales derechos de los cubanos han oscurecido el otro aspecto de su influencia, para nosotros el más importante, que fue y es el de intervenir en los asuntos de las demás naciones de la región y producir en ellas cambios y trastornos de todo tipo. La exportación de la Revolución, que desde los 60 hasta los 80 se convirtió en la obsesión del Comandante. Entrenó a guerrilleros que intentaron la vía armada en todos los países, reactivó el marxismo-leninismo dándole vestiduras locales y armó de dinero y fusiles a las fuerzas radicales. Nunca nadie hizo tanto daño a tantos, ni tuvo mayor influencia en la historia de nuestra región.

Este personaje, ya al final de su vida y derrotado en sus emprendimientos, carente del padrinazgo de la URSS y sin asunto, encuentra un relevo, un continuador, un vicario. En un episodio sin antecedentes, una fuerza política cuyo titular agota su ciclo encuentra, en vida, quien le sustituye en el impulso con renovado empuje, con características propias, pero comprometiéndose a continuar la lucha. El presidente Chávez asume la conducción y, con una correcta adaptación de los instrumentos a la época, promete un socialismo continental y se lanza de lleno a promocionarlo.

Chávez tiene significativas ventajas frente a Castro. Para comenzar, puede esgrimir una impecable legitimidad de origen electoral en la base de su poder. Agreguemos que tiene a su disposición miles de millones de dólares y que bajo el susbsuelo de su país hay un lago de petróleo, el más cercano a los EE.UU., para que podamos advertir que las cartas que tiene en sus manos este nuevo jugador son fuertes y que tiene y tendrá un blindaje más fuerte que el de Fidel en su enfrentamiento con la potencia norteña.

Los instrumentos también son distintos. Ya no se trata de entrenar a guerrilleros ni de enviar armas: hoy el dinero es la palanca y la vía de influencia. El nuevo Comandante recorre América invirtiendo en emprendimientos de todo tipo, ofreciendo venta de crudo en condiciones ventajosas y comprometiendo compras de productos locales. Aparece como la corporización del populismo y, a diferencia de su mentor, menos preocupado por la exactitud de su pensamiento marxista que por el resultado concreto de su influencia. En el Caribe encuentra terreno para la expansión política y genera una importante cantidad de simpatías que en el ámbito de la OEA pueden representar una importante cantidad de adhesiones en el caso de necesitar votaciones favorables.

A todo ello se agrega ahora una incipiente formulación internacional que se bosqueja como la alternativa al ALCA y que se nutre en partes iguales de antinorteamericanismo y de poder de venta de petróleo a precios (supuestamente) más ventajosos. Desde los EE.UU. se ayuda bastante a esta consolidación de alianzas que por ahora congrega a Cuba y Venezuela, pero para la cual el comandante Ortega, desde Nicaragua, anuncia que está pronto si le favorecen las urnas. La peregrina idea del señor Robertson de que sería conveniente mandar matar a Chávez no sólo es una inmoralidad y un disparate, sino que ha servido para justificar todos los anuncios que el presidente venezolano se ha encargado de efectuar y que ahora confirman su condición de perseguido por los yanquis, veta de mucho rendimiento en Iberoamérica. Las tratativas para formar la unión bolivariana de naciones ya están en curso. Sus patrocinadores se basan en el petróleo de Venezuela y la preparación de médicos que Cuba puede ofrecer. No es mucho pero tampoco es desdeñable, dado que sobre esas bases se puede imaginar un tinglado voluntarista de salud y prosperidad muy a la moda de los populismos que se quieren alentar. Las ventas de petróleo a plazos no son dádivas, ni mucho menos. Muchas veces van atadas a la utilización de los créditos generados en inversiones en el país comprador del combustible, como es el caso del Uruguay. Los médicos formados en la isla seguramente serán de ayuda para el combate a la enfermedad en algunos países de América, en los que la salud verdadera y permanente va de la mano de un desarrollo económico que las ideas socialistas no hacen sino postergar.

La alianza de países puede tener un ángulo de análisis interesante si pensamos en lo que podría ocurrir en Cuba cuando se produzca la desaparición de Castro, en la medida en que -en virtud de estas alianzas-pueda ser sucedido por el propio Chávez al frente de una nueva unidad política supranacional. Si alguien lo considera demasiado imaginativo, baste recordar la creación de la República Árabe Unida ( Egipto, Siria y Libia), tan cara al nacionalismo del Cercano Oriente. Es oportuno recordar que uno de los personajes preferidos del presidente Chávez es Nasser...

Se trata de un fenómeno político nuevo, lleno aún de interrogantes, entre ellos el de cuál será la suerte electoral de Chávez en las contiendas que se avecinan, aunque todo hace suponer que ante una oposición deshilachada logrará prevalecer. Lo que ocurra en Venezuela es, por supuesto, asunto de los venezolanos y sólo a ellos corresponde decidir su destino. Lo que alarma y viola los principios de no intervención es la expansión de la influencia en el resto de los países. Técnicamente se trata de negocios y acuerdos perfectamente legales, máxime cuando son bilaterales, basados en el mutuo consentimiento. ¿Dónde termina el negocio y dónde comienza el compromiso de otro tipo? Difícil la respuesta para esta etapa tan atípica de nuestra historia continental. Lo que sí es cierto es que Fidel, por ahora, parece tener la última palabra en su larga aventura. Y logra la continuación de su empeño en forma vicaria pero, al parecer, eficaz. Hay alguien encargado de apacentar el rebaño populista...