Elcano, Rajoy y los pigafetta

La primera vuelta al mundo fue completada hace casi quinientos años por Juan Sebastián Elcano, al llegar a Sevilla el 8 de septiembre de 1522 al mando de la nao Victoria con diecisiete famélicos tripulantes. La proeza tiene su origen en la propuesta que el marino portugués Fernando de Magallanes hizo a Carlos I, para navegar desde España a las islas «de las especias» por el Oeste y regresar por la misma ruta. Magallanes nunca planeó dar la vuelta al mundo. Tras su muerte, Elcano decidió que no podían regresar por la misma vía según lo previsto, y desde Timor puso rumbo a España por el oeste, en una larga y penosa travesía sin tocar tierra durante cinco meses. Como señala José Luis Comellas, la ruta seguida por Elcano para cruzar el Índico fue tan novedosa como lo había sido la de Magallanes por el Pacífico, y antes la de Colón por el Atlántico.

El relato más detallado del viaje es el del italiano Antonio Pigafetta, uno de los sobrevivientes de la expedición que duró más de tres años. Hombre culto y curioso pero cuya interesante crónica tiene una característica imperdonable: su devoción por Magallanes le hace ignorar por completo al otro héroe de la expedición, Elcano, al que ni siquiera menciona.

En la actualidad y en lenguaje coloquial, podríamos definir «hacer un Pigafetta» como ignorar por interés, odio, enfrentamiento personal u otras razones al protagonista de un acontecimiento positivo. En el análisis de las principales cuestiones planteadas en España en los últimos años, no es extraño leer o escuchar opiniones que no solo omiten el protagonismo del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sino que ni siquiera le mencionan, en definitiva, «hacen un Pigafetta» a Rajoy.

Así, España lleva creciendo los últimos años por encima del 3 por ciento, y lo hace sobre bases más sólidas que en la anterior etapa de expansión, lo que permite hablar de la superación de la profunda crisis económica. Esto para algunos analistas se deberá a diversos factores, entre los que resulta irrelevante y por tanto ni siquiera merece ser citada, la intervención de Rajoy con su firme decisión de negarse a pedir el rescate que muchos exigían, la negociación con Europa de una reducción gradual del déficit y las reformas, laboral, financiera y energética aprobadas para ayudar a la superación de la crisis.

Algo parecido sucede con el anticonstitucional proceso de secesión catalán, encauzado por el Gobierno hacia la celebración de elecciones autonómicas, mediante una aplicación prudente y determinada del artículo 155 de la Constitución. Una acertada premisa fijada por Rajoy para esa intervención es que debía hacerse con el mayor apoyo político y, en todo caso, contando con la aprobación del PSOE.

El resultado ha sido el retorno a la normalidad institucional, el refuerzo del perímetro de la legalidad y la cárcel o fuga de los presuntos delincuentes, efectos que algunas opiniones atribuyen a múltiples factores, pero ninguno de ellos es el trabajo del Gobierno presidido por Mariano Rajoy, no sólo en la aplicación del inédito mecanismo de defensa constitucional que es el mencionado artículo 155, sino en toda una batería de medidas: desde el exitoso trabajo diplomático para que ningún país del mundo reconociera la pretendida república, hasta la aprobación de dos normas para simplificar los trámites del cambio de domicilio de cualquier sociedad de capital española, pasando por la reforma de la ley orgánica del Tribunal Constitucional, gracias a la cual puede ejecutar sus resoluciones y con ello, por ejemplo, multar a los integrantes de la ilegal junta electoral catalana, provocando su renuncia al cargo.

En el análisis comparado sobre la crisis política global derivada de la crisis económica –del que son expresión el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, el Brexit y algunos fenómenos nacionalistas que se ha llevado por delante a figuras relevantes como David Cameron, Matteo Renzi, Hillary Clinton o François Hollande, y ha propiciado el descenso electoral de la sólida Angela Merkel (por cierto con el mismo 33 por ciento de porcentaje de voto en las elecciones alemanas que Rajoy en las españolas)–, no es usual que se observe por politólogos y cronistas que los problemas políticos de nuestro país se enmarcan en esa dinámica general, y que se reconozca que el eficaz trabajo del hombre tranquilo de Pontevedra está posibilitando que España salga fortalecida de la crisis económica y política global. Recordemos que, según algunas encuestas, Podemos era primera fuerza electoral en España hace no tanto tiempo

Pigafetta tendría sus razones para no citar a Elcano en su Diario, pero fue manifiestamente injusto con el genial navegante, como en la actualidad algunos cronistas y opinadores, sorprendentemente más abundantes en un sector de derecha ofuscada, lo son con Rajoy.

Antonio Tornel, jurista.

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