Elecciones en Uruguay: mismos colores, nuevo Gobierno, mayores desafíos

Después de una victoria contundente en primera ronda, donde el candidato del partido oficialista se impuso por más de 17 puntos sobre su inmediato contrincante, Luis Lacalle Pou del Partido Nacional (PN), pocas dudas quedaban acerca de quien finalmente resultaría elegido en estas elecciones. El ex-presidente Tabaré Vázquez (2005-2010) consiguió el 56% de los votos, que representaron el mejor resultado obtenido por un jefe de Estado uruguayo en los últimos 70 años.

El nuevo presidente ha conseguido mantener altos niveles de aprobación social, tanto respecto a su gestión como a nivel de imagen personal, que en Uruguay supera incluso al mismo José Mujica. Tabaré Vázquez se convierte en el tercer presidente consecutivo proveniente de las filas del Frente Amplio (FA), un partido de concertación de izquierdas que surgió hace 43 años y rompió definitivamente con el bipartidismo clásico del país.

Los buenos resultados de la primera vuelta se han reflejado en la conformación del Parlamento, obteniendo la mayoría en ambas Cámaras. En el Senado posee quince escaños, a los cuales se suma el vice-presidente, quien ejerce el cargo de presidente del Senado, con voz y voto. En tanto que en la Cámara de Diputados consiguieron 50 de los 99 asientos.

El pasado 30 de noviembre, tras confirmarse la victoria, Tabaré Vázquez emitió un discurso en el cual dejó claro que su segundo mandato “no será más de lo mismo porque el Uruguay de hoy no es el del año 2005 ni el del año 2010”. Y de hecho no lo será por varios aspectos, tanto positivos como negativos, y por los nuevos desafíos que este Gobierno deberá afrontar.

Por un lado, económicamente, Vázquez hereda un país mucho más estable y más sólido. Hoy en día Uruguay transita por un periodo de bonanza de más de una década, en la cual los índices macroeconómicos mejoraron sensiblemente. El desempleo no supera el 6%, la renta per capita asciende a 16.351 dólares (segunda más alta de Latinoamérica), la inflación no ha pasado del 8,5% y los niveles de pobreza son inferiores al 6%, según datos del Banco Mundial (2013).

No obstante aparecen dos grandes asignaturas pendientes: la educación y la seguridad ciudadana. Dentro del primer ámbito, el país aún debe superar falencias del sistema educativo, la formación docente, la deserción escolar, los altos niveles de repetición y la actualización salarial de los maestros. En 2012 se volvieron a encender las alarmas cuando Uruguay obtuvo sus peores resultados en los exámenes PISA desde 2003. Durante su campaña, Tabaré Vázquez se comprometió a elevar el presupuesto educativo hasta el 6% del PIB, en concordancia con el reclamo sindical. No obstante, la discrepancia existe en cuanto a la distribución del mismo, que no solo abarcará mejoras salariales (como solicitan los gremios del sector) sino que comprenderá un abanico más amplio de mejoras. Algunas de ellas son bastante ambiciosas (como el objetivo de conseguir para 2020 que el 100% de los estudiantes acaben ciclo básico y que el 100% de los jóvenes de 17 años estén en el sistema educativo) y forman parte de un plan que recoge las diez primeras acciones que llevaría a cabo su administración de resultar electo, presentado en junio de 2014.

Uruguay es uno de los países más seguros de Latinoamérica, sin embargo la población considera la inseguridad como el principal problema del país (Latinobarómetro 2013). La percepción de la falta de seguridad es palpable en todos los estratos sociales, los niveles de reincidencia delictiva continúan siendo preocupantes, la tasa de robos ha aumentado considerablemente y la población carcelaria excede los límites de su capacidad. Ante este complejo desafío, Tabaré Vázquez ya tiene decidida la continuidad de Eduardo Bonomi, actual ministro del Interior y mayor responsable del área de seguridad. La oposición, por su parte, rechazó el continuismo denunciando una falta de respuestas eficientes contra el delito durante el Gobierno de Mujica. El “decálogo” de medidas urgentes del nuevo mandatario para esta materia incluyen la creación de un “Plan Integral de Seguridad Pública en el que se integrarán las políticas sociales específicas, educativas, laborales, carcelarias, tanto preventivas como represivas”.

Asimismo otras cuestiones serán claves en el próximo quinquenio. Una de ellas será sin duda lidiar con un Senado integrado por figuras de renombre. Aun cuando mencionábamos que el FA disfrutará de la mayoría absoluta en la Cámara Alta, la conformación de la misma puede acarrear más de un debate interno. Dentro de las filas del partido oficialista, la facción liderada por José Mujica (Movimiento de Participación Popular -MPP-) contará con 6 de los 15 Senadores frenteamplistas. Son conocidas las diferencias que el actual Presidente uruguayo ha mantenido con su vice-presidente y líder del Frente Líber Seregni (FLS), Danilo Astori, -designado ministro de Economía-, en temas puntuales como el “impuesto a la tierra”, las relaciones con Argentina y con Venezuela y su papel dentro del Mercosur. El FLS consiguió 3 bancas en el Senado, pero Astori no ocupará el escaño que le correspondería dado que asumirá la cartera de Economía.

Por otro lado, los candidatos presidenciales de los dos partidos tradicionales del Uruguay también estarán presentes en el hemiciclo, Luis Lacalle Pou (PN) y Pedro Bordaberry (PC). Ante este escenario, Tabaré Vázquez ha dejado claro en su discurso post-electoral que desde el Gobierno se convocará al diálogo con las diversas fuerzas políticas, teniendo en consideración a todos los sectores de la sociedad, para debatir conjuntamente y “arribar a soluciones concretas” sobre los temas más relevantes de cara al 2020.

En cuanto a las relaciones con Argentina, durante la primera presidencia de Vázquez se generó tensión entre los vecinos rioplatenses a raíz de la instalación de la planta de pasta de celulosa “Botnia”. Acusaciones cruzadas, cortes de ruta y la demanda argentina ante la Corte Internacional de Justicia fueron algunas de las consecuencias de estos roces. Asimismo, el recientemente elegido mandatario admitió haber solicitado apoyo a la administración de George Bush ante una posible escalada del conflicto. Durante su extensa campaña, el nuevo presidente puso de manifiesto que mantendrá una buena relación con Argentina y que los episodios sucedidos “ya son historia”. Por el lado argentino, tras conocerse la victoria del FA, la presidenta Fernández de Kirchner felicitó al nuevo jefe de Gobierno. En el corto plazo, Tabaré Vázquez pondrá a prueba este nuevo tono de relaciones Argentina-Uruguay, ya que tendrá que decidir si aprueba o no un aumento de la producción de la planta referida. Ello supondría para Uruguay no solo el incremento de la producción, sino también la posibilidad cierta de que la empresa finlandesa instalase dos plantas más en el norte del país. Pero, por otro lado, el gobierno uruguayo se expondría a debilitar las relaciones vecinales y a una nueva demanda ante la justicia internacional.

Otros temas claves en la agenda de la nueva administración serán la regulación del consumo y venta de marihuana, la reparación a las víctimas de tupamaros durante los 60 y principios de los 70 o el asilo a los presos de Guantánamo, entre otros.

A primera vista, los resultados electorales, la gran aceptación popular que mantiene Tabaré Vázquez, la buena marcha de la economía, los buenos índices sociales en comparación con el resto de Latinoamérica y las posibilidades de grandes inversiones en el país presagian un mandato, de entrada, exitoso. Sin embargo, existen potenciales conflictos, en el plano interno y externo, que podrían acarrear una serie de inconvenientes en los próximos cinco años. Será cuestión de observar cómo un político experimentado como Vázquez lleva adelante su gestión lidiando con los potenciales conflictos que pueden ser cruciales para el futuro de Uruguay.

Santiago Villar, Asistente de Investigación, CIDOB

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