Elecciones generales y pactos

¿A dónde vamos? El resultado de estas elecciones generales nos puede traer la consolidación y mejora de los 40 años de la Constitución y la Transición o una deriva peligrosa hacia soluciones populistas o independentistas.

Veamos la perspectiva de un nuevo Gobierno. En España y en gran parte de Europa el bipartidismo ha declinado. Nos encontramos de hecho con un pentapartidismo a nivel nacional, y además los partidos nacionalistas y separatistas.

El 28 de abril es muy improbable que un partido se aproxime a la mayoría absoluta; tampoco con dos será fácil alcanzarla; lo más realista será lograrlo con tres. Y esto da pie a varias posibilidades de alianzas: PSOE y Podemos, con o sin independentistas; PP y Ciudadanos, con o sin Vox; PSOE y Ciudadanos, con algún nacionalista; o PSOE, PP y Ciudadanos, lo que denominaremos un Pacto de Estado. Lo peor sería que se instalaran en el Gobierno los secesionismos o los populismos radicales. Ello nos llevaría a la ruptura de la Constitución y a la degradación de la democracia. Confiemos que el PSOE lo impida. La alternativa PP, Ciudadanos y Vox podría alcanzar la mayoría, pero generaría una fuerte tensión de enfrentamiento derecha-izquierda, evocando tiempos por fortuna lejanos y superados. La solución más positiva y que daría mayor estabilidad sería la que hemos denominado Pacto de Estado integrando a los tres principales partidos constitucionalistas.

Este Pacto significaría el mayor logro político de la España democrática desde la Transición, y aportaría enormes ventajas a todos los aspectos de la vida nacional:

Lanzaría a todo el mundo un mensaje de confianza política y económica en nuestra Nación.

Nos permitiría aprobar unos Presupuestos Generales de 2019 rápidamente y llegar a soluciones justas y equilibradas para las diferencias fiscales, los gastos sociales o el endeudamiento público.

Se afrontaría con una mayoría parlamentaria sólida el diálogo y las reformas que exija la respuesta a nuestro mayor problema político: el secesionismo de Cataluña.

Alejaría definitivamente cualquier presencia en el Gobierno de los partidos populistas, radicales o independentistas.

Fortalecería nuestra presencia internacional y muy especialmente en la recuperación y consolidación de la Unión Europea.

Permitiría afrontar con serenidad los principales problemas «encallados» desde hace años: la financiación autonómica, las más agudas desigualdades sociales, el paro juvenil, la reforma educativa o el sistema de pensiones.

Consolidaría los valores y principios de la Constitución del 78 y reforzaría el prestigio de los partidos políticos protagonistas del Pacto.

El planteamiento del Pacto podría expresarse en tres Acuerdos básicos:

La formación del Gobierno de la Nación dando preeminencia al partido más votado, que tendría su reflejo en la Presidencia y con la participación de los otros dos partidos en los ministerios y otros altos cargos del Estado, constituyendo gobiernos de coalición o de colaboración que pueden cambiar a lo largo de los cuatro años de mandato.

Un programa de Gobierno que sea una síntesis coherente de las propuestas realizadas durante la campaña por los tres partidos conformando el texto a presentar en la sesión de investidura.

Una propuesta flexible de negociación con las comunidades autónomas y los principales ayuntamientos, con el objetivo de que sus respectivos gobiernos, resultantes de las elecciones autonómicas y locales, marquen una línea coherente con el pacto de Estado que informa la acción del Gobierno.

Este Pacto, que no es una utopía inalcanzable, puede y debe realizarse si conseguimos el convencimiento y el apoyo de una mayoría de la sociedad, que transmita su estímulo a los dirigentes políticos. Para ello debemos, entre todos, aportar:

Una campaña electoral digna y solidaria. Una democracia consolidada tiene que estar presidida por la dignidad, el respeto al adversario y el principio de solidaridad al servicio de todo el pueblo español. En esa campaña se puede y se debe discrepar con toda la fuerza de la razón, pero no con el insulto. Deberían excluirse las descalificaciones personales que hemos oído con frecuencia en las últimas semanas. Los electores deben evitar dar su apoyo a los candidatos que no respeten la dignidad humana y los valores constitucionales.

La campaña debe reforzar el principio de la unidad de España y de la solidaridad de todas las comunidades y de forma especial la solidaridad con Cataluña, explicando de manera sencilla los errores y falsedades de los temas históricos, económicos y sociales de la propaganda del «procés», frente al progreso logrado en los últimos 40 años.

Los partidos deberán prestar especial atención a la presentación de los programas a las nuevas generaciones con actos específicos en los centros que acogen a la juventud: universidades, escuelas, clubes...

Es preciso conseguir un alto porcentaje de votación juvenil para integrar a las nuevas generaciones en la sociedad democrática, hacerles partícipes en la creación de su futuro y apoyarles en los cambios que deben afrontar con las nuevas tecnologías y con su presencia creciente en el mundo internacional y especialmente en la Unión Europea.

Los medios públicos de comunicación y los organismos de la Administración deben respetar las normas de actuación para las elecciones, establecidas por la Junta Electoral Central y muy especialmente no deben vulnerar «el pluralismo político y social» y «la neutralidad informativa».

Y este Pacto debe culminar con la aprobación de un proyecto de futuro para la España común, que informe la política de la próxima década.

Salvador Sánchez-Terán es presidente del Foro España de la Solidaridad y el Progreso.

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