Ellos son nosotros

George Orwell en su novela ‘1984’, que publicó el 8 de junio de 1949, escribió: "En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario". Ha venido esta frase a mi memoria por esta época que nos ha tocado vivir, llena de paradojas y contradicciones.

Un tiempo en el que la sociedad se ha vuelto ‘líquida’ y en la que los humanos, confundiendo progreso con velocidad, buscamos atajos y nos aferramos a un insensible estilo de vida con el que vamos perdiendo humanidad.

Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, nos acaba de sorprender con su renuncia. La revista ‘Fortune’ la situó como la segunda líder más importante y destacaba: "Los líderes del futuro pueden observar a Ardern para tomar una clase magistral sobre cómo conducir un país en una crisis".

Ellos son nosotrosSu país sufrió el peor ataque terrorista de su historia, el asesinato de cincuenta personas en las mezquitas de Christchurch. Con sus palabras, "ellos son nosotros", rompe el discurso de los populismos caracterizado por la exigencia schmittiana del enfrentamiento existencial entre el nosotros y el ellos, que es ahora mismo el principal punto de referencia para la autoubicación política. Tocada con un pañuelo negro al consolar a las comunidades de inmigrantes afectadas, su gesto reforzó ese ‘nosotros’ creando una imagen empática y poderosa que proyectaba la fuerza normativa de ese liderazgo y un valioso cambio de representación. Inmediatamente apela con firmeza a los dos grandes partidos para legislar en favor del control de las armas. Se mostró como una líder sin miedo a hacer lo que es necesario. Supo dar una respuesta pacificadora e inclusiva a uno de los grandes conflictos de nuestra época: los miedos a la inmigración y al choque cultural con los musulmanes. Ha dirigido su país en una época complicadísima. Por la pandemia, pero también porque la polaridad China-Estados Unidos rebota en el Pacífico sur. Ha tenido una destacada posición internacional. En el seno de la Commonwealth, en la ONU (se presentó con su hija poco después del parto) o en el Pacífico: difícil vecindad con Australia, los rohinyás, Singapur, China, etcétera.

Ahora, con su renuncia, nos muestra una persona desprendida del poder frente al modelo de aquellos líderes que instigan asaltos a las instituciones para mantenerse en el poder a toda costa. Su anuncio ha sorprendido al mundo por su franqueza, pues durante estos años ella ha sido portada de los principales medios mundiales.

Ella recuperó la primacía de su partido en la política social: contención de la burbuja inmobiliaria, protección de la infancia, corrección de desigualdades, derechos de las minorías. Con gran determinación se adelantó lúcidamente a la pandemia. La primera ministra consiguió que valores como la empatía, la amabilidad, la humanidad y el respeto aparecieran como centrales en su gestión. Una líder que ha exhibido su inteligencia emocional como fortaleza, entregada a la ‘política de la amabilidad’, desiste de retener el poder.

Recientemente nos sorprendió que en un encuentro con la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, una periodista le preguntara: "¿Se reúnen ustedes porque tienen la misma edad y muchas cosas en común, en política y otros asuntos, o pueden los neozelandeses esperar acuerdos entre nuestros países más adelante?". Y ella le respondió: "Nos reunimos porque somos primeras ministras".

¿Han oído alguna vez una pregunta semejante cuando se han reunido dos líderes políticos, por ejemplo en el último encuentro entre Macron y Sánchez en Barcelona? Creo que es más que una simple anécdota aislada pues refleja una manera de entender el ejercicio del poder.

De nuevo vuelve a sorprender por su franqueza. Lo deja porque se le han acabado las fuerzas. Su lenguaje es claro, sencillo y honesto, manifestando su humanidad. "Espero dejar a los neozelandeses la convicción de que se puede ser amable pero fuerte, empático pero decidido, optimista pero centrado", ha dicho. Para terminar, se ha dirigido directamente a su familia: "Neve, mamá está deseando estar ahí cuando empieces el colegio este año. Y a Clarke, casémonos de una vez". La noticia ha dado la vuelta al mundo y ha suscitado una larga lista de opiniones y comentarios pues su renuncia es voluntaria, sin escándalos, ni corrupciones.

Me sumo a la lista y pienso que con su decisión, más que desdramatizar la política, la desmitifica. Con su forma de ejercerla nos ha demostrado que otra forma de gobernar es posible.

Por Pilar de la Vega.

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