Emigrar en cayuco a Europa

Tema: ¿Cuáles son causas de la emigración en pirogue o cayuco desde Senegal a España y cómo se lleva a cabo el viaje?

Resumen: Para una buena parte de la juventud de Senegal y de sus familias la emigración es la única vía de mejora económica. En ese contexto operan diferentes componentes de un negocio que hacen posible el viaje en pirogue o cayuco hacia un destino cada vez más incierto. A partir de entrevistas realizadas en Senegal y España el texto profundiza en las causas de la emigración por esta vía, mostrando sus sólidas motivaciones.

Análisis

Introducción

La evolución social y económica de Senegal ha creado una “tradición emigratoria”, que ha normalizado el desplazamiento como estrategia para la mejora de las condiciones de vida y de trabajo. El aumento del paro como consecuencia del cierre de empresas, la situación de los sectores agrícola, ganadero y pesquero, la escasa industria y el tímido desarrollo del sector terciario son el marco en el que se produce la emigración senegalesa. Socialmente, el progresivo endurecimiento de las condiciones de vida, la remota posibilidad de movilidad social ascendente, o los ejemplos de los emigrantes que han conseguido materializar su proyecto y el de su familia, constituyen los factores que empujan a la emigración. En este contexto, la salida viable, a menudo percibida como la única posible para mejorar y tener éxito es la emigración, que puede reportar ingresos y reconocimiento social tanto personal (convertirse en un triunfador, un héroe...) como familiar. A esto hay que añadir la inacción gubernamental, que hace poco para frenar esa emigración.

El estudio que se resume aquí tenía como objetivo analizar las causas de la emigración a Europa, y especialmente cómo se lleva a cabo el viaje en pirogue, que en España se ha denominado cayuco. El trabajo se basa en entrevistas realizadas a emigrantes senegaleses y a sus familias en Senegal y en España, concretamente en Cataluña, entre diciembre de 2008 y marzo de 2009. En total se realizaron 70 entrevistas: 48 en Senegal y 22 en Cataluña.[1]

La emigración en pirogue no es la única que practican los senegaleses. Junto a ésta existe otra forma de inmigración irregular por vía terrestre hasta llegar al Estrecho en Marruecos y también una muy pequeña emigración legal.

La decisión de emigrar es a menudo la consecuencia de la presión familiar y del entorno de amigos. En un sistema de familias amplias con grandes exigencias de ayuda y reciprocidad, se espera de los jóvenes que puedan colaborar en el sustento de la gran familia. Las entrevistas muestran cómo el joven se siente “obligado” a luchar por mejorar la vida de su familia, a buscar los medios para marcharse o a seguir el ejemplo del otro joven que ha conseguido los objetivos de su proyecto. Los jóvenes senegaleses piensan que emigrar a Europa es la única forma de triunfar y que, si consiguen llegar, fácilmente encontrarán trabajo. Muchas personas se han construido una imagen de Europa, a pesar de la crisis actual, como un paraíso terrestre y han vertido en ella gran parte de sus sueños y expectativas. Aun así, la mayoría de los inmigrados residentes en Cataluña que hemos entrevistado reconocen que sus sueños se han truncado y que la vida en España no es fácil, señalando que cuando hablan con sinceridad con sus compatriotas en Senegal éstos no quieren entender la difícil situación que se encontrarán a su llegada a España y los ingentes esfuerzos que deben invertirse durante el proceso de acomodación. Es comprensible que no les crean cuando conocen tantos ejemplos de “triunfadores”.

Emigrar en pirogue

A pesar de la ley del silencio que se extiende sobre el viaje clandestino en pirogue, el estudio ha podido detectar cómo se organiza el viaje y quiénes son los actores principales: el promotor, el constructor de la pirogue, los facilitadores y el capitán. El promotor y el constructor actúan porque existe una alta demanda; el capitán, por el agotamiento de la pesca y la necesidad de sustituirla con otra actividad económica; los facilitadores, para obtener ingresos o incluso para viajar a un menor coste.

Muy a menudo, cuando se habla de emigración en Senegal se habla de clandestinidad y, por lo tanto, también, aunque no siempre, de pirogues, dado que la obtención de visados es difícil, en un proceso caro y lento. Emprender la vía de las pirogues, siendo conscientes de que se juegan la vida, les parece una opción aceptable. Los testimonios de los entrevistados en Senegal muestran la aceptación social de la emigración irregular como una salida habitual y plenamente justificada. Emigrar clandestinamente no tiene connotaciones negativas ni peyorativas en este entorno.

Las estrategias de los “empresarios” de la emigración y los emigrantes son parecidas en las diferentes zonas de partida de Senegal: Guet Ndar, Mbour, Pikine, Thiaroye, Mbao, Zinguinchor, Hélinkine... Dos figuras clave en el negocio de la emigración clandestina son el constructor de las pirogues y el promotor del viaje. Así, detectamos varios grupos de pescadores organizadores (promotores) de los viajes clandestinos. Por ejemplo, en Guet Ndar, Mbao y otros puertos pesqueros, donde la pesca era el medio de vida tradicional de sus habitantes (los hombres salían a pescar en sus pirogues y las mujeres distribuían y vendían el pescado), la crisis del sector por las dificultades para conseguir una licencia de pesca en Mauritania y la competencia de los grandes barcos pesqueros europeos, ha causado este giro hacia la gestión de la emigración hacia España mientras que los que tradicionalmente construían pirogues lo siguen haciendo, aunque para otro uso.

La demanda de viaje en pirogues era muy intensa en el período del estudio. Un promotor entrevistado señaló que cada día le llegaban más de 100 nuevas peticiones de personas que querían partir hacia España. El promotor del viaje diseña y planifica el proyecto en el terreno, y lo materializa: Se pone en contacto con el propietario de la pirogue y le asegura la compra, después hace propaganda a través de los “facilitadores” para buscar clientes potenciales y, con las cantidades dadas por los candidatos, compra la pirogue, la equipa y asegura la logística y los materiales necesarios para el viaje. Este negocio le reporta un beneficio de más de un millón de FCFA por cada viaje, alrededor de 1.525 euros.

El promotor nos explicó someramente cómo planifica y lleva a cabo el proyecto. En primer lugar, por razones de seguridad, los potenciales clientes sólo pueden contactar con él a través de los “facilitadores”. Recalca que tienen varias estrategias para sacar adelante los viajes y que han organizado una red de información y vigilancia para evitar ser delatados y detenidos. Una vez que el cliente ha pagado el dinero convenido, se inscribe al candidato en una lista y se le da un recibo como garantía (una garantía relativa, como veremos), se le informa del lugar de partida y recibe unas consignas a seguir estricta y escrupulosamente hasta el mismo momento de la salida. Se recalca la necesidad de mantener la discreción para evitar la intervención policial. En caso de sospechar de una fuga de información, se cambia de lugar de partida. A veces los clientes tienen que acudir hasta a tres lugares de partida diferentes antes de la salida real del viaje.

Los inmigrados que han viajado en pirogue corroboran lo anterior y también señalan que el viaje se organiza a través de una red de personas (entre tres y cinco) en la que cada cual tiene un papel asignado en la estructura. Además, insisten en que el momento de la partida en la pirogue es muy tenso porque a menudo hay más candidatos que plazas reales ya que los organizadores reclutan un número excesivo de personas y esto supone un conflicto entre los candidatos para obtener tener plaza y un buen asiento y, entre los candidatos y los guardaespaldas de los organizadores. Como indican algunos de los entrevistados, a veces hace falta imponer la fuerza física para hacer valer el ticket.

Generalmente los emigrantes viajan sin ningún tipo de documentación de identificación personal para evitar que la policía española, si los atrapa, los repatríe a su país. La duración del viaje depende de la longitud de la pirogue,[2] del estado de la misma y de las dificultades que puedan aparecer a lo largo de la travesía. Suele durar entre siete y 12 días. Según el tamaño de la embarcación, el número de viajeros oscila entre 30 y 150 personas. En opinión de los entrevistados que han hecho el viaje, las pirogues suelen estar en buen estado y los capitanes son expertos y eficientes.

Para los protagonistas no es fácil narrar las vicisitudes sufridas durante la travesía. El mal ambiente suele reinar en el interior de la pirogue y las dificultades aumentan a medida que pasan los días: falta de agua potable, escasez de víveres porque las provisiones se han estropeado o no se han calculado bien, carencia de espacio, conflictos y peleas, frío, fatiga, mareos... Los conflictos surgen en relación con el uso del espacio de la barca, con la comida o con decisiones difíciles, como la lanzar o no los cadáveres al mar. El capitán es el que se responsabiliza de mantener el orden dentro de la pirogue. Las muertes son consecuencia sobre todo del intenso frío que sufren y que algunos son incapaces de soportar.

Y todo este esfuerzo, en la mayoría de las ocasiones, es en vano. Cuando las pirogues llegan a las costas españolas, el gobierno español acoge a los emigrados a través de la Cruz Roja y los instala en centros de acogida. A partir de este momento se dan tres situaciones diferentes: (1) la de los que salen del centro de internamiento y se quedan en España; (2) la de los que vuelven voluntariamente; y (3) la de los repatriados. Los emigrantes que consiguieron salir de los centros de internamiento ponen énfasis en el duro golpe que representa darse cuenta de que España no es El Dorado que se imaginaban y relatan las numerosas dificultades para encontrar trabajo, vivienda... Los inmigrados residentes en Cataluña que hemos entrevistado recalcan las dificultades para poder trabajar estando en situación irregular. Necesitan no sólo sobrevivir sino ganar dinero para enviar a la familia en Senegal y la única solución que se les presenta es trabajar esporádicamente en la economía sumergida. Pero, a pesar de todas las dificultades, se quedan.

Los emigrados que vuelven voluntariamente a su país (que son pocos) son los que, como los anteriores, evitaron la repatriación porque estaban enfermos o engañaron respecto a su nacionalidad (diciendo que procedían de Guinea o de Costa de Marfil, por ejemplo) o consiguieron huir, pero que han vuelto a su país de forma voluntaria porque los trabajos esporádicos no le permitían sufragar ni sus necesidades más básicas. Pero también hay algunos que consiguieron ahorrar algo en España y decidieron volver e invertir en Senegal para organizar un negocio propio.

Los emigrados que han sido repatriados a su llegada a España culpan al gobierno senegalés por la firma con el gobierno español del acuerdo de repatriación. Según el testimonio de los entrevistados, el proceso de repatriación es muy rápido (al menos ésta es su percepción) y no reciben ninguna explicación ante este resultado que ellos consideran inaceptable e inimaginable. Todos los entrevistados repatriados manifiestan, como es de suponer, sentimientos de una profunda tristeza ante el fracaso de su proyecto. El joven emigrado retornado es considerado y se considera como una víctima que lo ha perdido todo y debe empezar de nuevo. Y así, en algún caso, los jóvenes rehúsan volver al hogar familiar para evitar este sentimiento de fracaso y de dignidad rota por no haber satisfecho las expectativas propias y las familiares. Eso sí, todos los repatriados entrevistados señalan que volverán a intentarlo, que esa es su única opción.[3]

Conclusión: Las condiciones socioeconómicas de Senegal y la presión emigratoria que se deriva de ella permiten afirmar que, a pesar de la crisis económica que azota Europa, no es probable una reducción a corto plazo del desplazamiento de la población senegalesa. Ciertamente, la situación económica europea puede provocar una reorientación de los destinos, pero parece claro que Senegal no detendrá en los próximos años la salida de su población más joven. Mientras la movilidad ascendente e incluso la supervivencia de muchas familias se sitúen más allá de sus fronteras, la presión migratoria hacia el exterior (intraafricana y extraafricana) seguirá existiendo.

Jordi Garreta, profesor del Departamento de Geografía y Sociología de la Universitat de Lleida

Notas:

[1] Más concretamente, en Senegal se han realizado ocho entrevistas a políticos y representantes de instituciones públicas que conocen e intervienen en el tema de la emigración, 15 a miembros de familias sin pérdidas (con parientes emigrados que residen en España), cinco a miembros de familias con pérdidas (con parientes que han fallecido en el transcurso del viaje en pirogue), dos a empresarios de la emigración clandestina, 10 a emigrados que han vuelto a Senegal (cinco a repatriados, es decir, forzados a volver al Senegal, y cinco a emigrados que han vuelto voluntariamente), cuatro a pequeños empresarios (empresas locales) y cuatro a adolescentes (uno de sus progenitores emigró a España). Los entrevistados de Senegal son, principalmente, de Dakar y la Cassamance. En Cataluña los entrevistados son inmigrados de origen senegalés instalados a lo largo de todo el territorio; así, se han hecho cinco entrevistas en las comarcas de Barcelona (cuatro hombres y una mujer), cinco en las de Tarragona (dos hombres y tres mujeres), seis en las de Girona (hombres) y seis en las de Lleida (cinco hombres y una mujer).

[2] Hecho que también condiciona el número de personas que componen el pasaje de las pirogues, que oscila entre 30 y 150 personas, entre las que predominan los hombres jóvenes.

[3] Véanse: J. Garreta (dir), M. Tamba, M. Ba, O. Ba, O. Bernad, J. Domingo, X. Guillem, M. Sabaté, T. Kokouvi, y S. Vila (2011), Barça o barzakh. Els impactes de l'emigració al Senegal, Editorial Icaria, Barcelona; y J. Garreta (2012), “Barça o barshak (Barcelona or die): Senegalese emigration on ‘pirogues’ towards Spain”, en Studi emigrazione/Migration studies, vol. XLIX, nº 188, pp. 725-744.

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