Empate técnico en EEUU

Como dice Bill Vaughan, "un ciudadano americano cruzará océanos para luchar por la democracia, pero no cruzará la calle para votar en unas elecciones". En los últimos comicios legislativos de 2014, sólo el 36% de los habilitados se presentó a las urnas. Sin embargo, parece que esta tendencia se ha invertido en los comicios midterm celebrados este martes en Estados Unidos. Los demócratas han contribuido a que la participación haya superado el 40% del electorado.

Las elecciones de mitad de mandato presidencial suelen castigar al partido que lidera el presidente de turno. Sólo en tres ocasiones el partido en el Gobierno no perdió escaños. En 1934, Roosevelt consolidó la mayoría en ambas Cámaras; en 1998, durante el segundo mandato de Clinton, éste mantuvo sus escaños pero sin obtener la mayoría; y, en 2002, un año después de los atentados contra las Torres Gemelas, con una popularidad por las nubes del presidente George W. Bush, los republicanos consolidaron su mayoría.

Por eso, la prestigiosa web FiveThirtyEight, unos días antes de las elecciones preveía que los demócratas tenían un 84% de posibilidades de conquistar la mayoría de la Cámara. No así el Senado, en el que se preveía un 82,3 % de posibilidades de que los republicanos mantuvieran su mayoría. Ambas previsiones se han cumplido, pues los demócratas han logrado 222 escaños en la Cámara de Representantes, lo que les da la mayoría holgada. Pero, por el contrario, los republicanos consiguieron 51 senadores, con lo pueden conservar su predominio.

También estaba en juego 36 puestos de gobernador, que mayoritariamente han sido para los republicanos. Igualmente se disputaban elecciones locales, juntamente con algunos referéndums: un total de 6.665 contiendas electorales.

Hagamos algunas reflexiones sobre el triunfo demócrata en la Cámara de Representantes y el mantenimiento del statu quo en el Senado, con una pequeña minoría de ventaja para los republicanos.

Los demócratas partían con buenas sensaciones para provocar un vuelco en la primera. La razón principal es que de los 435 asientos de la Cámara de Representantes en juego, 42 congresistas de los 235 republicanos decidieron no presentarse a la reelección. Lo que produjo un número mayor de lo habitual de asientos abiertos, es decir, sin ocupante predeterminado, lo que facilitó el acceso de algunos demócratas a los mismos al enfrentarse con republicanos sin experiencia y sin el suplemento de auctoritas que supone ser el titular del escaño.

Por otra parte, el entusiasmo ha estado más presente entre los demócratas que entre los republicanos. El nivel de movilización entre el partido del asno ha tenido más entidad que el de los del elefante. Fundamentalmente porque el grado de enfurecimiento de los demócratas contra la Administración de Trump es muy elevado desde el nombramiento de Kavanaugh para el Tribunal Supremo. La motivación, además, encuentra el suplemento de la juventud de bastantes candidatos demócratas. Antes de la votación, recibí un mensaje de Obama -de los que envía habitualmente a los seguidores de su trayectoria política-, lleno de alientos para que votaran a los demócratas. Dice: "La indiferencia es exactamente lo que los políticos cínicos quieren de ti. Ellos están contando con eso. Su éxito depende de convencerte de que tu voto no importa. Saben que su agenda es impopular, por lo que la única forma de mantener el poder es reducir el electorado". La praxis de que un presidente emérito no ataque a un presidente en activo, se ha roto. También en un rabioso discurso en Illinois el afroamericano se despachó a gusto contra Trump y el Partido Republicano

Por otra parte, los puntos de ataque de los demócratas se orientaban hacia tres importantes vectores sociales: salud, educación y armas. Los recortes que hizo Trump a la reforma de la sanidad de Obama (Obamacare) han supuesto un deterioro de la sanidad en grupos de necesitados. Los paros docentes por la insuficiencia salarial en el profesorado tampoco ayudaron a Trump. Y, en fin, las masacres producidas en colegios han llevado -sobre todo entre los universitarios- a una oposición al sistema de libertad para portar armas, defendido por el presidente.

A ello hay que añadir escándalos producidos en el entorno del magnate. Desde las investigaciones judiciales por la intervención rusa en las elecciones presidenciales hasta los rumores filtrados por algunos asesores sobre el carácter impulsivo e infantil de Trump, sin olvidar la carta anónima publicada en The New York Times en la que se describía un fuerte movimiento anti-Trump en el entorno presidencial. El factor femenino también ha jugado a favor de los demócratas. Según un reciente sondeo (CNN, 10 octubre), los electores que preferían a los demócratas eran un 54%, los republicanos tenían una preferencia más baja: 41%. De hecho, de las 256 mujeres presentadas a estas elecciones, 197 son demócratas por sólo 59 republicanas. Y también es una mujer, la senadora demócrata Elizabeth Warren, probable candidata a la Presidencia en 2020, la que ha propuesto la entrada en juego de la enmienda 25 a la Constitución, que permite al vicepresidente y la mayoría del Gabinete proponer al Congreso la destitución del presidente. Esto explica que los demócratas han logrado colocar bastantes mujeres (lhan Omar, primera mujer americano-somalí miembro del Congreso; Rashida Tlaib, primera mujer musulmana; Michelle Luján Grisham, primera gobernadora latina de Nuevo México, etcétera) y personas afroamericanas. Sin olvidar que los votantes de lengua hispana se han esforzado por crear un muro latino contra Trump, que de algún modo ha sido efectivo en los estados con mayoría hispanoparlante.

No obstante estos datos, los republicanos mantienen la mayoría en el Senado. Entre otras razones sigue pesando mucho el éxito económico y financiero de la política de Trump. La economía ha crecido en un 4,2%, el desempleo es el más bajo en 50 años (3,7%) y el valor de las acciones ha subido en Bolsa. Wall Street se frota las manos. El proteccionismo de Trump para defender la industria nacional también ha influido.

Hay además un factor cuantitativo. Los demócratas han defendido 26 escaños vacantes, mientras que los republicanos solamente nueve. Si tenemos en cuenta lo antes dicho sobre la dificultad en la que se encuentran los candidatos a puestos sin titular se explica la victoria republicana. Y, sobre todo, el presidente ha hecho caso a sus colaboradores que le han ido diciendo: "Señor presidente, le rogamos, espere un poco". Es decir, baje el nivel de audacias y decibelios. Probablemente ésta sea una de las razones por las que, al menos durante una temporada, deje en paz el muro con México y haya firmado un presupuesto que no dejará paralizado al Gobierno. Las sanciones a Irán van en la línea de lo que desea la mayoría de estadounidenses. En este caso, nadie ha tirado de su manga para atrás.

En fin, los republicanos se han beneficiado del temor a la inmigración ilegal, temor que Trump ha azuzado a través de la amenaza de que la caravana de 7.000 hondureños logre pasar la frontera de Texas. De hecho, la popularidad del presidente ha subido al 47%. No es demasiado, pero sí es un dato a tener en cuenta.

Como es sabido, los media han insistido en convertir estas elecciones en un referéndum sobre el debatido Trump. No ha sido así. De hecho, muchos presidentes fueron reelegidos habiendo perdido una o ambas Cámaras a mitad de su primer mandato. Sin remontarnos mucho en la historia, el Partido Demócrata con Clinton perdió las elecciones del 94, George W. Bush perdió las de 2006, y Obama las de 2010. Los tres fueron reelegidos. Igual pasó con Truman y Eisenhower.

Desde mi punto de vista, el factor que más influirá en las próximas presidenciales de 2020 no será el peso de uno u otro partido en el Senado y la Cámara: será el dólar. Trump ha obtenido ya casi 100 millones de dólares (exactamente 88 millones, según el New York Times) para financiar su campaña por el segundo mandato. Así como normalmente los presidentes no se dedican a financiar su campaña presidencial hasta después de las mid term de su primer mandato, Trump ha mantenido la máquina financiera en marcha desde que entró por primera vez en el Despacho Oval. No hay ningún posible candidato demócrata que se acerque a esta proeza financiera. En realidad, los resultados de estas midterm cambian poco las expectativas de Trump para la reelección.

En todo caso, gane o pierda Trump en 2020 la Presidencia, los nombramientos judiciales serán su mayor legado. El se irá, pero, por ejemplo, los conservadores Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh continuarán en el Supremo durante años, lo que probablemente no pasará por su avanzada edad con Ginsburg, la más progresista del Tribunal Supremo.

Rafael Navarro-Valls es catedrático, académico y experto en la Presidencia de EEUU.

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