Empresa y humanismo cristiano

La acogida al modelo inclusivo participativo de empresa, aprobado por unanimidad en los parlamentos vasco y navarro, está siendo muy positiva en todos los foros en los que se presenta, pero quizá merezca especial mención el respaldo al mismo por el Dicasterio Vaticano para el Desarrollo Humano Integral. Ciertamente, no es una novedad la preocupación del Papa Francisco por los problemas sociales, lo que le lleva a estimular entre los cristianos iniciativas sobre posibles reformas del sistema económico para hacerlo más humano.

Aunque el respaldo vaticano al nuevo modelo de empresa ha sorprendido a algunos, no es, sin embargo, de extrañar, teniendo en cuenta que está inspirado en el documento «La vocación del líder empresarial», promovido precisamente por el antiguo Consejo Pontificio de Justicia y Paz.

Los valores en los que se asienta el modelo de empresa propuesto son, por otra parte, muy similares a los valores que Arizmendiarrieta, inspirado en la enseñanza social de la Iglesia, quiso imprimir en la experiencia cooperativa que contribuyó a crear.

En efecto, el sacerdote promotor de un grupo empresarial que cuenta hoy con más de 80.000 empleos en todo el mundo cuidó de que en las nuevas empresas se diera el respeto a la igual dignidad humana de todas las personas, así como la búsqueda del bien común, lo que implicaba priorizar las necesidades del proyecto colectivo sobre los intereses de los distintos grupos de interés (trabajadores, accionistas…).

También estableció que el objetivo prioritario de la empresa no es obtener el máximo beneficio a corto plazo, sino satisfacer de forma equilibrada a las personas de dichos grupos de interés. Promovió, asimismo, la participación de los trabajadores en la gestión, los resultados y la propiedad, buscando mantener unos criterios de solidaridad interna entre los distintos grupos citados, así como preocuparse por desarrollar unas políticas solidarias con la comunidad en la que la empresa desarrolla su actividad.

Pero, además, la Santa Sede es muy consciente de que las empresas deben ser sostenibles, lo que no es sencillo en un mundo económico sometido a grandes transformaciones derivadas de la utilización de la inteligencia artificial y de la llamada economía digital. Y que cambia, asimismo, su centro de gravedad como consecuencia de la globalización.

El reconocimiento vaticano puede ayudar también a la progresiva implantación del modelo en dos ámbitos muy concretos: la difusión en los centros universitarios católicos de todo el mundo y su proyección internacional entre empresarios, directivos y sindicalistas cristianos.

El hecho de que tanto la Universidad de Navarra como la Universidad de Deusto estén entre los miembros promotores de la Fundación Arizmendiarrieta puede suponer un camino privilegiado para, con un horizonte de largo plazo, aspirar a tener alguna incidencia en la formación de los futuros líderes empresariales locales.

Y en cuanto a los empresarios y directivos a nivel internacional, pudimos constatar el interés mostrado por Uniapac (asociación internacional de empresarios y directivos cristianos, que agrupa a alrededor de 30.000 profesionales de 38 países distintos) para abordar el análisis del nuevo modelo en la reunión anual que su think tank mundial celebró en París en pasado mes de abril. Se han interesado, asimismo, líderes sindicales con puestos de responsabilidad en organismos europeos, para los que la visión de la empresa basada en la dignidad humana es de sumo interés.

Con todo, mención especial merece la atención de prestigiosos miembros de la OIT en su centenario. Preocupados, al igual que destacados líderes políticos europeos, por buscar un modelo de empresa que pueda aportar una esperanza para el futuro del trabajo en un escenario de gran complejidad, especialmente para Europa.

Se abre, por tanto, el reto de aplicar un liderazgo empresarial inspirado en el humanismo cristiano, que combine la atención al mercado y el cuidado a los trabajadores, y que se ha revelado eficaz para hacer que las empresas sean por ello más competitivas y sostenibles.

Juan Manuel Sinde es Presidente de la Fundación Arizmendiarrieta.

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